Cómics e Historietas
Segunda parte

Mazzone vs. Quinterno: un match de derechos

El diario personal de Mazzone: la ida de "Patoruzú" y el reemplazo de Capicúa.

Por Miguel Dao (*)

IV.- UN PLEITO EN FORMA

El comentario completo con que Mazzone inaugura su cuaderno de 1940 (4 de abril, recordemos), reza: "Después de una situación insostenible me retiro de la revista 'Patoruzú', me prohíben publicar mi historieta 'Mi Sobrino Capicúa', que empezó a publicarse el 31 de julio de 1939. La hice a pedido del Señor Quinterno y casi contra mi voluntad."

No parece haber sido el primero en cansarse del maltrato imperante en el semanario "Patoruzú".

Dos semanas después de su partida, Luis Alberto Reilly –hasta hacía poco hombre de confianza de Quinterno, habíamos apuntado- le propone a Mazzone un contrato para formar parte de su futura revista "Cara Sucia".

Comienza lo que será una ardua batalla legal por los derechos de Capicúa.

Quinterno intenta por el lado de Patentes y Marcas. Mazzone inicia el trámite por ante el Registro de la Propiedad Intelectual. "Esto va para largo", anota en su diario, y no se equivoca. Porque su ex-jefe no sólo intenta bloquearle la tira humorística, sino que encima la continúa con otro dibujante.

La publicación de Mi Sobrino Capicúa se había interrumpido entre los números 138 y 141 de "Patoruzú".

El anuncio de la reanudación, en el número 142, del 3 de Junio de 1940, no tiene desperdicio.

Se puede imaginar ahí la altisonante voz de un Quinterno furibundo, silabeando "nues-tra historieta". A Mazzone no se lo nombra. Pasa a ser "el dibujante que la ejecutaba". En cambio sí se alude con nombre y apellido al "gran dibujante argentino Eduardo Uliano", a quien "hemos or-de-na-do la ejecución" (Quinterno, como el Papa, habla de sí mismo en plural), prometiendo inclusive que la nueva versión superará ampliamente a la anterior.

Es forzoso aclarar que nombre y apellido equivale en el caso a seudónimo. Detrás de Eduardo Uliano se escondía Oscar Blotta, un incondicional de Quinterno... que los tenía, claro.

Nueve días más tarde de esa formal declaración de guerra, Mazzone deja asentado en su diario la primera aparición de Capicúa en "Cara Sucia" (en dos colores y a cuatro páginas), conjuntamente con El Ñato Agrelo, personaje que provenía de un programa radial de autoría de Reilly.

La situación contractual y creativa cambia radicalmente para Mazzone. Discute sin intermediarios con el director de la publicación tanto sueldo como cantidad de páginas, forjando así un vínculo franco que perdurará hasta décadas después inclusive.

En lo creativo, entusiasmado con el color, y sin una continua mirada reprobatoria por encima del hombro, Mazzone deja atrás definitivamente su etapa de aprendizaje y despliega todo su potencial, animándose incluso desde alguna tapa a la ilustración seria.

Mazzone retoza, juega, se divierte en "Cara Sucia"... quizá como compensación de los sinsabores que le acarrea la simultánea batalla legal con Quinterno.

"'Patoruzú' publica una copia de mi historieta, asegurando que es la auténtica. Esto va a ser un pleito en forma. Ya presenté oposición a la patente que Quinterno intenta registrar", anota en su diario.

Como se verá, Mazzone se muestra mucho más medido –y en privado- de lo que su antiguo patrón refleja en el público anuncio donde afirma que Capicúa es suyo, suyo y sólo suyo.

¿Se trata de la bravuconada de un Quinterno arrogante? ¿O realmente éste ostenta algún derecho sobre Capicúa? Mazzone parece no terminar de dilucidarlo. Duda ante la propuesta de Reilly. Y una vez aceptada, en la primera tira de Capicúa en "Cara Sucia", la cautela lo lleva a camuflar a Olegario, personaje probablemente impuesto por su ahora antagonista, como sugerí antes.

