Cómo es el majestuoso templo de la Iglesia de Jesucristo que reunirá a 36 mil fieles de la región de Cuyo en Argentina







Por Cecilia Corradetti, especial para NOVA
Ubicado en una zona privilegiada de Mendoza en Argentina, la construcción representa un verdadero lujo. Cómo se sostiene financieramente, quién la costea y qué tipo de oficios religiosos se realizarán en el lugar.
Un templo posiblemente nunca antes visto por su majestuosidad, lujo y enormes dimensiones se inauguró en Mendoza tras cuatro años de edificación en una de las zonas más privilegiadas de esta provincia, al pie de la precordillera de los Andes. El lugar albergará a los más de 34 mil fieles de toda la zona de Cuyo y también a miembros de todo el país.
En un área de terreno de 6 hectáreas y más de 2 mil metros cuadrados se erigió un diseño de arquitectura religiosa e histórica de la región y se incorporó la esencia mendocina en la ambientación. Por ejemplo, el complejo posee acequias, canales de agua característicos de la región, azulejos inspirados en la plaza España local y vitraux con dibujos de la flor de la jarilla típica de la zona. También obras de arte originales referidas a la naturaleza mendocina y cuyana.
Existen en todo el mundo más de 17 millones de miembros de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; 500 mil en la Argentina; 36 mil distribuidos en la zona de Cuyo y 25 mil en esta provincia de Mendoza. La gran cantidad de fieles motivó este templo de características singulares: solo en el país, se emplazan cuatro de la misma magnitud, todos situados en ciudades importantes como Buenos Aires, Córdoba y Salta. Otros tres están próximos a inaugurarse también en ciudades estratégicas: Bahía Blanca, Rosario y un segundo en Buenos Aires.
La majestuosidad del edificio generó curiosidad en cuanto a quiénes son los mormones, qué tipo de actividad religiosa llevarán a cabo en ese lujoso espacio, de qué trabajan y cómo lograron solventar una obra de semejante envergadura.
Desde la llegada de los primeros misioneros a Sudamérica, en 1925, la Iglesia creció lentamente. La región cuyana, sin embargo, recibió la temprana visita de misioneros en 1941.
La influencia fue cada vez mayor a medida que pasaban los años. Así, en 1986 se edificó el primer gran templo en Buenos Aires, seguidos por el de Córdoba y Salta. El de Mendoza es el cuarto de esta magnitud en la Argentina.
Carolina Villegas es miembro activo de la Iglesia y vocera en Guaymallén, Mendoza: “Tuve la bendición de nacer en una familia donde ya mis padres eran miembros de la Iglesia y ellos nos enseñaron buenos principios con su ejemplo y siempre nos dieron, a mis hermanos y a mí, la libertad de elegir”, relata.
Aclara que los mormones tienen distintas profesiones, trabajos y empleos, como cualquier otra persona. Carolina, que es licenciada en Psicología, lo explica de este modo: “Nuestros profetas nos enseñan sobre la autosuficiencia, la importancia del trabajo como sustento y de nutrir nuestro intelecto constantemente. Cada miembro se esfuerza por seguir progresando es sus aspectos personales, de esta manera tendremos más herramientas y recursos para servir a la comunidad”.
Es así que la Iglesia brinda talleres y cursos para aprender a administrar las finanzas personales, elegir la educación para mejores empleos, comenzar emprendimientos, resiliencia emocional, entre otros. Los cursos son para todo público y gratuitos.
La inquietud por saber cómo se sostiene financieramente semejante estructura, además de los restantes centros de reunión, son cuestiones que muchos suelen preguntarse.
La vocera explicó que los miembros de la Iglesia de Jesucristo tienen una práctica religiosa que es el diezmo. Según la definición bíblica esto significa una décima parte de su ingreso anual.
“Cada persona lo paga según su integridad y honor, nadie le exige revisar sus recibos de sueldo ni nada por el estilo”, aclara.
Con estos fondos y otras donaciones caritativas se financian las construcciones y mantenimiento de las instalaciones de la Iglesia, como también programas mundiales humanitarios, educativos, misioneros y de bienestar para brindar ayuda a la comunidad.
Ariel Noriega, sanjuanino, miembro del área de Comunicación, aclaró que la Iglesia no tiene un clero pago; se sostiene mediante el voluntariado.
“Se espera que cada hombre o mujer líder logre autosuficiencia personal o familiar mediante su profesión, oficio o emprendimiento, y luego apartan tiempo para prestar servicio a los demás dentro de la Iglesia”, advierte.