"Con el corazón profundamente roto, anunciamos la muerte de Virginia en su granja en Australia Occidental", expresó la familia en un comunicado, en el que señalaron que "se suicidó tras haber sido víctima de abuso sexual y trata de personas durante toda su vida".

Con doble nacionalidad estadounidense y australiana, Giuffre fue una activista incansable en la lucha contra el abuso sexual y la trata de personas, y una figura prominente en el movimiento #MeToo. "Fue la luz que animó a tantos sobrevivientes", resaltaron sus allegados.

"Al final, el costo del abuso es tan alto que para Virginia se volvió insoportable", concluye el comunicado familiar.

En declaraciones a People, Amanda Roberts, hermana de Virginia, la describió como una "guerrera feroz" que soñaba con ver justicia para todos los sobrevivientes. "Era una de las almas más hermosas que jamás podrías conocer", añadió, lamentando que "sus hijos perdieron a su madre, y su madre perdió a su hija".

Su portavoz durante años, Dini von Mueffling, también la recordó como "una de las personas más extraordinarias" y "un modelo de referencia para otras sobrevivientes y víctimas".

Virginia Giuffre tuvo un rol clave en los procesos que llevaron a la condena de Ghislaine Maxwell, socia y expareja de Epstein, así como en el avance de investigaciones relacionadas con tráfico sexual.

Bajo el seudónimo de "Jane Doe 102", Giuffre presentó en 2009 una demanda civil en la que acusaba a Epstein y Maxwell de haberla reclutado y explotado sexualmente cuando era menor. En 2022, se supo que había recibido 500.000 dólares como parte de un acuerdo extrajudicial con Epstein.

El caso Epstein marcó un escándalo internacional: el financiero se suicidó en 2019 en una cárcel de Nueva York mientras esperaba juicio por tráfico sexual, y Maxwell fue posteriormente condenada a 20 años de prisión en Estados Unidos.

Hoy, el mundo lamenta la pérdida de una de las voces más fuertes en la lucha contra los abusos y la trata de personas.