El columnista invitado
Análisis político

Entre Gaspar Campos y Puerta de Hierro

El periodista y abogado Gustavo Zandonadi. (Foto: NOVA)

Por Gustavo Zandonadi (*), especial para NOVA

Por primera vez en democracia, una expresidente de la Nación fue condenada a pasar seis años en prisión, que puede ser domiciliaria en razón de los 72 años que acredita el Documento Nacional de Identidad de Cristina Fernández de Kirchner. El peronismo está en la encrucijada: o se aferra a la épica de la proscripción, o entierra a Cristina y busca un nuevo liderazgo.

La pena accesoria es lo que le añade dramatismo a la situación. La inhabilitación absoluta perpetua para ejercer cargos públicos convierte en realidad el grito de guerra "no vuelven más" y a Cristina en un recuerdo, parte de un pasado que es necesario que el movimiento peronista revise en profundidad. Hay que entender el legado que deja y hay que ver quién está en condiciones de reemplazar a una dirigente que mantuvo la centralidad durante los últimas dos décadas.

Por primera vez en varios años el peronismo se siente huérfano, algo que experimentó con las muertes de Evita, Juan Domingo Perón y Néstor Kirchner. La diferencia es que ahora Cristina vive para ver si será olvidada, como lo fue Isabel Perón -también presidente peronista y presa, aunque en otro contexto- o si su nombre se convertirá en el emblema de una resistencia que hasta ahora es un poco flaca. Los militantes que salieron a la calle en estos días no eran número suficiente para hacer un 17 de octubre. Claramente no es por ahí.

El kirchnerismo fue el proceso político más largo de la historia democrática. Tuvo luces y sombras, pero interpeló a la sociedad poniendo sobre la mesa una discusión necesaria: vivir con lo nuestro o vivir de prestado. Es algo frente a lo que no se puede ser neutral: lo toma o lo deja, pero no intente cambiarla porque en el paquete incluye la reivindicación de las banderas peronistas y valores progresistas. También incluye una lista enorme de funcionarios condenados por corrupción mucho antes que la propia Cristina.

Los próximos días, en la agenda de la defensa, serán de trámites necesarios para alcanzar la formalidad requerida para el comienzo de la ejecución de la pena en las mejores condiciones posibles. Para la militancia serán de duelo, pero no por mucho tiempo porque en breve deberá competir contra la propuesta neoliberal.

Y hablando de la derecha, no ven a Cristina presa como un triunfo, si no como la frustración de un posible triunfo sobre un kirchnerismo en su mínima expresión. Ahora que no está Cristina el gobierno está obligado a obtener buenos resultados, porque la polarización ya no podrá ser el caballito de batalla de los libertarios. Apartando la cuestión jurídica, políticamente, el mejor escenario para los libertarios era ganar en la cancha, no en el escritorio.

Y por el lado de los ciudadanos, es necesario que la gente entienda que los libertarios en el poder no pueden hacer responsable a Cristina de los males que ellos no pueden resolver, porque demostraron que con dos DNU pueden cambiar todo lo que no les gusta. Esto es posible porque la Corte Suprema de Justicia de la Nación se apura para algunas cosas, pero hace la vista gorda a la hora de decidir sobre el DNU 70, que tanto daño hizo y sigue haciendo.

Los resultados no llegan, y no van a llegar porque el plan económico libertario fracasó en el pasado y no hay razón para que ahora pueda funcionar. Los más grandes sabrán entender esto: la prisión de Cristina convirtió al domicilio de San José 1111 en la nueva Gaspar Campos, pero el derrumbe de la economía puede convertirla en Puerta de Hierro.

(*) Periodista y abogado.

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