Política
El zoológico de Milei

Diputetas del Jordán y fusilamientos imaginarios: los gatos libertarios no paran de dar vergüenza

Mientras el país se prende fuego, las diputadas felinas de Milei viajan por el mundo o inventan historia desde sus poltronas doradas. (Dibujo: NOVA)

Mientras los argentinos rascan el fondo del tarro para sobrevivir, los gatos del prescindente hacen lo que mejor saben: dar papelones internacionales, vivir del Estado y predicar desde una nube de ignorancia supina.

Esta vez, le tocó a Celeste Ponce, diputeta libertaria (así con “e”, como le gusta a Milei cuando la "e" es por las tetas), quien se tomó el palo al Líbano para chapotear en las aguas del río Jordán y filmarse diciendo que “murió para renacer en Cristo”.

Lo hizo sin pedir licencia. Como si su banca fuera un recreo personal. Como si representar a la gente fuera un hobby entre posteos de Instagram y shows de fe con influencers evangélicos.

¿Quién le pagó el viajecito? ¿Lo bancó con su sueldito de más de 5 millones brutos? ¿Usó viáticos? ¿Se lo pagaron desde alguna iglesia “amiga” del oficialismo? Todas preguntas que la diputeta evita contestar con versículos bíblicos y bendiciones por DM.

¿Y quiénes la recibieron en Tierra Santa? Nada más y nada menos que Marcos y Fernanda Brunet, fans declarados de Milei y miembros de la iglesia “Toma Tu Lugar”, ese extraño híbrido entre templo y unidad básica libertaria.

La misma iglesia que consiguió que el Concejo Deliberante de Córdoba les ceda el recinto para una muestra de arte. Una muestra más del clientelismo místico que reina en esta gestión.

Pero no fue la única que esta semana se sacó la careta de la inoperancia. Otra libertaria, la diputada Juliana Santillán, famosa por escribir “cluacas”, “tubimos” y otras joyas lingüísticas, aseguró que fusilaron a Mariano Moreno.

Sí, leíste bien. Fusilaron a uno que murió en altamar en 1811. No sabemos si lo confundió con Manuel Dorrego o si directamente estudió historia en Mercado Libre. ¿Qué importa? Total, mientras más burradas dicen, más ruido hacen, y más fácil se les hace tapar el ajuste, la entrega del país y el desguace del Estado.

A esta altura, los gatos libertarios son una mezcla entre meme y amenaza institucional. Sin preparación, sin sensibilidad social, sin noción de la función pública. Viven entre crucifijos, falacias históricas y delirios mesiánicos, mientras la Argentina real se cae a pedazos.

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