
Claro que Javier Milei va a quedar en los libros de historia. No por gobernar para “cambiar las cosas” de cuajo, como aseguró en campaña, sino por perpetuar el juego perverso del poder al que nos tienen acostumbrados. Pero esta vez, con un agravante sin precedentes: el maltrato y el desprecio hacia los más débiles.
Desde que asumió, el “León” más mentiroso de los libros de cuentos, quien prometía erradicar a la casta política, exprime día a día sus propios privilegios. Con una agenda candente en el plano nacional, este fin de semana volvió a priorizar una gira por el Viejo Continente, donde sonríe para la foto junto a los líderes de Italia, Francia e Israel. También asistió a la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos que busca apoyar la implementación del Objetivo de Desarrollo Sostenible, a pesar de que meses atrás afirmara que “el cambio climático es una mentira”. Difícil creerle una palabra al rey de la falacia y el doble discurso.
Este fin de semana, mientras volaba de un país a otro, y posteaba otro ácido mensaje dedicado a los periodistas en su día -un dibujo con la leyenda “Luces, cámaras...mienta”-, Milei recibía cascotazos por parte de la Iglesia. En una dura carta, el Episcopado se pronunció en defensa de los profesionales y trabajadores del Hospital Garrahan, dedicado nada menos que a la atención pediátrica de alta complejidad. ¿Acaso hay trabajo más digno que salvarle la vida a un niño? Parece que para el Gobierno libertario es poca cosa, ya que les vienen negando sistemáticamente salarios dignos.
El texto de la carta es contundente: “Les compartimos nuestra perplejidad ¿qué nos ha pasado como sociedad que nos hemos vuelto insensibles al dolor de los más vulnerables: los niños y las personas con discapacidad? (…) ¿Qué tipo de sociedad y de gobierno son capaces de no valorar adecuadamente la misión de los médicos?”.
Ocurre que el único mecanismo que sabe activar la gentuza mileista es el de la amenaza. Y ante un paro justo y con argumentos reales que no lograron dominar, optaron por obligar a los médicos a que retomen sus tareas porque, caso contrario, llegarían los despidos masivos.
En paralelo a este conflicto, se producían extensas colas en la Agencia Nacional de Discapacidad, donde cientos de familias fueron intimadas a apersonarse con sus hijos discapacitados a los fines de dar muestra de su condición. Un acto vergonzoso de exposición a la tortura moral, sin antecedentes en el mundo entero. Padres y madres hundidos en el dolor, obligados someter a sus seres más desprotegidos a un pedido humillante, durante largas horas.
Ante esta situación, el encargado de Discapacidad de la Nación, Diego Spagnuolo, se burló de los recortes en el área y también de una madre que lucha por los derechos de su niño autista, al enrostrarle “si tuviste un hijo con discapacidad es problema de la familia, no del Estado. ¿Por qué yo tengo que pagar peaje y vos no? ¿Por qué tengo que pagar estacionamiento y vos, no?”.
El tercer sector que, lejos de constituir una política de Estado, se ha convertido en motivo de irritación para el “prescindente” es el de los jubilados, un tema sumamente sensible del que la oposición se está ocupando en el Senado, mediante un proyecto de ley que propone aumento del 7,2 por ciento sobre los montos actuales y una suba del bono previsional a 110.000 pesos. Para variar, el Ejecutivo ya adelantó que hará todo lo posible -y lo imposible- por vetarlo.
Fue Guillermo Francos quien alzó la voz sobre este tema, realizando indignantes cuestionamientos, acusando de “un nivel de irresponsabilidad política muy grande” a los legisladores de la vereda de enfrente. “¿De dónde piensan que salen los fondos?”, disparó en diálogo radial, al referirse al impacto fiscal de la iniciativa impulsada en la Cámara de Diputados.
“Vamos a hablar con los senadores y esperemos que lo entiendan”, dijo, antes de advertir: “¿O quieren que aumentemos los impuestos?”. Por supuesto que el jefe de Gabinete cumple con el estricto pedido de su mandamás, quien se niega a ampliar los recursos destinados a salud, jubilaciones y discapacidad. Increíble.
¿Usará el mismo tono sobrador cuando le toque responder de dónde salen los fondos para los ostentosos viajes al extranjero de Milei junto a sus sucesivas comitivas de panqueques y libertarios chupamedias que están sacándole el jugo a un presente que probablemente sea fugaz? ¿Y los 25 mil millones de pesos que recibió Santiago Caputo para espiar a periodistas y empresarios a través de operaciones de inteligencia de la SIDE?
Claramente, “Jamoncito” sí tiene plata. Pero no le preocupan en lo más mínimo los más vulnerables. Está muy ocupado con las redes sociales, su enfrentamiento con Cristina Kirchner (acorralada judicialmente por la causa Vialidad), el culebrón con Mauricio Macri, y el armado de su espacio en la provincia clave de cara a las elecciones legislativas.
En síntesis, más de lo mismo. Nada nuevo bajo el sol de un país que tiene todo para crecer, pero los dirigentes de turno se encargan de enterrar.