En la lógica libertaria, la "no intervención" en el mercado cambiario actúa como bozal: el dólar oficial se mueve entre 1.150 pesos y 1.180 pesos, sin que el BCRA pueda comprar ni un centavo salvo que baje a 1.000 pesos. Pero eso no pasa. Y mientras tanto, el objetivo con el FMI se aleja a pasos acelerados.

La consultora Equilibra ya lo dijo sin vueltas: las reservas netas están en negativo, en menos 8.500 millones, cuando deberían cerrar el mes en más 2.600. Ni con la entrada de dólares de organismos ni con la ampliación del REPO alcanza.

Faltan 4.400 millones, y eso que estamos en los "mejores meses" por la cosecha. Después de junio, la cosa se pone peor: turismo, elecciones y más dolarización.

Ante la impotencia, Caputo avanza a las corridas con un nuevo "blanqueo permanente", con la esperanza de rascar dólares "debajo del colchón". El INDEC estima que hay más de 270.000 millones fuera del circuito formal, pero transformar esa montaña en reservas parece hoy una fantasía.

Mientras tanto, el FMI observa y toma nota. Si no hay reservas, no hay confianza. Y si no hay confianza, no hay mercado ni financiamiento. Los vencimientos por venir asustan: más de 16.000 millones hasta marzo de 2026. Sin acceso al crédito y sin Fondo, el margen de acción será nulo.

Los analistas advierten: usar los dólares del FMI para pagar deuda sin acumular reservas es regalarle billetes al mercado para que el dólar no se dispare. Pero eso no dura para siempre. Sin un cambio de rumbo, el Gobierno se queda sin dólares y sin relato. Y esta vez, ni el cuco del kirchnerismo lo puede salvar.