Juana Manso, una mujer que desafió su tiempo y revolucionó la educación argentina
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Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
Si hay figuras de la historia argentina que fueron adelantadas a su época, Juana Manso encabeza la lista. Olvidada por años, reivindicada tardíamente, y siempre incómoda para los círculos conservadores, su legado trasciende el siglo XIX.
Educadora, escritora, periodista y ferviente defensora de la igualdad, su vida fue una batalla contra los prejuicios, el autoritarismo y la ignorancia.
Nacida en Buenos Aires el 26 de junio de 1819, en una familia de raíces españolas, Manso vivió desde joven los vaivenes de la política argentina. Su padre fue funcionario del gobierno de Bernardino Rivadavia, lo que tiempo después obligó a la familia a emigrar a Montevideo y luego a Brasil.
Allí, Juana desarrolló una formación autodidacta, aprendiendo idiomas y empapándose de las ideas progresistas de la época. En Río de Janeiro fundó una escuela para niñas y comenzó a escribir sobre la necesidad de una educación laica, gratuita y accesible. También dirigió O Jornal das Senhoras, una publicación dirigida exclusivamente al público femenino.
En 1842 contrajo matrimonio con el violinista portugués Francisco de Sá Noronha, con quien tuvo dos hijas. La relación no fue buena. Su marido la maltrataba a menudo, pero seguía con ella porque su suegro los asistía económicamente.
Cuando murió el padre de Manso, el violinista se alejó dejando abandonada a su mujer con dos hijas. Ella aprovechó para volver a Buenos Aires, coincidiendo con la caída de Juan Manuel de Rosas.
Su regreso a la patria marcó el comienzo de su etapa más combativa. En un país dominado por la visión tradicionalista de la educación, Manso se alineó con Domingo Faustino Sarmiento, compartiendo su ideal de transformación social a través del conocimiento.
Fue la encargada de redactar los Anales de Educación Común, una publicación oficial que sentó las bases de la pedagogía moderna en Argentina. Desde allí promovió la inclusión de mujeres y niños de sectores humildes en el sistema educativo, enfrentando el desprecio de la élite política y eclesiástica.
Pero Manso no se limitó a las aulas. Su pluma desafió dogmas y cuestionó el statu quo en textos como "Los misterios del Plata" y "La Revolución de Mayo". También puso su firma en "La mujer poeta", "La familia del Comendador" y "A muhler do artista".
En sus obras defendió la libertad de pensamiento y la necesidad de una sociedad más equitativa. Sin embargo, su militancia intelectual le costó caro. La exclusión y el desprecio de muchos contemporáneos la relegaron a un papel secundario en la historia oficial, convirtiéndola en una figura incómoda para los relatores de la Nación.
Murió en Buenos Aires el 24 de abril de 1875 sin recibir los reconocimientos que su obra merecía. Con el tiempo, su nombre comenzó a aparecer en los estudios sobre educación, y su legado fue reivindicado por quienes comprenden que el progreso no ocurre sin resistencia. Hoy su figura es recordada en escuelas, calles y homenajes que buscan reparar la injusticia histórica de haberla silenciado.
Juana Manso no fue una mujer que se atrevió a pensar y actuar cuando la sociedad le exigía obediencia. Este homenaje a su vida y obra es recordar que la educación no solo instruye, sino que emancipa. Ella no llegó a verlo, pero siempre supo que así debía ser.
"Llegará un día en que el código de los pueblos garantizará a la mujer los derechos de su libertad y de su inteligencia. La humanidad no puede ser retrógrada. Sus tendencias son el progreso y la perfectibilidad; por eso la mujer ocupará el lugar que le compete en la gran familia social. Su inteligencia, cultivada, mejorará las facultades morales y la hará ejercer la inevitable influencia que le da la naturaleza en los grandes destinos de la humanidad; sí; porque la misión de la mujer es seria y grandiosa. El hombre, empero, hace la guerra a la naturaleza. Es así, como obstinado, niega a la mujer sus derechos y su inteligencia, y no puede conformarse a su papel de tirano” escribió una vez, y no se equivocó.