Judiciales y Policiales
El denominador común

VIDEO | Caso Loan: el arma asesina que provoca muertes súbitas

La muerte de un abogado en el Caso Loan, Néstor Luque, reaviva la duda.

Las muertes sorpresivas en el ámbito de la política, en la iglesia, tienen un denominador común y que se trata nada menos que quienes lo rodeaban desconocían algún tipo de problema cardíaco o de salud que podría determinar el fallecimiento repentino, y la muerte de un abogado en el Caso Loan, Néstor Luque, reaviva la duda.

La historia cuenta con muchos fallecimientos misteriosos en determinados momentos de la vida de cada una de esas personas, que habían tomado la decisión de hablar sobre un tema o intervenir en asuntos que afectarán los intereses de ciertos sectores sin importar el área de la cual se trate.

Temas religiosos, políticos, famosos y hasta la justicia misma posee en su historial miles de fallecimientos sorpresivos, sin explicación y de aparente manera natural, ya que las posteriores autopsias determinaron paro cardiorrespiratorios sin trauma, lo cual es llamativo ya que varios no padecían patologías previas.

"En muchas oportunidades se han inyectado vasodilatadores en el cuerpo de varias personas, para provocar el paro cardiorrespiratorio y de esa forma no dejar rastros. Ninguna autopsia podría encontrar, siquiera, una toxina que provoca efectos naturales y desaparece de manera inmediata del cuerpo", aseguró un ex integrante del servicio de inteligencia nacional.

Misteriosas muertes como el Papa Juan Pablo I, la muerte de Beba Bidart, el ex ministro de Defensa del gobierno de Raúl Alfonsín, Roque Carranza, e incluso la sorpresiva muerte del exministro Oscar Camilion, del gabinete de Carlos Saúl Menem, entre otros, forman parte del irrastreable método de muerte que utilizan determinadas personas.

"Una de las toxinas que más se utilizaban en esta clase de operaciones que se realizaban para terminar con ciertos objetivos, era la Tetrodotoxina. Se puede colocar en una comida o bebida, y apenas se ingiere hace efecto fulminante y con una dosis mínima. No hay manera que un médico clínico se imagine que un paciente puede haber ingerido esa toxina, y muchos menos verse en una autopsia", detalló la fuente consultada.

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