Cómics e Historietas
Merece una reedición urgente

"Big Norman": un policial poco convencional, imprevisible y genial

El protagonista es un antihéroe creíble, capaz de luchar contra los poderosos sin perder su sentido de la ironía.

Por Iván de la Torre (*), especial para NOVA

Robin Wood, junto al histórico dibujante Daniel Haupt, creó a este inmenso detective de cabello blanco con el rostro de Paul Newman, que resuelve misterios en Nueva York, pero, como Carlos Trillo en “Un tal Daneri” y Carlos Sampayo en “Evaristo”, no se dejó limitar por el formato del policial tradicional y aprovechó la inmensa popularidad del género para volver a contar la historia de un hombre solitario, con principios, sentido del humor y mucha picardía que no tiene miedo en enfrentarse a los poderosos que abusan impunemente de los demás: “Big Norman es grande, verdaderamente grande. Ciento cuarenta kilos de humanidad impaciente, pelo blanco, duro y con una reputación que vuelve prudentes a todos los duros de Nueva York. Ama los coches grandes y las armas potentes, por eso lleva siempre su pavoroso Magnum 44, un cañón capaz de detener a un rinoceronte en plena carrera. Es un tipo que conviene evitar pues tiene la mano pesada y el revólver rápido...”.

El guión logra transmitir toda la furia y la impotencia del personaje al ver hombres y mujeres que son sistemáticamente maltratados, golpeados o asesinados sin que nadie los defienda: “Toda la historia era una historia triste y miserable con pocos culpables y muchas víctimas... Cuando colgué el teléfono me serví otro whisky y lo bebí a la memoria de Dolores McRae, esa mujer que nunca conocí y cuya muerte, sin embargo, me dolía más y más a medida que pasaba el tiempo”.

Al igual que Raymond Chandler, el gran maestro del policial negro, Robin combina humor e ironía para no caer en un tono moralista, que arruine la historia: “Charly Polansky fue muerto en una madrugada gris y miserable, lo cual tal vez fue muy apropiado pues Charly había sido un rufián gris y miserable toda su vida. Por ello, los policías que hallaron su cuerpo se sorprendieron de que le hubieran pegado cuatro balazos del 38. Las balas cuestan caras y un infeliz como Charly no justificaba un derroche tal. En síntesis: Charly Polansky había tenido un nivel de muerte muy superior a su nivel de vida”.

“Aquella oficina tenía más o menos el tamaño de una cancha de tenis y la modestia de una catedral. El alfombrado era tan espeso que uno se hundía hasta las rodillas y los muebles eran verdadero roble. Había una secretaria sensacional y que probablemente jamás había tenido ningún contacto con algo tan prosaico como una máquina de escribir”.

A través de este policial irreverente, por momentos dramático, por momentos humorístico, Robin construyó un antihéroe creíble, capaz de luchar contra los poderosos sin perder su sentido de la ironía: “Tú eres un rufián, un pobre tipo analfabeto que llegó muy alto... pero te equivocas. Sigues siendo un payaso mal vestido. Y ahora lárgate y vete a una escuela primaria”.

“Lo llamaban Gulliver y nadie sabía muy bien por qué. Era un individuo que trataba de ser elegante y que pagaba muy caro sus ropas sin que jamás hubiera podido aprender a combinar una corbata o el color de sus zapatos con el traje que llevaba”.

En “Big Norman”, Wood crea un personaje que sabe cómo funciona el mundo real, pero aun así se niega a rendirse ante quienes abusan de todos aquellos que no pueden defenderse: “Yo amo a esta ciudad y querría que fuera de otra manera. Me disgusta ver a los ladrones y asesinos pasearse por las calles y reírse de los buenos ciudadanos y de la ley. Esto no me gusta y por ello los golpeo cuando puedo y con todas mis fuerzas. La sociedad necesita también de brutos que la protejan. Y yo soy uno de esos brutos”.

Lo que diferencia a “Big Norman” de los policiales tradicionales es que, al igual que en “Nippur de Lagash” y “Jackaroe”, Robin hace creíble, en párrafos perfectos, llenos de lucidez y dolor, la lucha de un personaje solitario contra quienes creen estar por encima de cualquier ley: “Me dan pena esas personas deshechas, humilladas, me dan mucha pena…”.