Finalmente, retorna el Olegario que se conocía de "Patoruzú", y con él Mazzone recoge el guante y reafirma la convicción de su autoría. Primero, respondiendo a Quinterno en clave humorística; al pié de la viñeta de remate en las primeras entregas, se lee, por ejemplo: "Super–Registrado 1940 – Sindicato A. Mazzone". Luego, deja constancia de copyright de forma más seria, al tiempo que contrata abogados para que lo representen.

No tarda en advertir que detrás de Eduardo Uliano está Blotta y esto lo preocupa. En un gesto que lo enaltece, se propone hablar del asunto con los abogados, ya que no quiere involucrar a su colega. Lo hace de inmediato y los letrados lo tranquilizan, informándole que el responsable sigue siendo Quinterno.

Dos conceptos enfrentados, recordemos, el de Sindicato (Quinterno) y el de Propiedad Intelectual (Mazzone).

Una dicotomía que suscitó numerosos litigios, tanto a nivel nacional como mundial, en el terreno historietístico.

La Asociación de Dibujantes, que se encontraba en formación para entonces, toma parte en el conflicto. En principio la balanza parece inclinarse por el lado del influyente editor. A Mazzone lo indigna que se dude de su autoría respecto a Capicúa.

Blotta, a quien Mazzone intentaba resguardar, declara en contra suyo. No cabe duda, acoto yo, que bajo la presión de su empleador Quinterno. Ante esta circunstancia, Mazzone decide dejar de lado los pruritos con quien lo suplanta en Capicúa. Es la guerra total.

La Asociación de Dibujantes está por realizar una publicación acerca del conflicto, a favor de Quinterno, pero Mazzone logra frenarla. Ante esto, Quinterno retira su solicitud de ingreso a la Asociación y una contribución económica que había prometido.

El 19 de setiembre se presenta formal demanda contra Dante Quinterno. Mazzone tiene la brillante idea de publicitar el inicio de la acción judicial a través del diario "Crítica".

V.- CAPITULACIÓN

La presión surte efecto. A los pocos días, el primero de octubre, Quinterno, quien sin duda aborrecía el escándalo y cuidaba su imagen como oro, manda un emisario a negociar: "Marianito", o sea Mariano Juliá (otro de los que se migrarían de la editorial más de una vez, a raíz de las cíclicas rabietas generadas por el carácter del jefe).

La misión, según anota Mazzone en su diario, consiste en "hacer un arreglo": Capicúa se dejaría de publicar en Patoruzú, en tanto Mazzone renunciase al pleito entablado.

Tres días después regresa Juliá con una propuesta incluso superadora: en la eventualidad del fracaso de "Cara Sucia", Quinterno volvería a contratar a Mazzone en "Patoruzú".

El abogado aconseja no aceptar.

Quinterno debía estar al tanto de que las cosas en la revista de Reilly no andaban bien. El 7 de octubre, Mazzone apunta que por primera vez no cobra su sueldo en tiempo y forma.

Lo que resta del diario –que llega hasta la primera semana de enero de 1941- son anotaciones personales que no vienen a cuento. Curiosamente, Mazzone omite el registro de los hechos que determinaron su regreso al territorio quinterniano, dejando atrás, al menos por un tiempo, la disputa.

Sabíamos, obvio, que el pronóstico de Quinterno se cumple: "Cara Sucia", ya de rumbo errático, no definiéndose como línea editorial ni por la vertiente cómica ni por la seria, fracasa.

Sabíamos que a fines de 1940, Mazzone retoma Capicúa en "Patoruzú" (número 190). Hasta mediados de octubre del '44, cuando misteriosamente, en reemplazo de su ya clásica tira, aparece otra donde el protagonista -extirpado quirúrgicamente de los demás personajes- es el Profesor Bambufoca. Y que el intento dura muy poco, ya que a mitad de enero de 1945, Mazzone se retira de forma definitiva de la editorial de Quinterno, pasando a formar parte del staff permanente de la reciente "Rico Tipo", acrecentando así el cráter que Divito había dejado en "Patoruzú".

Sabíamos también que Capicúa desaparece por más de un lustro, hasta recalar, casi escondido, en "Rayo Rojo", semanario de Editorial Abril, de formato apaisado con ínfimas dimensiones, dedicado al género de cowboys. Y que luego tiene un fugaz paso por "Avivato" (publicación humorística de Reilly y Faruk), por el año 58.

