Economía y Empresas
El consumo se cayó a mínimos históricos

Hacer de tripas corazón, literalmente: ¿Cómo se las rebuscan los argentinos para comer carne en medio de la crisis?

Los cortes baratos, que habían perdido popularidad, vuelven a resurgir en medio de la malaria que se vive en un país que siempre se caracterizó por su producción vacuna. (Dibujo: NOVA)

La Argentina atraviesa uno de sus peores momentos históricos, y bajo la batuta del “Presiduende” Javier Milei, la economía del país se ha derrumbado de tal forma que los indicadores marcan descensos en el consumo pocas veces visto en las últimas décadas.

Según datos de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (CICCRA), 2024 marcó un hito en la historia argentina al registrar el consumo de carne vacuna más bajo desde 1920.

Esta situación es un claro reflejo de la devastadora crisis de ingresos que ha golpeado al país, lo que ha llevado a una transformación significativa en los hábitos alimenticios de la población. Al mismo tiempo, ha emergido un auge en el consumo de otras proteínas más asequibles, como el cerdo, el pollo y los huevos.

Aunque la producción de carne vacuna se mantuvo casi igual que en 2023, un notable 29,5 por ciento de esta se destinó al mercado externo, estableciendo un récord histórico de exportaciones. Esta situación pone de manifiesto que, a pesar de la disminución del consumo interno, Argentina sigue siendo un jugador importante en el comercio internacional de carne.

Un cambio destacable ha sido el consumo de pollo, que por primera vez en la historia supera al de carne vacuna, alcanzando 49,3 kilos por persona, según los datos de la Bolsa de Comercio de Rosario. Este drástico cambio en las preferencias de los consumidores refleja la búsqueda de opciones más económicas y accesibles.

Los patrones de consumo de carne vacuna han cambiado drásticamente. Los consumidores se están inclinando por cortes que ofrecen un mejor rendimiento. José Luis Aduna, dueño del frigorífico Carnes.Ar y de carnicerías en el Mercado Central, señala que cada vez más personas prefieren cortes como el bife de chorizo, que tiene más carne en comparación con cortes tradicionales como el asado, que a menudo incluye hueso y grasa. Esto refleja una clara tendencia hacia la economía y la eficiencia en la compra de alimentos.

Además, figuras como Mario Laurens, un reconocido carnicero influencer, observan que el asado, uno de los platos más emblemáticos de la gastronomía argentina, ha comenzado a estancarse. En días clave, como el 9 de cada mes, los consumidores optan por cortes más económicos, como la tapa o incluso preparaciones como el roast beef desmenuzado para hacer sándwiches, dejando de lado los cortes más costosos y menos prácticos que requieren más tiempo y recursos de cocción.

Este cambio no solo se limita a los cortes más populares, sino que también incluye la recuperación de carnes que anteriormente habían caído en desuso, como hígado, corazón y mondongo. Esta búsqueda de alternativas más económicas se ha convertido en una estrategia para llegar a fin de mes, reflejando la realidad económica de muchos argentinos.

Asimismo, los comerciantes han indicado que las promociones bancarias están siendo cruciales para sostener la actividad en este sector. Laurens menciona que el uso de cuentas digitales como la Cuenta DNI permite a muchos consumir y abastecerse más, especialmente durante los días de aguinaldo, donde los clientes se sienten más inclinados a gastar sin preocuparse tanto por los precios. Sin embargo, la ausencia de estos beneficios en otros días provoca una notable caída en las ventas, reflejando la fragilidad de la situación económica.

En conclusión, el consumo de carne en Argentina está experimentando un cambio radical impulsado por la crisis económica. Con un crecimiento en el consumo de proteínas alternativas y la adopción de cortes más económicos, es evidente que los argentinos están buscando formas de adaptarse a esta nueva y dura realidad.

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