Política
Oscurantismo en el Gobierno nacional

¿El López Rega del siglo XXI? Milei confesó que Santiago Caputo tiene más poder que el jefe de Gabinete

El presidente Javier Milei oficializó este jueves algo que ya se manifestaba a viva voz en los pasillos del poder: Santiago Caputo concentra una cuota de decisión que supera incluso a la del jefe de Gabinete, Guillermo Francos. (Dibujo: NOVA)

El presidente Javier Milei oficializó este jueves algo que ya se manifestaba a viva voz en los pasillos del poder: Santiago Caputo, su operador político más cercano, concentra una cuota de decisión que supera incluso a la del jefe de Gabinete, Guillermo Francos.

Lo grave no es solo el nivel de injerencia de Caputo en las decisiones del Gobierno, sino que lo haga desde un lugar de informalidad contractual con el Estado, facturando como monotributista, lo que impide que sea investigado por la Oficina Anticorrupción o la Unidad de Información Financiera.

En una entrevista televisiva, el mandatario dejó en claro que Caputo es quien valida políticamente la gestión y quien tiene la última palabra antes de su propia firma.

Con esas palabras, relegó de hecho a Francos al rol de mero coordinador, y confirmó lo que se venía denunciando: en la estructura de poder libertaria, los ministros operan con una libertad ficticia, subordinados a un esquema verticalista donde el poder real lo detenta un asesor sin cargo formal.

Lejos de ser un asesor más, Caputo se erige como la pieza central de un engranaje que no solo concentra poder, sino que lo ejerce sin controles institucionales. Desde la caída de Nicolás Posse en mayo, no ha hecho más que reforzar su influencia.

Fue el artífice de la reconfiguración de la ex Agencia Federal de Inteligencia, impulsó la creación de la Agencia Federal de Ingresos (ARCA) en reemplazo de la AFIP y colocó a personas de su confianza en organismos clave como la Secretaría Legal y Técnica, la UIF, el Ministerio de Justicia y la Subsecretaría de Políticas Universitarias.

Además, el consultor ha extendido su control a estructuras descentralizadas como Arsat y el Enacom, y tiene operadores suyos funcionando en simultáneo en Cancillería, en el Consejo de la Magistratura y hasta en una fundación que, según diversas versiones, tendría como objetivo el financiamiento de la campaña electoral libertaria y la formación de cuadros ideológicos.

En los hechos, Caputo actúa como un vicepresidente en las sombras, sin haber sido electo y sin rendir cuentas ante nadie. Incluso ministros de peso como Luis Caputo o Patricia Bullrich han debido rendirle pleitesía en su despacho del salón Martín Fierro.

La ministra de Seguridad incluso coordinó con él la logística de manifestaciones callejeras, lo que exhibe una preocupante confusión entre lo institucional y lo partidario, entre lo estatal y lo personal.

A pesar de los roces internos con Karina Milei y del malestar que su figura genera en sectores del PRO, Caputo continúa blindado por el Presidente. Su creciente influencia en el armado electoral, especialmente en la provincia de Buenos Aires, lo enfrenta con el sector de los “karinistas”, pero esa disputa no ha hecho mella en su lugar privilegiado en la mesa chica del poder.

La estructura que se consolida bajo la gestión de Javier Milei expone una peligrosa concentración de poder en manos de una persona que no forma parte oficialmente del Gabinete, que no está sujeta a controles ni obligaciones propias de los funcionarios públicos y que ha montado una red de operadores, consultores y fundaciones que responde a su órbita.

Lejos de promover una administración transparente y republicana, el Gobierno nacional ha elegido avanzar con un esquema de poder cerrado, opaco y altamente personalizado, donde las decisiones fundamentales del país se toman entre muy pocos y sin ningún tipo de fiscalización institucional. En ese esquema, Santiago Caputo no solo es influyente: es el verdadero poder detrás del trono.

Lectores: 571

Envianos tu comentario

Nombre:
Correo electrónico :
Comentario: