
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
El 9 de enero de 1927 nació Rodolfo Walsh, una figura emblemática del periodismo y la literatura argentina. Nacido en Lamarque, Río Negro, se destacó por su talento literario y por su incansable compromiso contra las dictaduras asesinas de Pedro Eugenio Aramburu primero y de Jorge Rafael Videla después.
Su nombre de nacimiento era Rodolfo Jorge Walsh. Hijo de padres irlandeses, desde joven descubrió que lo suyo iba por el lado de la escritura y el periodismo. Se inició en el oficio de escribir en revistas como Leoplán, Vea y Lea, Panorama, Primera Plana y Semanario Villero. En esas páginas nació el Walsh que conocemos: investigación rigurosa y pluma refinada.
Sus libros más conocidos fueron "Operación Masacre", "¿Quién mató a Rosendo?" y "El caso Satanovsky". Estos textos denunciaron crímenes y abusos del poder en una época en que hacerlo era un oficio de alto riesgo. "Operación Masacre" destapó el fusilamiento clandestino de militantes peronistas en 1956, y pasó del papel al cine, en 1973.
Walsh no fue un simple observador. Su compromiso con denunciar los abusos de poder en el continente lo llevó a participar activamente en la creación de la agencia cubana Prensa Latina y, posteriormente, de la agencia clandestina de noticias ANCLA. Su trabajo en estas agencias fue crucial para la difusión de información veraz en tiempos de censura y represión.
En su vida personal, Rodolfo Walsh fue un hombre de familia, esposo y padre dedicado. Su valentía y convicción lo llevaron a involucrarse en la lucha armada, primero con las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y luego con la organización Montoneros. Una investigación reciente del periodosta Ceferino Reato le atribuye una participación decisiva en el atentado al comedor de la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal Argentina, el 2 de julio de 1976, que le costó la vida a 22 personas y dejó más de 100 heridos.
El 25 de marzo de 1977, Walsh fue asesinado por un grupo de Tareas de la ESMA, luego de enviar una carta abierta a la Junta Militar denunciando los crímenes de la dictadura. Esta carta, cargada de valentía y claridad, es un testimonio de lo que pasaba en la Argentina gobernada por una banda criminal integrada por asesinos que confiaron la economía del país a los cultores del liberalismo económico.
En su Carta Abierta a la Junta Militar explicó cuáles fueron las causas que lo llevaron a elaborar un diagnóstico de la situación del país que le costó la vida: "La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años".
Walsh también refirió a la represión ilegal: "Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio".
En relación a la situación de los trabajadores durante la dictadura, Walsh expresó: "En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40 por ciento, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30 por ciento, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales".
En ese sentido agregó: "Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9 por ciento prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron".
Para cerrar, Walsh le habló a la cúpula del Proceso de Reorganización Nacional: "Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles".