El plan libertario avanza y rompe todo lo que encuentra en el camino. En un Gobierno plagado de engaños y estafas al pueblo, la única promesa que viene cumpliendo a rajatabla Javier Milei es la de la motosierra y el ajuste indiscriminado. Pero no contra la casta política, como prometió, sino contra la clase trabajadora. De hecho, en sus cuatro meses de gestión, ya arrastró a otros tres millones de argentinos a la pobreza.
Crece la desocupación y se desploma la actividad económica. Se pulverizan los salarios y la inflación no cesa, aunque intenten dibujar números. Los tarifazos se suceden sin respiro, y baja el consumo. Sin embargo, la negación del Presidente a la crítica realidad es alarmante: “Uno empieza a ver que algunos indicadores estarían mostrando que se está tocando un piso. Hay sectores que están expandiendo con mucha claridad, como ser el caso de la minería, petróleo, gas, agricultura”, dijo recientemente.
“Los últimos datos están manifestando esto de que los salarios le vienen ganando a la inflación y, además, con una inflación en baja. Por lo tanto, esa recomposición está ya está empezando a tomar curso, fue de manera leve en el último mes y ahora se va a empezar a sentir de manera más sostenible”, afirmó, ¿convencido o consciente de su mentira?
Y agregó: “Por eso envié ese DNU, para que empiece a correr el ajuste por inflación, para recomponerles los ingresos a los jubilados. Yo no tengo la culpa que el Congreso me trabe las cosas y que básicamente se haya convertido la política en una máquina de impedir”, señaló, tirando la pelota afuera.
La semana pasada, el León devenido experto en stand up, dio un show circense y lamentable en la Fundación Libertad, donde no solo despreció el padecimiento de la gente, sino que además, se burló de dirigentes de larga data: “Quizás por ignorancia o resentimiento dicen que no hay plan de estabilización. Pero entonces, ¿cómo es que baja la inflación?, cuestionó Milei, y cargó entre líneas contra Carlos Melconian: “Había uno que decía ‘fideos con tuco’... Es más fácil tirar volquetes de estiércol antes que reconocer el error. Si los que están murmurando se comieron el verso, lo siento... La vida es así”.
El palazo vino en respuesta a las críticas del economista, quien había declarado días atrás: “Si vos me invitás a comer fideos con tuco, y yo llego y no tenés ni fideos ni tuco, digo: ‘Me invitaste a no comer o a otra cosa’. Si me esperás con papa y huevo, voy a decir: ‘¿No te habrás equivocado?’. Los fideos son los dólares para dolarizar. Tenés tres cacerolas de tuco y no tenés fideos. El tuco son los pasivos del Banco Central”.
La bronca del mandatario nacional se exacerbó tras quedar expuesto no solo por el atraso del plan de dolarización prometido en campaña, sino también por la mentira del cierre del Banco Central al que se encargó de reprobar en tantas oportunidades frente al micrófono. Al día de hoy, ninguno de esos planes se concretó, y tampoco hay señales precisas de que eso ocurra en el corto plazo.
A Cristina Kirchner, con quien intercambió sonrisas cómplices en el acto de asunción como Presidente y volvió a pelear públicamente este fin de semana, se la ha acusado de traición a la Patria. Y a cuatro meses de asumir, Milei ya es juzgado socialmente por estafar al electorado.
A pesar del creciente rechazo a sus políticas extremas, tal como se mostró en la histórica marcha contra el desfinanciamiento a las universidades públicas, Milei sigue con anteojeras, enfrascado, circunscripto a la modalidad de mesa chica, bloqueando el diálogo con intendentes y gobernadores, lejos de la gente, preocupado principalmente por atender las necesidades de sus cuatro (¿o cinco?) perros.
Un presidente que metió a un don nadie como vocero altanero y sobrador, para que lo represente desde la Casa Rosada, que sin saber absolutamente nada de comunicación efectiva, se ríe de los periodistas que preguntan por el uso de los recursos que les pertenecen a todos los argentinos y evade respuestas mientras se seca la transpiración. A Manuel Adorni le queda enorme el cargo, pero no tiembla a la hora de llenarse los bolsillos mientras dure su aventura.
Aún así, las volteretas discursivas del Presidente y su figurita de turno no dejan de jugarle una mala pasada al Gobierno y dejan abierto un interrogante alarmante: ¿cuál es la noción de realidad que maneja el jefe de Estado? Con una percepción claramente desdibujada de la situación crítica que padece la mayoría de la población, sigue metido en su peligroso fundamentalismo, cueste lo que cueste. En este esquema enfermizo, la casta resultó ser la menos perjudicada, al igual que los empresarios. En síntesis, ha llegado al poder otra administración que les hace el caldo gordo a los poderosos.
No obstante, Milei se exhibe optimista en cuanto al futuro de la economía. “Va a subir como pedo de buzo”, aseguró con las comisuras y cejas levantadas, mientras aplaudía a un Gabinete plagado de referentes de la casta que tanto dijo odiar. “Siento que hay varios Messi en el equipo, Toto (Caputo) es Messi, Patricia (Bullrich) es Messi”, dijo, entre otros nombres, y a pesar de que ya hubo más 20 funcionarios echados a patadas en estos cuatro meses.
Ojo con las comparaciones. Porque el mejor futbolista del mundo lleva con honor y gloria la camiseta argentina. Le pone el corazón a la hinchada y le dedica la Copa. Una lección que el presidente aún no logra -ni quiere-, aprender.