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Inversión digital en auge

Del alquiler a la compra: el modelo cripto que convierte a jóvenes en copropietarios

Cada token representa una fracción concreta de una propiedad, accesible desde cualquier parte del mundo.

La tokenización de propiedades permite acceder al mercado inmobiliario desde montos bajos, sin créditos ni escrituras. Una revolución silenciosa que ya está en marcha.

Durante años, acceder a una vivienda propia fue una meta lejana para millones de jóvenes. Los precios en dólares, la falta de créditos hipotecarios y los altos costos de escrituración convirtieron a la propiedad en un privilegio reservado. Sin embargo, el avance de las tecnologías digitales y las plataformas basadas en blockchain está abriendo una puerta que hasta hace poco parecía ciencia ficción: invertir en ladrillos, pero desde una app y con montos accesibles.

El modelo se basa en la tokenización de bienes raíces, que consiste en dividir un inmueble en fracciones digitales que representan partes concretas de ese activo. Estas participaciones pueden comprarse, venderse, transferirse o heredarse con la misma facilidad con la que se opera una criptomoneda. A través de contratos inteligentes, las operaciones se registran de forma segura y automatizada.

Este sistema ya funciona en países como Estados Unidos desde el año 2019, donde plataformas como RealT permiten a usuarios de todo el mundo convertirse en copropietarios de inmuebles y recibir ingresos semanales en monedas estables por concepto de alquiler.

La propuesta no solo democratiza el acceso a la propiedad, sino que además introduce una dinámica más ágil al tradicional mercado inmobiliario. Lo que antes llevaba meses entre escrituras, trámites y registros, hoy puede resolverse en minutos desde una app.

Para muchos jóvenes, esta alternativa representa un atajo estratégico: comprar tokens del edificio donde alquilan, recibir ingresos pasivos y reinvertir hasta consolidar una participación mayor. Así, la lógica clásica de inquilino versus propietario comienza a difuminarse en favor de un modelo gradual y flexible.

Si bien aún persisten desafíos legales en varios países de América Latina, todo indica que los marcos normativos avanzarán hacia una integración progresiva de estas nuevas formas de propiedad. La trazabilidad, la transparencia y la reducción de barreras burocráticas están entre los principales argumentos que impulsan esta transformación.

El futuro de la vivienda ya no se mide solo en metros cuadrados o escrituras firmadas. También se mide en tokens, fracciones y nuevas formas de acceso. Un cambio estructural que redefine no solo cómo se invierte, sino quiénes pueden hacerlo.

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