La controversia ha tensado incluso los vínculos de Maduro con líderes latinoamericanos que, por afinidad ideológica, se habían mostrado cercanos en el pasado. Gustavo Petro en Colombia y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil han preferido marcar distancia frente a un proceso electoral ampliamente impugnado.

Sin embargo, el mandatario venezolano sigue contando con tres respaldos clave en la arena internacional: China, Rusia e Irán. Estos países no solo lo felicitaron por su "triunfo" en las urnas, sino que además han reafirmado su respaldo estratégico.

En un gesto de alto perfil, Maduro firmó en Moscú un acuerdo de asociación con Vladimir Putin que incluye cooperación energética dentro del grupo OPEP+, desarrollo conjunto de nuevos yacimientos de petróleo y gas, y colaboración diplomática en la ONU contra las sanciones unilaterales.

El respaldo de estas naciones no es menor. Rusia y China son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, con poder de veto, mientras que Irán es un actor central en Medio Oriente y un peso pesado en la producción de hidrocarburos.

A lo largo de su década en el poder, Maduro ha cultivado vínculos con estos países, que le han servido como salvavidas político, económico y tecnológico ante las presiones de Estados Unidos, la Unión Europea y otros gobiernos de Occidente.

“Tenemos el apoyo de países con tecnología de punta en combate de drones, antidrones: nuestra hermana Rusia, nuestra hermana China, nuestra hermana Irán”, afirmó Maduro durante el desfile militar del 5 de julio, con motivo del Día de la Independencia de Venezuela. “Así que nadie se equivoque con Venezuela. Somos una nación de paz”, agregó.

El respaldo geopolítico de estas potencias plantea dos grandes interrogantes: ¿cuánto más podrá resistir Maduro el aislamiento de una parte de América Latina y Europa? ¿Y qué intereses estratégicos mueven a sus aliados para sostenerlo pese al desgaste de su imagen internacional?