“El rancho Sanders era una pequeña ciudad en sí misma y a mi pesar me sentí impresionado. Era un verdadero símbolo de poder, el poder de un solo hombre. Y a mí siempre me han disgustado los hombres demasiado poderosos”.

“Estoy enfermo. Enfermo de furia, de pena. Y tal vez de culpa. Hoy no estoy de buen humor. Hoy quisiera salir a la calle y aullar como un perro rabioso y obligar al mundo entero a que me escuche. Hoy me gustaría ser un vengador solitario y creer que la justifica todo lo arregla, pero no puedo. Me siento viejo, cansado y desilusionado”.

“Esperé por el bastardo que llegaría con su manada de perros de presa, con sus asesinos bien comidos, bien vestidos y bien pagados. Llegarían contentos, seguros de ser los más astutos, tal vez recordando con placer la noche en que destrozaron un cuerpo de mujer buscando un informe, una pila de dólares... Sí. Ellos son los violentos, los astutos, los duros, los que no respetan nada ni se detienen ante una muerte más o menos...”.

“Estaba recordando ese sollozo animal en la noche, desesperado, ese gemido terrible que sólo puede emitir una persona que ya está más allá de toda esperanza. Yo he visto mucha guerra y mucho crimen, he peleado y han tratado de matarme, y tal vez por todo eso he aprendido a odiar salvajemente a los bastardos que despedazan a los indefensos, a los que no tienen con qué y cómo defenderse. Oh, sí. Odio a esos bastardos”.

“Recordaba a esa jauría rodeando a la muchacha, recordaba su grito desesperado...”.

Pocos años después, en “Savarese”, Robin retomará el mismo discurso, dejando todavía más claro, a través del agente siciliano del FBI, lo que siente por los matones, los abusadores, los delincuentes embellecidos por décadas de literatura y el cine: “Saben moverse en todos los medios con un único sistema: el miedo. Siempre están allí donde hay gente débil. Siempre saben cómo golpear, cómo amenazar...

Igual que en Sicilia. Igual que en todo el mundo, seguramente... Yo odio el abuso y la brutalidad. Odio el crimen. Odio la impunidad del asesino. Odio ver los cadáveres de las víctimas y saber que en algún rincón oscuro hay un bastardo riendo en voz baja. ¡Yo voy a meterme en líos! ¡Yo no voy a cerrar los ojos mientras veo a escoria como ésa atropellando a los que no se pueden defender!”.

En ese párrafo está la esencia del clásico antihéroe woodiano encarnado en Big Norman, en John Savarese y en todos sus grandes personajes, desde el inicial Nippur de Lagash: alguien dispuesto a luchar contra los matones, pero también contra los discursos que los embellecen y romantizan, convirtiéndolos en ejemplos a seguir a través de películas populares como “Bonnie and Clyde” o “Papillón”.

“Big Norman” muestra a un personaje que pelea por sus principios personales sabiendo que mucha gente nunca entenderá lo que hace (e incluso lo cuestionará por ello), pero aun así sigue adelante, respetando una serie de valores (honestidad, fidelidad, valor) fundamentales para él: “Casi no había conocido a ese hombre. Lo había visto dos veces y la gente diría que era un desconocido para mí, pero no era así. Su fiera fidelidad al amigo, su honestidad y su muerte brutal lo convertían en algo tan mío como mi carne y mi sangre...”.

Con esta entretenida e imprevisible historieta, Wood rinde, una vez más, homenaje a su antihéroe preferido, un hombre duro, tierno y humorístico decidido a hacer justicia a su manera, sabiendo que está condenado a morir solo, pobre y olvidado, pero con el orgullo intacto al haberse mantenido libre, independiente e incorruptible hasta el final.

(*) tiorico2@yahoo.com.ar

“Toda la historia era una historia triste y miserable con pocos culpables y muchas víctimas".
“Toda la historia era una historia triste y miserable con pocos culpables y muchas víctimas".
El guión logra transmitir la impotencia del personaje al ver hombres y mujeres que son sistemáticamente maltratados, golpeados o asesinados sin que nadie los defienda.
El guión logra transmitir la impotencia del personaje al ver hombres y mujeres que son sistemáticamente maltratados, golpeados o asesinados sin que nadie los defienda.
Un policial fuera de lo tradicional.
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