Libragate: el Gobierno juega al escondite con el escándalo que no se deja tapar

Mientras Javier Milei pregona transparencia y libertad, su Gobierno parece más ocupado en enterrar el escándalo del Criptogate que en dar explicaciones. El caso, que involucra la creación de una criptomoneda estatal ($LIBRA) con el presunto objetivo de financiarse por fuera del Congreso, huele mal desde hace semanas. Pero lejos de enfrentarlo con la seriedad institucional que exige, la estrategia oficial parece ser la del avestruz: esconder la cabeza y esperar que pase la tormenta.
La Cámara de Diputados no se quedó de brazos cruzados. Impulsada por Unión por la Patria, convocó a cinco funcionarios clave a una interpelación que promete sacudir el tablero político. El listado incluye al siempre escurridizo ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, quien hasta ahora no confirmó su presencia. Su eventual ausencia no sería solo una falta de respeto: podría significar el incumplimiento de deberes como funcionario público y abrir la puerta a un juicio político. La oposición lo sabe, y afila los cuchillos.
La reacción del Gobierno, en cambio, ha sido la del que tiene algo que ocultar. Ni conferencias de prensa, ni explicaciones contundentes. Solo un silencio que hace más ruido que cualquier acusación. ¿Qué esconde el oficialismo? ¿Por qué la desesperación por evitar la comisión investigadora que ya se cocina en el Congreso? El oficialismo, que llegó con promesas de cambiarlo todo, empieza a parecerse demasiado a lo que decía venir a combatir.
El caso del Criptogate podría marcar un antes y un después. No sólo por la gravedad institucional del asunto, sino porque expone las internas, improvisaciones y negocios turbios de una gestión que parece más cómoda en Twitter que en el recinto. La moneda virtual del Gobierno es cada vez más real como símbolo del doble discurso: hablan de austeridad mientras juegan con dinero virtual en la sombra.