Para una piel radiante: los beneficios de utilizar protector solar en invierno
Aunque el protector solar se asocia comúnmente con playas, piscinas y días calurosos de verano, el riesgo de daño solar persiste incluso en los meses fríos. Durante el invierno, pasamos menos tiempo al aire libre y tendemos a abrigarnos más, lo que podría llevarnos a subestimar la exposición a los rayos ultravioleta (UV). Si bien los niveles de rayos UV son más bajos en invierno debido a la inclinación de la Tierra, la relación entre temperatura y radiación UV es menos directa de lo que muchos creen.
El envejecimiento de la piel es un proceso natural, pero la exposición prolongada o intensa al sol puede acelerar este proceso, causando un envejecimiento prematuro. Se estima que hasta el 90 por ciento de los cambios visibles en la piel atribuidos al envejecimiento son causados por el sol. Por lo tanto, la protección contra los rayos UV es crucial durante todo el año.
La invisibilidad del riesgo
Los niveles de rayos UV son imperceptibles a simple vista, pero la piel puede sentir su impacto incluso en invierno. Esta radiación penetra la piel y puede dañarla a nivel celular. El cáncer de piel es el tipo de cáncer más común en Estados Unidos, y el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) recomienda el uso de protector solar y la limitación de la exposición directa al sol durante las horas pico (de 10 a 16) durante todo el año. Además, dado que las nubes solo reducen los niveles de UV en aproximadamente un 50 por ciento, es vital usar protector solar incluso en días nublados. Se recomienda aplicar protector solar con un SPF de 30 o más en las áreas descubiertas, como la cara y las orejas, cuando se esté al aire libre. Complementar con gorros de invierno o tapaorejas también puede proteger contra los daños UV.
Más allá de las quemaduras solares
Las quemaduras solares son solo una manifestación del daño solar. La sobreexposición puede causar cambios en la piel que se manifiestan años después, como arrugas, magulladuras y envejecimiento acelerado. También puede provocar la aparición de pequeños vasos sanguíneos en la piel, especialmente en la cara, así como manchas marrones y pecas en áreas expuestas, como las manos y los brazos. Las personas de piel más clara son más propensas a desarrollar estas manchas, que pueden presentarse como pequeñas manchas blancas y parches rojos.
Los cambios precancerosos incluyen queratosis actínica, lesiones rojas y escamosas que aparecen en la cara, orejas y dorso de las manos, así como queilitis actínica en los labios. Es fundamental que los médicos revisen la piel para detectar estos y otros cambios.
Deportes de invierno y daño solar
Los aficionados a los deportes de nieve y los excursionistas están en mayor riesgo de daño solar durante el invierno. El aire claro y seco de las montañas puede aumentar los niveles de rayos UV, que incrementan aproximadamente un 6 por ciento por cada 1000 pies de altura. Además, la nieve refleja los rayos UV, aumentando el riesgo de daños en la piel y los ojos, como el melanoma ocular y la fotoqueratitis, también conocida como ceguera por nieve. Es esencial usar gafas de protección UV o gafas de sol en las pistas para proteger los ojos.
Vigilancia del cáncer de piel
Es común tener lunares o marcas de nacimiento, pero cualquier cambio en estos puede ser una señal de cáncer de piel. Para identificar lunares atípicos, se recomienda seguir el ABCDE:
- Asimetría: ¿Tiene la mancha lados irregulares?
- Borde: ¿Presenta bordes ondulados o irregulares?
- Color: ¿Tiene más de un color?
- Diámetro: ¿Es más grande que el borrador de un lápiz?
- Evolución: ¿Ha cambiado en tamaño, color, borde o ancho en las últimas semanas o meses?
Ante cualquier nueva mancha o cambio en una existente, incluso en áreas con menos exposición al sol, consulte con un proveedor de salud.