Lo que no sabíamos es que existió un acuerdo –encontrado entre los papeles de Mazzone- respecto a la explotación del personaje.

Por nota del 22 de junio de 1944, dirigida a Mazzone, que lleva el logo del Sindicato Dante Quinterno, éste se hace cargo de la distribución mundial de Mi sobrino Capicúa, cuyos derechos – se afirma- tiene adquiridos para la revista "Patoruzú". Le reconoce a Mazzone un 40 por ciento de lo que se recaude.

El hallazgo de la misiva habilita a pensar que el conflicto por la propiedad de la tira no había terminado de dirimirse con el retorno de Mazzone a la editorial y que Quinterno no se resignó fácilmente a la derrota absoluta. Es posible que el reavivamiento del antiguo tironeo sea la explicación para que en octubre del '44 Mi sobrino Capicúa desapareciese de las páginas de "Patoruzú". Y que la tira de Bambufoca constituyese el postrer intento de reconciliación de un matrimonio ya mal avenido desde hacía tiempo. Recuérdese la referida nota de "Leoplán", de agosto de 1943, donde Mazzone prácticamente lanzaba el guante a su editor.

Hasta donde tengo noticias, Quinterno jamás ubicó la creación de Mazzone en publicación alguna. Apenas si logró insertar su propio personaje, el Patagón Patoruzú, en medios menores estadounidenses.

Fue Mazzone mismo quien finalmente, a través de una editorial francesa -de la ciudad de Lyon, específicamente- colocó a Capicúa, junto a otros personajes suyos, en el exterior.

Claro que esto sucedió luego de haber fundado su propio sello en la Argentina. Que debuta con el ávido suertudo devorador de quesos, dueño de revista propia, en octubre de 1959. Y pasando del formato tira cómica al de historieta de aventuras, desarrollada en varias páginas.

Para ese entonces, suponemos, el acuerdo sobre derechos con Quinterno habría precluido... o Mazzone lo dio por finalizado unilateralmente, harto de esperar que pasara algo.

Una coda sobre el empecinamiento quinterniano: arriesgo la hipótesis de una respuesta indirecta del creador de Patoruzú a la aparición del número uno de las "Nuevas aventuras de Capicúa y Piantadino".

Para finales del '59, las "Correrías de un pequeño gran cacique Patoruzito" iban por su exitoso segundo año. Quinterno, como había hecho anteriormente con las "Grandes andanzas de Patoruzú e Isidoro", recopilaba en el mensuario apaisado las historietas que habían aparecido antes, en forma seriada -"(continuará)"- en el semanario tabloide "Patoruzito". Coincidentemente con el lanzamiento de Mazzone, en el número 22 de "Correrías...", comienza a publicar aventuras inéditas, creadas especialmente para esa revista, teniendo aún material de sobra para reeditar.

El mercado era el mismo, el de la historieta cómica infanto-juvenil en formato apaisado, y Quinterno reinaba en ese territorio. No creo que temiese que se lo disputasen. Más bien, arriesgo, producto de la vieja inquina, pretendía que Mazzone fracasase con su empresa. No lo logró.

VI.- EL CREADOR DE TIPOS

Por supuesto que el Mazzone de fines de los '50 estaba lejos ya del bisoño debutante de dos décadas atrás.

Por lo pronto, a poco de su rentrée a "Patoruzú" desplazando al usurpador Uliano, había logrado ubicar su personaje Piantadino en "El Mundo", diario donde el mismísimo Quinterno seguía publicando la tira del Indio.

El presidiario –un nuevo carácter unidimensional, que se cifraba en el nombre, dada su constante obsesión por evadirse- tiene éxito inmediato, que se prolonga en el matutino durante diecisiete años, y que poco después de su debut aparece además en "Rico Tipo". Y que incluso llega al cine, protagonizado por Pepe Iglesias, "El Zorro".

