VIDEO | El debut del dúo Gardel-Razzano, un hito de la cultura porteña

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
El 8 de enero de 1914 el Teatro Nacional de Buenos Aires se vistió de gala para recibir a dos jóvenes talentos que cambiarían para siempre la música porteña: Carlos Gardel y José Razzano. Conocidos como “El Morocho del Abasto” y “El Oriental”, respectivamente, este dúo se convirtió en un ícono del tango y la música criolla.
Carlos Gardel, nacido en Toulouse, Francia, en 1890, llegó a Buenos Aires a los dos años junto a su madre. Desde joven, mostró un talento innato para el canto, ganándose el apodo de “El Zorzal Criollo”. Por su parte, José Razzano, nació en Montevideo en 1887. Su familia se trasladó a Buenos Aires poco después. Algunos años más tarde el joven José comenzó su carrera de cantor criollo. El amor a la música los unió en 1911, sabiendo que ambos tenían mucho para dar en conjunto.
El dúo quedó conformado definitivamente en 1913, al romper el cuarteto que integraban junto a Francisco Martino y Saúl Salinas. Después de tocar en el Teatro Nacional iniciaron una gira que los llevó a teatros de Buenos Aires, al interior del país y al Uruguay. El repertorio incluía estilos camperos y canciones latinoamericanas era bien recibido por el público y sumado al carisma personal de Gardel, el aplauso estaba asegurado.
La importancia del binomio en la música porteña de la época es digna de reconocimiento. Con un alto grado de profesionalismo, Gardel y Razzano contribuyeron a la difusión de la música criolla, al tiempo que lograron llevarla de sórdidos arrabales a los elegantes salones del centro. En una época en que el único medio para hacer publicidad era una nota en la prensa gráfica y el boca a boca, la dupla se hizo famosa y tuvo éxito en todos los lugares donde se presentó.
La talentosa sociedad artística cantó hasta 1925. Razzano, afectado por problemas en sus cuerdas vocales, se retiró de la actividad. A partir de entonces, se dedicó a manejar los negocios de Gardel, quien continuó su carrera como solista y alcanzó fama mundial. La ruptura artística no incluyó a la amistad que los unía. Razzano siguió frecuentando a Gardel, que lo designó administrador de sus negocios. El oriental cumplió esa función la muerte del máximo exponente del tango, ocurrida una década después. Por su parte Razzano falleció en 1960.
En homenaje a su obra, la milonga “El Morocho y el Oriental” celebra la magia y el talento de estas dos enormes figuras. Gardel y Razzano fueron dueños indiscutidos de la escena musical porteña en una época en que Buenos Aires se consolidaba como una cudad cosmopolita y mundana, sin perder su esencia barrial.
Causa una sana envidia pensar que por esos días la capital argentina se daba el lujo de inaugurar el subterráneo, levantaba orondos edificios que dieron a la ciudad un inconfundible aspecto parisino y disfrutaba de la buena literatura. A todo eso, que no es poco, hay que sumarle la voz de Carlos Gardel y la guitarra de José Razzano.