El columnista invitado
Análisis político

El régimen entre el bot trucho, las paritarias congeladas y las "geniales" ocurrencias de su inefable diputado

El periodista Gustavo Zandonadi. (Foto: NOVA)

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

El gran actor Luis Brandoni protagonizó en 1995 una verdadera joya del cine nacional, que llevó por título “El verso”. Se trataba de la historia de Juan, un porteño vendedor ambulante que se ganaba la vida en los colectivos porteños vendiendo artículos importados de baja calidad y poca utilidad.

Fuera de su trabajo Juan tenía varias debilidades: la mesa de un café en el que se reunía con sus colegas para contarles hazañas que existían únicamente en su imaginación, la quiniela y las mujeres. Su pasión por el sexo opuesto lo llevó a engañar a Rosa -una esposa de fierro que soportaba estoicamente las penurias económicas- con una cajera de supermercado, de nombre Myriam, que soñaba con ser actriz y a la que había conquistado diciéndole que tenía vínculos con importantes productores de espectáculos.

El mundo de Juan empezó a caerse el mismo día que sus mentiras dejaron de ser creíbles. No le fiaron más en el boliche, Myriam lo dejó y tampoco pudo comprar mercadería en su proveedor habitual. Por si fuera poco su mujer lo dejó cuando su padre le hizo saber que Juan le era infiel. En otras palabras, reaccionó cuando recibió una humillación que no estaba dispuesta a tolerar.

Trazando un paralelo de la película con nuestra realidad sería oportuno hacernos una pregunta frente al espejo: ¿Qué nos pasa a los argentinos, que no reaccionamos? ¿Cuál será la humillación que no estemos dispuestos a tolerar? El régimen sigue empeñado en recorrer un camino que por ahora le está dando resultados, pero los que ponemos el lomo somos los que cargamos sobre nuestras espaldas el costo del ajuste.

Desde diciembre venimos soportando el “Caputazo”, el DNU, la Ley Ómnibus -que en un primer intento no salió, pero está volviendo al Congreso para ser tratada nuevamente- los aumentos abusivos de las empresas de medicina prepaga, la educación privada, los servicios de Internet, cable y telefonía móvil, la canasta básica de alimentos y por si fuera poco, la inacción del régimen frente a la epidemia de dengue y la falta de repelentes y espirales.

El mosquito nos hizo ver el rostro más siniestro del régimen: el de la desidia para hacer frente a una potencial amenaza de muerte a los más de más de 230.000 contagiados que no serán vacunados, a menos que paguen por ello 70.000 pesos la dosis. Se sabe que la segunda infección por dengue puede ser muy peligrosa, pero desde el gobierno no se articulan los medios para conseguir algún elemento de protección, tan simples como los que antes se conseguían con normalidad en la farmacia y ahora brillan por su ausencia.

Con esto sería suficiente, pero hay un bonus track: escuchar a dos señores que al mejor estilo del personaje de Brandoni, se nutren de datos falsos para decir cosas que no son. Estos individuos dijeron que la inflación está bajando. Su fuente era una cuenta falsa de Twitter. La situación -digna de una película grotesca- es patética por donde se la mire porque los que afirmaron una falsedad son el ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente de la Nación, Javier Milei.

Pero siempre hay algo más, porque con el régimen hay que estar atento para ver por dónde van a salir. El inefable diputado Alberto Benegas Lynch, Bertie para los amigos, justificó el trabajo infantil en una entrevista televisiva. No es necesario dar tantas vueltas al asunto. Las declaraciones del legislador son, sin más, repugnantes. Tanto es así que hasta los de su espacio se pronunciaron en contra.

Siempre se dijo que en la Argentina los gobiernos quieren un pueblo iletrado para poder dominarlo, pero ninguno lo blanqueó de manera tan explícita como el legislador de La Libertad Avanza. Hay que reconocer que no hay fallas en su lógica, porque Alberto Benegas Lynch pertenece a los mismos que desfinancian a la universidad pública y que habían postulado la no obligatoriedad de la asistencia a clases a partir del cuarto grado de la escuela primaria, incluyendo esa propuesta en la anterior versión de la Ley Ómnibus. Nunca se vio a un diputado con ideas tan retorcidas y malsanas, pero ahí está.

El dato de la semana es elocuente y nos exime de todo análisis porque rompe todos los termómetros de la situación que atravesamos los argentinos hoy. Se conoció que una familia porteña necesitó, en marzo, 1.157.084 para ser clase media. La respuesta del gobierno es la no homologación de las paritarias -que decían que iban a ser libres- condenando a los trabajadores a ser pobres. Esto sólo se explica de dos maneras: o se nutren de estadísticas falsas, o disfrutan la imperdonable crueldad de convertirnos en mendigos, hasta el extremo de ofrecer trabajo infantil como una solución. No son ineptos, tienen mala entraña.

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