De esa tira surgieron otros dos memorables arquetipos: Afanancio (de "afanar", obvio), un mago, un ilusionista, un artista en el arte del robo; y Batilio (de "batilana", o sea delator, alcahuete del director del presidio), quien con su permanente lleva y trae crea conflictos desopilantes, de los que no siempre emerge indemne.

Un apunte: se suele mencionar a Fiaquini (proveniente del lunfardo "fiaca"), non plus ultra del holgazán, como originario de la fauna carcelaria de "El Mundo". Sin embargo, registro su nacimiento en la revista de Divito, en 1946.

Podemos citar, siguiendo con los especímenes mazzonianos, a Don Tacañino (de "tacaño", amarrete, demás está decirlo) que debuta en 1944 en "¡Aquí Está!", durante las postrimerías de la segunda crisis con Quinterno. La curiosidad radica en que no bien se resuelve ésta con la ida de la editorial, el rostro inicial del personaje muta al de Bambufoca... quizá como postrer mojada de oreja al antiguo patrón.

A partir de allí Mazzone se multiplica, se potencia.

Linyerio, un linyera con ínfulas de aristócrata, aparece en la flamante "Tibor Gordon", en 1945. Por entonces, dibuja en "Mundo Argentino" Tridente, un diablito sin suerte. Coincidente con el debut de "Rico Tipo", El Señor Bang resulta ser una de sus tiras más surrealistas. Se trata de un terrorista de ideología desconocida, con rostro embozado, vestido íntegramente de negro, cuya única acción consiste en plantar bombas, lo cual suele volvérsele en contra. Más tarde, también para Divito, crea Tolondrati, un oficinista atolondrado con semejanzas al Gastón Lagaffe que el belga André Franquin, en el mismo año (1957), lanzaba en "Le journal de Spirou". Siguiendo con "Rico Tipo" y con la cronología, en el segundo intento que registro de historieta larga, seriada (el primero había sido El Ñato Agrelo), tenemos allí a El detective Chapalupa, que solía resolver casos vinculados al mundo del espectáculo (es menester aclarar que ninguno era creación integral de Mazzone: El Ñato Agrelo, dijimos, era autoría de Reilly, mientras que El detective Chapalupa, tenía guión de Gius). Al tiempo, en "Avivato", Mazzone reflota Macoco, flor de porteño, tira ya un tanto anacrónica (del linaje de Don Gil Contento, Julián de Montepío e Isidoro Cañones) que provenía de "PBT", de comienzos de la década. Moishe y Gorito, en "La revista dislocada" (formato revista, valga la redundancia), que hace hincapié en el remanido prejuicio de la avaricia, respecto a la comunidad judía, hoy sería impublicable. En el periódico "Correo de la Tarde", idea a Perkins, un mucamo que durante mucho tiempo será sinónimo popular de lacayo. Incursiona en la picaresca con Chiki, la corista, que sale en "El Pingüino", de Chile.

Se hace tiempo para todo. Para las magníficas portadas de "El Trencito" y otras, para decenas de secciones fijas de humor gráfico (mi preferida: El minuto fatal, oriunda de "Rico Tipo" y continuada en la editorial propia), para una infinita variedad de chistes temáticos. Asombra su prolificidad.

La mayoría de los personajes citados, si se los quiere ubicar gráficamente, aparecen en la web. Es curioso, sin embargo, que no exista una sola mención a Bichatele, habiendo sido publicado por décadas en las revistas de Mazzone. Se trataba de otro de sus entes paradigmáticos: un señor muy circunspecto, con aspecto de bicho -de ahí el prefijo del nombre-, enfermo de la televisión. La originalidad radicaba en que el prototipo del teleadicto, para la época, era el ama de casa que se la pasaba mirando novelones.

Para terminar, el único personaje creado de forma integral, específico para historieta propiamente dicha, en su etapa de editor, es Cariseca (Las dos fases de...). De nuevo el apelativo cifra la personalidad: cara y seca de una misma moneda, anverso y reverso, Dr Jekyll y Mr Hyde. Un hombrecito simplón y timorato -maltratado por su hermanastro Javier, de pretendida alcurnia- se convierte, en tanto reciba un golpe en cierto lugar preciso de la nuca, en una fiera.

