El jefe en funciones de la policía de Vancouver, Steve Rai, confirmó que el sospechoso tiene antecedentes de interacciones previas tanto con la policía como con servicios de salud mental, y que este último aspecto parece haber sido el “problema subyacente” de la tragedia. Aunque el hecho es investigado como un "ataque masivo", se ha descartado que esté relacionado con actos terroristas o amenazas dirigidas al festival o a la comunidad filipina.

Entre las víctimas fatales, cuyas edades oscilan entre los 5 y 65 años, y los heridos trasladados a hospitales locales, hay hombres, mujeres y jóvenes. Rai advirtió que la cifra de fallecidos podría aumentar, dada la gravedad de algunas lesiones.

"Se trata del día más aciago de la historia de la ciudad", lamentó el jefe policial. "Las acciones de una sola persona destrozaron nuestro sentido colectivo de seguridad", agregó.

El alcalde de Vancouver, Ken Sim, anunció una investigación sobre las medidas de seguridad del evento.

El ataque ocurrió apenas horas antes de las elecciones federales que se celebrarán este lunes 28 de abril. El primer ministro canadiense, Mark Carney, quien busca la reelección, expresó sentirse "devastado" y ofreció sus condolencias a las familias afectadas y a toda la comunidad filipino-canadiense. Carney canceló su primer acto de campaña previsto para este domingo, y su equipo evalúa aún cómo proceder con los compromisos programados.

"Consolaremos a los afligidos, nos cuidaremos unos a otros, nos uniremos en un propósito común", expresó el primer ministro, quien agradeció también a los equipos de emergencia por su rápida respuesta.

El líder del Partido Conservador, Pierre Poilievre, también se pronunció, expresando su solidaridad: "Estamos conmocionados, desconsolados y tristes por este acto de violencia sin sentido", dijo desde una iglesia en Ontario.

La ciudad de Vancouver y toda Canadá guardan hoy duelo por las vidas perdidas en una jornada que quedará grabada como una de las más dolorosas de su historia reciente.