A solo nueve días de las elecciones legislativas porteñas, Milei agitó el avispero político: "No se dejen psicopatear con la mentira de Ficha Limpia", lanzó, intentando minimizar la caída del proyecto en el Senado, donde se impuso el rechazo.

Según él, el PRO “nunca la impulsó en 17 años” y ahora la usa como “operación mediática teñida de amarillo”. Y como si no bastara, volvió a atacar al expresidente Mauricio Macri, a quien le recriminó su falta de acción cuando gobernó.

Las críticas llegaron también para Karina Milei, esta vez desde Macri, quien aseguró que “le hizo mucho daño” a su espacio. La respuesta del jefe de Estado fue una defensa a pura diatriba: los tildó de socialistas, resentidos y fracasados, y acusó al macrismo de mentir sobre bajar impuestos y de sostener políticas inflacionarias encubiertas.

Por si fuera poco, Milei anunció que denunció penalmente a los periodistas Carlos Pagni, Viviana Canosa y Ari Lijalad. Lo hizo por "difamación" y porque, según dijo, son “rudimentarios” y no entienden la ironía. Las causas cayeron en juzgados federales, pero el gesto fue más político que judicial: una señal clara del estilo autoritario que lo caracteriza cuando alguien osa criticarlo.

Adorni, fiel escudero, aprovechó para gritarle al cielo que "están escribiendo la última página del kirchnerismo nefasto", y cerró con una arenga a los militantes para “arrasar” el próximo domingo. Entre insultos, denuncias y relatos épicos, el oficialismo convirtió una simple inauguración en un acto de campaña envuelto en delirio libertario.