Jujuy feudal: 23 penitenciarios irán a juicio por torturar a los twitteros que deschavaron al cornudo de Gerardo Morales
El pasado viernes 5 de abril, el ex gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, recibió un duro revés judicial, a razón de que el fiscal Diego Ignacio Funes pidió que se eleve a juicio la causa penal que abrió de oficio contra el jefe del Servicio Penitenciario provincial y 22 de sus subordinados, a quienes acusó de haber torturado a Nahuel Morandini y Roque Villegas, los dos twitteros que fueron encarcelados por postear contra el cornudo y antiguo señor feudal de la región.
Según el fiscal Funes, el jefe penitenciario Julio Vaca y sus 22 colaboradores habrían cometido “severidades, vejaciones y apremios ilegales cometidos sobre detenidos”, todos delitos encuadrados en artículo 144 bis del Código Penal de la Nación, y que pueden ser penados con hasta 15 años de prisión.
Galmarini y muchos de la vieja política están re traumatizados por posteos en twitter... Morales metió preso 52 dias a un tipo que le dijo cornudo.
— Lilia Lemoine 🍋 (@lilialemoine) April 9, 2024
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Así que sí, vamos a seguir tuiteando hasta que el celular se nos caiga de la mano mientras nos dormimos...
Luego de 53 días preso junto a Villegas (a quien no conocía antes de compartir cautiverio), Morandini relató en detalle al medio La Izquierda Diario las torturas y tratos inhumanos que recibieron en la Unidad Penitenciaria 1 del Barrio Gorriti de la capital jujeña. Vejaciones entre las que se cuenta mantenerlos desnudos frente a decenas de presos del Pabellón 2, obligarlos a comer alimentos en mal estado y realizar sus necesidades en botellas plásticas. A Morandini, además, le negaron el uso de sus anteojos, sin los que no puede manejarse.
Por estos hechos, son señalados junto a Vaca los jefes de sector Hernán Flores (29), Pablo Herrera (29) y Marcos Espinosa (30); y los celadores del Pabellón 2 Raúl “Ruli” Inchastoy (39), Lucas Hevia (29), Matías Canedi (38), Santos “Pepe” Mamani (34), Maximiliano Linares Esquivel (33), Manuel Cerrudo (30), José “Chofer” Olaguivel (36), Fabricio Lara (36), Adrián “Jerry” Miranda (34), Benjamin Guantay (34), Gustavo Quispe (37), Mauricio Romero (27), Luis Canedi (28), Daniel Toconas (34), Víctor “Flaco” Balderrama (35), Miguel Chaile (28), Diego Ovejero (32), Ariel Yampe (28) y Leonardo Flores (29).
Tras escuchar a Morandini, Villegas y otros presos que compartieron cautiverio con ellos, de conocer un informe del Comité Provincial Para la Prevención de la Tortura, de analizar videos y documentación del penal de Gorriti, de realizar diversas pericias y de conocer las versiones oficiales sobre el asunto; Funes consideró probadas las torturas y llegó a la conclusión de que muchos de esos maltratos y vejaciones también se aplican sobre otros presos.
Para el fiscal se aplicaron diversos “tratos rigurosos y humillantes” a los detenidos. Se los obligó “a desnudarse cada vez que aparecía un funcionario penitenciario” y se los mantuvo sin ropas “durante su estadía en castigo y aislamiento”. Se los alojó en “reductos sin la debida ventilación ni iluminación y faltos de higiene” (ni siquiera papel higiénico tenían). Se los obligó a hacer sus necesidades “en un balde, orinando en una botella” (que a su vez ellos mismos debían limpiar), “sin elementos necesarios para higiene” ni “utensilios necesarios para alimentarse”. Se les negó el uso de anteojos “a personas cortas de vista” (uno de ellos Morandini).
Hasta se les arrojó el pan “en lugares con agua sucia” para que “lo ingirieran en ese estado, en condiciones serviles, afectando la dignidad de las víctimas con restricciones ilegítimas e irrazonables; tornándose una práctica constante que se extendió en el tiempo”. Así, para el fiscal “existen elementos de convicción suficientes que permiten sostener como probable tanto la existencia material de los hechos (plena prueba) narrados” como “la participación penalmente responsable que les cupo” a los 23 penitenciarios, según informó La Izquierda Diario.
En su acusación, Funes agrega que esas prácticas “no se debían a falta de elementos, ni mucho menos a una carencia en la infraestructura sanitaria en la cárcel”. No sólo allí hay baños sino que los presos habían llegado con su propia ropa, sólo que se les impedía usarla. Y vale decir que en varias oportunidades los presos fueron filmados por los penitenciarios. Para el fiscal, el “claro y único sentido” de esas conductas era el de “degradar y humillar a los seres humanos que allí se encontraban, mellando su dignidad y quebrándolos en su ánimo”.