He desarrollado largamente y en detalle la trayectoria de Mazzone tanto en mi blog (Historietas - Cine - Teatro, por Dao), como en los capítulos que le dediqué en "El altillo de Dao", que se pueden encontrar en mi canal de YouTube (www.youtube.com › user › mdao57 ). En dichos sitios es posible apreciar además sus cualidades de dibujante y colorista, sobre todo en las maravillosas portadas de las revistas de su editorial. Allí remito a los interesados en más información.

Aquí sólo resta destacar que, a mi juicio, entre las innumerables criaturas que pergeñó Mazzone, Piantadino es la más acabada. No por nada, el autor más de una vez, admitió identificarse con el personaje.

En formato tira, aclaro, ya que en la revista posterior, como historieta extensa, al transformarse en detective, pierde parte de su atractivo.

VII.- UN CHISTECITO DE YAPA

Consigno a continuación, a modo de corolario, una pequeña muestra del genio de Mazzone en tanto creador de tiras cómicas. Específicamente en Piantadino, por supuesto.

Sólo cuatro viñetas. A simple vista una más de las secuencias donde el preso intenta la fuga. Todo allí es arquetipo puro. Piantadino se "pianta". Huye a pié por un descampado, perseguido por el guardián. Ambos cumplen perfectamente sus roles complementarios, tal como se espera de ellos. Acción repetida en cientos de tiras. No hay textos, no hay nada que explicar. El lector sabe muy bien de qué va el asunto desde el primer cuadrito. Previsibilidad absoluta.

Salvo un extraño interregno, el de la balsa a la que suben, y en la que los dos esperan aburridos que culmine el cruce. Para continuar luego el escape y, por supuesto, la consecuente persecución. El chiste radica ahí, es obvio, dado que el policía podría haber atrapado al prófugo sin problemas durante la travesía por agua.

El extraordinario hallazgo de la tira radica en extremar los arquetipos, en llevarlos al límite. Los roles de perseguidor y perseguido alcanzan así la categoría de lo fatal: su destino es ineluctable. La tarea eterna de Piantadino es fugarse. La del guardia cárcel, atraparlo (y las veces que lo logra, el ciclo debe volver a repetirse). Ninguno de los dos se queja de este trabajo inevitable. Al contrario, cuando no lo practican caen en un melancólico hastío. Saben que existen sólo en función del papel que les fue asignado. Rol fijo, único, determinado de una vez y para siempre. Porque Piantadino dejaría de ser quien es si ya no intentase la huida, al igual que el carcelero si no lo persiguiera.

E incluso la tira genera fenómenos de metalenguaje: el prófugo puede serlo en función del presidio, y hasta llegar a lograr por un rato su objetivo. En cambio, bajo ninguna circunstancia puede escapar a su misión de personaje.

Si esto no es poética, señores...

(*) Actor, director, dramaturgo y otras yerbas no demasiado clasificables.

El Ñato Agrelo (historieta nunca reeditada) en "Cara Sucia" en 1940 (originales de la colección del autor).
El Ñato Agrelo (historieta nunca reeditada) en "Cara Sucia" en 1940 (originales de la colección del autor).
El Olegario camuflado de las primeras entregas en "Cara Sucia" y el Súper-registrado posterior.
El Olegario camuflado de las primeras entregas en "Cara Sucia" y el Súper-registrado posterior.
Una misteriosa y fugaz extirpación.
Una misteriosa y fugaz extirpación.
El acuerdo de 1944, aparentemente incumplido.
El acuerdo de 1944, aparentemente incumplido.
Capicúa deambula por "Rayo Rojo" (1950) y "Avivato" (1958).
Capicúa deambula por "Rayo Rojo" (1950) y "Avivato" (1958).
Debut de Editorial Mazzone (1959) con la rentrée triunfal de Capicúa.
Debut de Editorial Mazzone (1959) con la rentrée triunfal de Capicúa.
Una familia de revistas.
Una familia de revistas.
Anuncio de Fiaquini en "Tico Tipo" (1946) y Bichatele, personaje poco conocido.
Anuncio de Fiaquini en "Tico Tipo" (1946) y Bichatele, personaje poco conocido.
Una muestra del talento narrativo de Mazzone.
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