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Análisis

El peronismo bonaerense, entre el desconcierto y la autocrítica: un derrumbe que reconfigura el mapa político

El periodista Fabio Fernández.
Comparativa nacional.
Comparativa nacional.
Cuadro bonaerense.
Cuadro bonaerense.
Evolutivo municipal.
Evolutivo municipal.

Por Fabio Fernández, especial para NOVA

El golpe fue duro, inesperado y, sobre todo, contundente. El peronismo bonaerense, bajo el sello Fuerza Patria, retrocedió todo lo que había logrado avanzar en las elecciones del 7 de septiembre.

La provincia de Buenos Aires, hasta hace pocas semanas bastión de una victoria arrolladora, se transformó en el epicentro de una derrota que sacude los cimientos del justicialismo y abre una nueva etapa de tensiones internas.

Según un análisis elaborado por Phantom Digital, de los 26 municipios más poblados del AMBA, el peronismo perdió 316 mil votos respecto a las elecciones provinciales y municipales.

En contraste, La Libertad Avanza (LLA) sumó 474 mil nuevos sufragios. Es decir, mientras el PJ se desmoronaba, el espacio liberal de Javier Milei se expandía con fuerza.

Los municipios analizados incluyen a La Matanza, La Plata, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Quilmes, Mar del Plata, Moreno, Avellaneda, Berazategui, Malvinas Argentinas, Lanús, San Martín, Pilar, Merlo, Florencio Varela, Morón, Esteban Echeverría, Tres de Febrero, José C. Paz, Tigre, Escobar, Ezeiza, San Miguel, Vicente López, Ituzaingó y San Isidro.

En algunos distritos (como Merlo, Tigre, José Clemente Paz, San Miguel, Ituzaingó y San Isidro) el peronismo logró mejorar su desempeño, aunque en todos ellos La Libertad Avanza creció aún más. Las pérdidas más pronunciadas se registraron en Avellaneda (33.600 votos), Esteban Echeverría (33 mil), Lomas de Zamora y Berazategui (32.500) y Pilar (30 mil). Aun así, en esos lugares el oficialismo provincial logró conservar la victoria local.

El contraste con los comicios anteriores tiene múltiples causas. La elección del 7 de septiembre se definió con boleta partidaria tradicional, mientras que la de octubre se realizó con Boleta Única de Papel.

Además, en esta última no participaron los extranjeros (más de un millón de electores en la provincia) y los intendentes tuvieron menos incentivos para involucrarse, ya que se disputaban cargos nacionales.

Sin embargo, esos factores no alcanzan para explicar una caída tan abrupta. El PJ pasó de ganar por 13 puntos a perder por menos de 2 en el distrito electoral más grande del país.

Ese resultado no solo encendió alarmas en el conurbano, sino que también desató un nuevo capítulo de la interna entre el kicillofismo y el cristinismo, con pases de factura por el armado de listas y la estrategia electoral.

El impacto trasciende lo bonaerense. En las ocho provincias que eligieron senadores, el peronismo solo ganó en dos: Santiago del Estero, con Gerardo Zamora, y Río Negro, con Martín Soria.

En el resto, la marea violeta libertaria arrasó: Salta, Jujuy, San Luis, Córdoba, Misiones y Corrientes se tiñeron del color del oficialismo nacional. Incluso en Santa Fe, CABA, Tierra del Fuego y Mendoza, el PJ se conformó con segundos puestos que dejaron sabor a derrota.

Hubo, no obstante, algunas excepciones: Cristian Andino triunfó en San Juan, Juan Carlos Molina dio la sorpresa en Santa Cruz, y los gobernadores Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Ricardo Quintela (La Rioja), Sergio Ziliotto (La Pampa) y Gildo Insfrán (Formosa) lograron retener sus territorios. Pero esos triunfos quedaron opacados por una caída nacional superior a los diez puntos.

Aun en medio del derrumbe, el PJ consiguió colocar figuras en el Senado, como Jorge Capitanich (Chaco), Cristina López (Tierra del Fuego), Adán Bahl (Entre Ríos) y Mariano Recalde (CABA). Pero esos ingresos apenas amortiguan el golpe de una derrota estructural, que pone en crisis el proyecto nacional del partido.

Desde el Movimiento Derecho al Futuro, algunos dirigentes sostienen que Axel Kicillof sigue siendo el único liderazgo con proyección presidencial real dentro del peronismo. Sin embargo, reconocen que ahora se inicia una etapa compleja, en la que será necesario reordenar fuerzas, renovar cuadros y revisar estrategias.

El peronismo perdió una elección que parecía imposible de perder. Y lo hizo frente a un gobierno libertario que atraviesa dificultades económicas, tensiones internas y un escenario social adverso. La magnitud de la derrota obliga a una reflexión profunda: ¿fue un voto anti peronista, anti kirchnerista o simplemente un reclamo de cambio más amplio?

Mientras el mapa político se tiñe de violeta, en las filas del PJ bonaerense ya se habla de una “refundación necesaria”. Porque la derrota no solo fue electoral, sino también simbólica: el fin de un ciclo que dominó la política argentina durante casi dos décadas.

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