Editorial
Fuera de foco

¿Qué tiene el Presidente en la cabeza?

Javier Milei prioriza cuestiones electorales en lugar de ocuparse de lo urgente. (Dibujo: NOVA)

Desde que asumió en el poder, el accionar del presidente Javier Milei se circunscribe a tres ejes: la dinámica de los mercados, la cuestión monetaria y la violencia dirigida a otros funcionarios y/o actores de la política nacional e internacional. Esta obsesión lo sigue manteniendo alejado de las problemáticas reales que afectan a la gente: salarios miserables, pobreza creciente, pymes asfixiadas, desempleo, caída del consumo y tarifas impagables. De eso no se habla, y esta grave falencia ha derruido el discurso libertario del que se valió para ganar las elecciones.

A su cuestionable lista de “prioridades” se sumó en los últimos días el proyecto de reforma electoral, de cara a los comicios nacionales de medio término del año viene. Tras reunirse con los tres jueces de la Cámara Electoral, el Gobierno ocupa su tiempo en cranear un plan para presentar en el Congreso, que contempla la eliminación de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), la aplicación de la Boleta Única de Papel, la ficha limpia para los candidatos con condenas y modificaciones en el financiamiento de los partidos políticos.

Mientras el jefe de Estadio malgasta su tiempo en alimentar sus propias ambiciones e intereses políticos, se dispara el dólar, caen las reservas y trepa el riesgo país. Un caos que el economista estrella no logra pilotear, pero que al fin de cuentas, lo hizo reaccionar. Junto a su figurita preferida, el ministro Luis Caputo, se vieron obligados a anunciar medidas de emergencia para contener la situación y evitar una debacle mayor.

Hasta el momento, la gestión libertaria adorna su imagen bajo el argumento de la exitosa lucha contra la inflación, que no es más que venta de humo, ya que las cifras que muestran no se ven reflejadas en las góndolas ni en las boletas. Todo lo contrario: pagar alimentos, alquileres, prepagas, combustible, luz, gas y transporte se ha convertido en un desafío cotidiano para los argentinos de la franja media hacia abajo, cuya economía familiar se deteriora día a día ante salarios que no valen nada.

Lejos de planificar medidas de alivio para las pymes y la clase media, el gobierno de La Libertad Avanza juega con el umbral de tolerancia y dolor de los argentinos, que históricamente se han caracterizado por su resiliencia ante escenarios complejos. Explotar ese instinto de supervivencia es, sin duda, una maniobra macabra cuando la recompensa está cada vez más lejos del horizonte.

Mientras tanto, a gran escala, la presión fiscal y el cepo cambiario siguen a la orden del día, a medida que aumentan los reclamos sociales por la crisis. A su vez, la incertidumbre que provoca la volatilidad del dólar genera cada vez más desconfianza en el Gobierno, que acusó a los mercados de querer “meter el dólar en 1.800 pesos”, destacando su propio acto “heroico de plancharlo en 1.400. “Les dejamos el culo como un mandril”, disparó el Presidente en otro ataque de violencia verbal.

Como con Milei las agresiones nunca son suficientes, más tarde apuntó contra el director del hemisferio occidental del FMI, Rodrigo Valdez, al que tildó de “malintencionado”. “Estoy convencido de que esa persona no quiere el bien para Argentina. Era absolutamente contemplativo con el gobierno anterior. Y nosotros, que somos un ejemplo de un esfuerzo fiscal nunca visto en la historia de la humanidad... Bueno, pero él tiene otra agenda, evidentemente", disparó.

A pesar del complejo contexto económico, Milei decide poner las energías en cambiar las reglas del juego electoral, priorizando la medición de su capital político y su proyección en el poder en un escenario de profunda crisis de liderazgo en los partidos tradicionales y ausencia de fuerzas capaces de competir por la Jefatura de Estado en el futuro.

Y no solo piensa en los comicios nacionales. Tras la salida de Joe Biden de la escena electoral estadounidense, el mandatario argentino especula con un eventual triunfo de Donald Trump en noviembre próximo, que en 2025 le pueda garantizar una lluvia de dólares para salir del cepo, bajar impuestos y avanzar con su modelo libertario.

En simultáneo, dos de los caballitos de batalla de la campaña mileista –la parafraseada dolarización y el cierre del Banco Central- pasaron al cajón de los recuerdos. Ojalá, a la postre, su falta de empatía con el pueblo no aniquile lo poco que les queda de ilusión de progreso a los argentinos.

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