
Por Claudio Gustavo Rojas, consultor y analista de políticas públicas, especial para NOVA
Existe en el mundo más ídolos que realidades; tal es mi “mal de ojo” respecto a este mundo, como también el “mal de oído” de muchos.
Un Gobierno nacional con un doble discurso, contradictorios entre sí y aceptable, para una gran porción de la sociedad, donde los arrepentidos abundan pero aún así siguen haciéndole el aguante.
Está claro que en la agenda del Gobierno no está el pueblo como prioridad, la agenda del Presidente es viajar a Estados Unidos, recibir premios que siguen demostrando que todo gira entorno a el marketing que sostienen desde el inicio de la campaña en las redes sociales y que le da un resultado tal como lo planifican, mientras desguazan organismos, desmantelando el acceso a los derechos humanos fundamentales como la salud pública, el trabajo, la educación; disciplinándonos con represión y a garrotes generando conductas perversas ante el gran deseo de resignación, su plan sigue adelante.
Con el retorno de la democracia, creíamos que nunca más, se pondría en duda o en juego el ser un país donde se materialicen los sueños de la Patria grande y no estaba en discusión. ¿Entonces qué nos pasó?
Pasó que creció la desigualdad económica, pasó que la exclusión social creció, que los grupos vulnerables no fueron la prioridad para las agendas políticas, pasó que las intervenciones del Estado no fueron efectivas.
Como lo he venido expresando en mis opiniones, no se advirtió que la metodología del sistema político había cambiado. Y aún persiste la falsa idea de que esto puede funcionar, y es un grave error ya que este modelo de país nos lleva puestos a todos.
Hoy el resultado del martillo ha profundizado los vectores exclusión–desigualdad y agudiza la agonía de todos los sectores. Es por ello que la dimensión institucional, social y territorial son el punto de partida para pensar intervenciones de los Estados municipales como principal trinchera de fortalecimiento a la población y los sectores más vulnerables.