Horacio Quiroga, un gran escritor asediado por la tragedia

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
El 19 de febrero de 1937 el mundo literario se conmocionó con la noticia del suicidio de Horacio Quiroga, uno de los más grandes cuentistas de la literatura hispanoamericana. Quiroga dejó un legado imborrable con obras como "Los arrecifes de Coral", "El crimen del otro", "Cuentos de la selva" y "Cuentos de amor, de locura y de muerte".
Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay. Su padre era nieto de Facundo Quiroga y se desempeñaba como vicecónsul argentino en dicha localidad uruguaya. La vida del pequeño Horacio estuvo marcada por tragedias desde una edad temprana. Su padre falleció accidentalmente cuando el futuro escritor tenía dos meses de vida y su padrastro -la madre se casó luego de enviudar- se suicidó años después. Estos eventos trágicos dejaron una huella profunda en su vida y se reflejarían en su obra literaria.
Quiroga estudió en Montevideo, donde mostró un temprano interés por la literatura y la escritura. En su juventud, se relacionó con círculos literarios y comenzó a publicar sus primeros textos. Su primera colección de cuentos, "Los arrecifes de Coral", fue publicada en 1901 y recibió elogios por su estilo innovador y su capacidad para capturar la esencia de lo trágico y lo misterioso.
En 1903, Quiroga viajó a Misiones, Argentina, donde quedó fascinado por la selva y la vida en la naturaleza. Esta experiencia fue fundamental en su desarrollo como escritor y se convirtió en una fuente inagotable de inspiración para su obra. "Cuentos de la selva", publicado en 1918, es una de sus obras más queridas y es considerada un clásico de la literatura infantil.
A lo largo de su carrera, Quiroga exploró temas como el amor, la locura y la muerte con una intensidad y profundidad únicas. Sus cuentos se caracterizan por su realismo psicológico y su capacidad para explorar los rincones más oscuros del alma humana. "Cuentos de amor, de locura y de muerte", publicado en 1917, es una de sus colecciones más aclamadas y sigue siendo una obra de referencia en la literatura de habla hispana.
La vida personal de Quiroga estuvo plagada de tragedias que alimentaron su genio creativo pero también su sufrimiento. Perdió a su primera esposa, Ana María Cires, quien se suicidó en 1915. Esta pérdida, profundas y dolorosa, influyó en su visión trágica de la vida y en su obra literaria. Pudo rehacer su vida amorosa casándose con María Bravo, de quien se divorció en 1934. Algunos años más tarde, como si fuera un mandato familiar, sus hijos también se suicidaron.
En sus últimos años, Quiroga sufrió de cáncer de próstata, lo que aumentó su sufrimiento físico y emocional. Incapaz de soportar el dolor y la desesperación, el 19 de febrero de 1937 decidió poner fin a su vida ingiriendo cianuro en el Hospital de Clínicas en Buenos Aires. Su muerte dejó un vacío en el mundo literario, pero su legado perdura a través de sus escritos.
Horacio Quiroga, con su estilo inigualable y su visión sombría de la vida, sigue siendo una figura importante de la literatura latinoamericana. Sus cuentos continúan resonando en lectores de todas las generaciones.