
Por Gustavo Zandonadi (*), especial para NOVA
El mundo despide a Jorge Mario Bergoglio, nuestro Papa Francisco, cuya vida fue un testimonio de humildad, sabiduría y compromiso inquebrantable con los más vulnerables. Desde su elección en 2013 el Sumo Pontífice argentino se convirtió en una guía moral que frente a la promoción del individualismo, opuso los valores de la unidad y el amor al prójimo, bajo la idea rectora de que nadie se salva solo.
Francisco fue un Papa que rechazó los ornamentos papales porque lo alejaban de la sencillez del sacerdote que nunca dejó de ser, y porque no eran más que oropeles. Otra característica que lo distinguía es que cuando llamaba a alguien para ofrecerle su palabra de consuelo se identificaba como "el padre Jorge". Estas dos cosas muestran que nunca olvidó sus raíces, al tiempo que es un fuerte mensaje para cualquier cacatúa de barrio que por haber tenido un poco de suerte deja de saludar y se olvida de dónde viene.
Antes de convertirse en Francisco, era un porteño más. Oriundo del barrio de Flores, nunca renunció a su amor por el tango, la pasión por su ciudad natal, y su devoción por su San Lorenzo de Almagro, el club de fútbol que admiraba desde 1946. Eso lo conectaba con la gente común, como un hombre capaz de disfrutar de las mismas cosas que el pueblo, su pueblo, al que le pedía siempre que rece por él; les decía que había que "hagan lío" y les recordaba que "la iglesia es para todos".
En sus homilías y encíclicas, Francisco transmitió mensajes que resonaron más allá de las paredes de las iglesias. "Laudato Si’" y "Fratelli Tutti" son ejemplos de su llamado a cuidar la creación y a construir un mundo más fraterno, justo y solidario. Estos documentos quedaron para la posteridad y seguirán siendo vigentes mientras la humanidad no abandone todas esas cosas que el Santo Padre denunció.
En sus últimos años, Francisco tomó una posición firme contra el régimen de Javier Milei, quien lo había calificado como "el representante del Maligno en la Tierra". El Papa no dudó en condenar la represión dirigida por Patricia Bullrich contra quienes salen a la calle a protestar contra "el mayor ajuste de la historia": "en vez de pagar justicia social pagan gas pimienta" dijo Francisco.
Antes de eso, en 2023, Francisco había hablado de los "salvadores sin historia", una advertencia que muchos interpretaron como una crítica velada a figuras como Javier Milei. Sin nombrarlo, el Papa dejó claro que el populismo vacío y las promesas sin sustento no son el camino hacia un futuro justo. Su valentía para abordar temas controvertidos lo colocó en un pedestal moral muy por encima de esos personajes lo atacaron con epítetos como "imbécil", "comunista" o "kirchnerista". Lamentablemente no lo escuchamos y así nos fue...
Hoy, el mundo llora la partida de un hombre que dedicó su vida a servir a los demás. La despedida a Francisco es una de las más importantes de la historia, porque fue un líder cuya influencia trascendió fronteras y religiones, algo que sus detractores, tan intrascendentes, tan menores, no están en condiciones de entender. El sábado estarán en Roma quienes lo insultaron por pensar diferente. Nuestro deber es recordarlo para que nadie olvide quienes son esos individuos que derramarán lágrimas de cocodrilo.
(*) Periodista y abogado.