
Un odiador serial era lo último que necesitaba la Argentina para superar décadas de debacle económica y social. Surgió repentinamente como alternativa, pero no tardó en mostrar la hilacha: es más de lo mismo. Como cuando suenan las doce en el cuento "Cenicienta", y la carroza vuelve a convertirse en calabaza.
Durante los últimos días, y tras la escandalosa estafa del criptogate, la cara del libertario Javier Milei volvió a empapelar las páginas de los diarios del mundo.
Resulta que “Jamoncito” y todos los rancios embutidos de la casta que lo rodean (Karina Milei, Guillermo Francos, Manuel Adorni y Patricia Bullrich, entre otros) gastaron millones de las arcas del Estado para finalmente llegar tarde a la despedida del Papa Francisco a cajón abierto en el Vaticano. Una ceremonia histórica a la que mandatarios de varias naciones llegaron puntuales este viernes, excepto el del país de origen del Sumo Pontífice. Una falta de respeto sin precedentes a su investidura, ante los ojos del mundo entero.
Lejos de reconocer este papelón, Milei se amparó en el “gran logro” de haber presenciado el funeral realizado el sábado en la Plaza de San Pedro, y apuntó nuevamente a la prensa desde sus redes sociales, lo único que maneja al dedillo.
“A la luz de muchos comentarios que veo de GRAN parte del periodismo, en los que hacen foco en cuestiones de 25° orden, cada día me queda más claro que obedece a un déficit de IQ muy severo ya que no tienen la capacidad para entender (son brutos) lo importante. CIAO!”, escribió en X.
También arremetió contra un reconocido periodista económico al calificarlo de "mentiroso patológico" y luego disparó: "Insisto de nuevo, no odiamos lo suficiente a los periodistas".
En otro posteo furioso, Milei exclamaba: “El periodismo político, en general, se convirtió en una mezcla inmunda entre ciencia ficción y chimentos baratos de peluquería propios de un ejército de mitómanos”.
Llama la atención especialmente el uso de la palabra mitómanos, viniendo de alguien que en campaña prometió cerrar el Banco Central, dolarizar la economía, mejorar la calidad de vida de los jubilados, “terminar con el cáncer de la inflación”, reducir impuestos, y que el ajuste lo pague “la casta”, pero no cumplió ninguna. Estos son solo algunos de los ítems que adeuda el “experto en crecimiento con o sin dinero” quien, a 16 meses de asumir, lanzó a miles de laburantes de clase media al tacho de la pobreza.
En ese mismo tono se refería a los periodistas a principios de año en una entrevista radial, cuando los acusaba de “ensobrados”, “operadores” y “basuras” que “envenenan la vida a la gente” con mentiras. Sin embargo, olvidó recordar el explosivo episodio que protagonizó junto a Jonatan Viale y Santiago Caputo, cuya grabación se viralizó en redes, quedando él mismo en off-side como promotor de estas “operaciones” que tanto detesta.
Hablando de incoherencias, el archivo nos trae las frases letales que Milei disparaba contra su actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien este fin de semana volvió a ser objeto de críticas tras ser fotografiada mientras paseaba por la Fontana Di Trevi en Roma, a pesar de no haber llegado a tiempo al compromiso fúnebre en el Vaticano.
“Vos hacés mucha pompa de que cambiaste, ¿acaso seguís siendo montonera tirabombas?”, le enrostraba el mandatario nacional a su excontrincante electoral en 2023, a quien culpó en televisión de “poner bombas en jardines de infantes” cuando “participaba de una organización terrorista, y estuvo 9 meses presa en Devoto”.
Parece que en un santiamén, el Presidente puede pasar del odio al amor, como ocurrió con su hoy querida Pato, a quien tentó para sumarse al Gabinete y traccionar votos en su favor en la carrera presidencial. Una buena jugada, a juzgar por los resultados en los comicios, aunque políticamente ambos se hayan ganado la aversión del PRO, con Mauicio Macri a la cabeza. Un espacio del que LLA depende entre las cuatro paredes del recinto del Congreso.
El Papa tampoco había salido ileso durante la campaña. Tras llamarlo “representante del Maligno en la Tierra”, este fin de semana el presidente Milei giró abruptamente su discurso al definir a Jorge Bergoglio como “el argentino más importante de la historia”. Luego, lanzó piedras para todos los costados al afirmar que su fallecimiento fue "una pérdida enorme para los argentinos, algo hicimos mal por algo nunca quiso venir a la Argentina”. Por supuesto, sin mea culpa alguna.
El mismo modus operandi aplicó sobre sus dos ministros ejecutadores del ajuste libertario: Luis “Toto” Caputo y Federico Sturzenegger, a quienes ahora cataloga como “estrellas” de los machetazos compulsivos del oficialismo, mientras en el pasado los aniquilaba con su habitual verborragia del odio. De forma similar, tiró munición gruesa contra Domingo Cavallo, quien en cuestión de días pasó de ser “el mejor ministro de Economía de la historia” a un “impresentable”.
Con qué curiosa facilidad el jefe de Estado redirecciona y transforma sus ideas, según su conveniencia…
A esto se suman, por supuesto, numerosos ataques directos a distintos sectores, tal como ocurrió en el Foro Económico Mundial de Davos, que encendieron alarmas en la comunidad internacional. En la ocasión, calificó al feminismo, la diversidad y la inclusión como parte de una “epidemia woke” que debe ser extirpada como un “cáncer”. También asoció a los trans con “tratamientos hormonales que mutilan a niños” y calificó a las parejas homosexuales que adoptan hijos como “pedófilos”, además de referirse a los migrantes como “hordas que abusan, violan o matan”.
Agachar la cabeza sin contradecirlo parece ser la única manera habilitada por el autoritario Javier Milei a la hora de expresarse en democracia. Un dirigente que no tolera una sola crítica, al que todavía le cuesta entender la política, lo cual le viene costando caro: lo único que lidera es una cuestionada y errática gestión con beneficios para su “casta”.
Otro estafador político más que, en este caso, se apropió de una palabra demasiado grande -“libertad”- para llegar al poder y enriquecerse a costa del sufrimiento de un pueblo con el que aún está en deuda, mientras pierde el tiempo insultando en la red social de su héroe sin capa, Elon Musk.