Su pase al espacio presidido por Javier Milei representa un quiebre radical con el PRO, el partido que liderara Mauricio Macri y donde Bullrich forjó gran parte de su trayectoria.

La jugada no solo tensiona la interna macrista (al enfrentar a Macri en un escenario legislativo) sino que también refuerza la estrategia de LLA de atraer figuras de peso para consolidar su estructura nacional.

En la Casa Rosada esperan que la desafiliación de Bullrich del PRO desencadene un efecto dominó entre otros dirigentes y, de este modo, forzar un quiebre en los bloques parlamentarios tanto en el Congreso como en cámaras provinciales y concejos deliberantes.

La negociación con referentes del PRO bonaerense apunta además a construir una alianza electoral competitiva en la provincia de Buenos Aires, sepultando, de paso, la influencia de Macri en las listas de octubre.

Hasta hace pocas semanas, Bullrich aseguraba a sus colaboradores que prefería no ser candidata en CABA para evitar “una batalla de nombres” con su antiguo jefe, Mauricio Macri, y no desviar la campaña hacia una pelea personalista.

Sin embargo, el contexto político actual la coloca como la principal aspirante a senadora si Karina Milei y los estrategas de LLA confirman sus planes tras los comicios porteños del 18 de mayo.

Desde el entorno de LLA señalan que “todos los ministros y funcionarios pueden ser candidatos” y que decidirán la conformación de las listas nacionales una vez culminada la elección de la Legislatura porteña.

De materializarse el ofrecimiento, Bullrich asumiría el desafío de liderar la boleta de senadores por CABA en un año marcadamente polarizado entre el proyecto de Milei a nivel nacional y el espacio kirchnerista liderado por el peronismo.