¡Alerta de fanático! El "Gordo Dan" se arma para asaltar las urnas en 2025

Desde sus inicios anónimos en Twitter hasta convertirse en el autoproclamado “brazo armado” de Javier Milei, Daniel Parisini (más conocido como “El Gordo Dan”) ha cultivado un estilo confrontativo que roza el fanatismo.
Bajo el seudónimo de “Oso Gordo Intenso”, Parisini inició en 2020 su saga de tuits provocadores que le valieron bloqueos y sanciones por parte de la plataforma, pero catapultaron su popularidad entre sectores ultraconservadores.
En su programa “La Misa” (emitido por Carajo) ha llegado a orquestar discursos de odio y a exaltar la violencia como método político, haciéndose eco de la ultraderecha internacional mediante alianzas con figuras como Santiago Abascal y Ben Shapiro.
Las controversias que rodean al “Gordo Dan” son múltiples y de alta gravedad. En noviembre de 2024 lanzó “Las Fuerzas del Cielo”, grupo que describió sin tapujos como el “brazo armado de La Libertad Avanza”, provocando denuncias penales por incitación al odio y la violencia, y escándalo por supuestas referencias a simbología fascista en su escenografía.
A esto se suma su histórica injerencia en ceses de funcionarios: tras un tuit suyo contra el secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, éste fue despedido días después, generando acusaciones de manipulación y abuso de poder de los canales institucionales.
Pero quizás la faceta más inquietante de este personaje es su ambición electoral para 2025. Vetado por la propia Karina Milei para las listas porteñas (con el argumento de que “espantaba a los votantes”), ahora corre el rumor de que “El Gordo Dan” buscaría una banca legislativa bajo la bandera libertaria, amparado en su proliferación mediática y en el sólido respaldo de los trolls oficiales de Milei.
Analistas políticos advierten que, de cristalizar su candidatura, podría erosionar aún más los límites democráticos, debido a su profundo desprecio por el disenso y su fanatismo exacerbado en redes.
El dilema para La Libertad Avanza parece evidente: mantener a un influencer que capitaliza la agresividad digital o arriesgarse a perder ese caudal de militancia radical.
Mientras tanto, Argentina observa con alarma cómo un comunicador devenido en activista y posible candidato podría transformar la próxima elección en un campo de batalla virtual y real, cimentado en el odio y la provocación.
¿Será 2025 el año en que “El Gordo Dan” trascienda el streaming y conquiste un escaño? La respuesta está en manos de una ciudadanía que tal vez aún subestima el poder de su fanatismo.