Cómics e Historietas
Especial para NOVA

El otro Alcatena

Alcatena y el otro (mural de homenaje al dibujante en Almirante Brown).

Por Miguel Dao, actor, director, dramaturgo y otras yerbas no demasiado clasificables, especial para NOVA

A comienzos de la década del '60 Editorial Frontera, el pequeño emprendimiento que había fundado Héctor Oesterheld, y que había producido en un corto lapso lo que luego serían clásicos de la historieta argentina como Sherlock Time y El Eternauta, cerraba.

La dupla del guionista con el genial Alberto Breccia se continuó en otro hito insoslayable, Mort Cinder, desde las páginas de Misterix. Publicación que venía de fines de los '40 y que culmina su ciclo en 1965.

El gran semanario de historietas para adultos –con suplemento cómico- que fue Patoruzito durante casi dos décadas (1945 a 1963), se transformó en mensual, declinando lentamente hasta su desaparición definitiva en 1971.

En el terreno de la historieta seria, a principios de los '70, la que permanecía incólume era Editorial Columba, con los álbumes y anuarios de Intervalo y El Tony, Fantasía (mensual), D'artagnan (quincenal) y su hijuela en la colección Todo Color, Nippur de Lagash. O sea, producción industrial que satisfacía una amplia gama de públicos.

Es en medio de ese escenario monopólico que, en el mes de julio de 1974, irrumpe en los kioscos el primer número de Skorpio.

Bajo su título prometía "El mundo de la gran historieta". Y mostraba en su tapa el rostro del Corto Maltés en un primerísimo plano, como avanzando hacia el lector, llamándolo, garantizando que la promesa realizada se iba a cumplir en el interior de la revista. Se cumplía, en efecto.

El sello editorial y su director eran entonces para mí, que compré en el kiosco ese ejemplar, un enigma. Pero ni Ediciones Récord ni Alfredo Scutti (el director) habían surgido de la nada.

La cronología con que inicio esta nota ni de lejos pretende ser taxativa. Enumero las principales revistas y editoriales. Pero va de suyo que existían numerosísimos productos menores que buscaban su rinconcito en el kiosco.

Tres ejemplos: a fines de los '50 aparece Tótem, que traía -sin ningún alarde de calidad- producción básicamente importada de Italia.

En postrimerías de los '60, tras el pomposo título Colección Novelas Célebres, unos libritos ofrecían adaptaciones de clásicos a la historieta, con cierto gancho de ingenuo erotismo desde las portadas.

Ya iniciados los '70, la fotonovela Killing, también de origen itálico, acentuaba la osadía en cuanto a señoritas ligeras de ropa.

Las tres publicaciones tenían denominador común: el sello Récord y el nombre de Álvaro Zerboni. Inmigrante italiano que había trabajado en su patria en el semanario católico Il Vittorioso, ubicado en la franja infanto-juvenil del fumetto en un mismo nivel de popularidad que el mítico Corriere dei Piccoli.

Zerboni era básicamente un emprendedor de la historieta que, una vez regresado a Italia, entendió que era buen negocio producir material en Argentina para luego trasladarlo allá.

Scutti, su colaborador local durante un extenso período, fue el encargado de concretar el proyecto. Así sale a la luz el Skorpio argentino, tres años antes de su hermano peninsular, que data de 1977 y estuvo a cargo de la editorial romana Lancio/Eura Editoriale.

No obstante el objetivo comercial, la nueva publicación volvía a poner la vara alta en el mercado nacional, con dibujantes de la talla del tano Pratt, García Seijas, Del Castillo, Zanotto, Solano, Lalía, Breccia (h) y tantos otros. A más de guionistas de fuste: Trillo, BarreiroRay Collins (Eugenio Zappietro) y el mismísimo Oesterheld.

Rápidamente, Récord se diversifica en títulos. Algunos resonaban de épocas gloriosas: Tit-Bits, Pif-Paf.

Ubicados, lo anticipamos, en este contexto de la historieta "seria" argentina, es en 1976, en el nuevo Pif-Paf precisamente, donde debuta un muchachito flaco y autodidacta. Digo flaco porque aun cuando no conocí en persona para esa época a Quique Alcatena, dudo que haya pesado un gramo de más en toda su vida.

Scutti le publica un unitario. "Las series eran para los consagrados", cuenta Quique con una sonrisa. Tarda una década para acceder a ese status en Skorpio, con La fortaleza móvil, guión de Ricardo Barreiro que le es confiado para poner en imagen (número 141, de noviembre de 1987).

No obstante eso, ya en 1978 empezaba a trabajar para Inglaterra. En paralelo con la culminación de un traductorado en inglés y el inicio de su carrera docente como profesor de literatura inglesa. Aunque Quique siempre consideró que su profesión era la de dibujante, al combinarse con la faceta de su enorme erudición, se convirtió en un rara avis en el mundo de la historieta vernácula.

Las cumbres que alcanzó durante estos casi cincuenta años de labor ininterrumpida son ampliamente conocidas y difundidas.

Habrá quienes ubiquen los picos más altos en su paso por la DC y la Marvel, tomando a su cargo a Batman, Superman, Linterna Verde, Flash o Los 4 fantásticos, entre otros superhéroes. Los hay quienes prefieran el virtuosismo que suele desplegar en su férreo y fructífero tándem con Eduardo Mazzitelli en guiones (Acero líquido, Barlovento, Daliem, Dioses y demonios, La estirpe Maralha, La luna del toro, Transmundo, entre tantísimos títulos). Los unos y los otros le rinden culto en vida.

Hay Alcatena para todos los gustos dentro de la historieta seria. Lo curioso es que cuando se enumera en detalle su extensa y asombrosa producción, aparece repetido un "también...".

Que engarza, por ejemplo, con "...trabajó para la revista escolar Anteojito". Con suerte, se nombran algunas de las series que realizó allí entre 1982 y 1988, aproximadamente.

Al pasar se menciona Dugong y Manatí, nacida en la revista Comic.ar (2009).

Y finalmente se alude a Dr. Paradox, a raíz de su recopilación en libros, ya que surgió de una página web.

De este otro Alcatena, el que se sobrevuela rápidamente en las reseñas, es de quien me propongo hablar en esta nota.

Las razones son simples. La primera es que hay miles de reportajes, reseñas, análisis, para indagar sobre los demás aspectos del dibujante. La segunda y principal, radica en mi propio gusto.

El otro Alcatena, el que se escapa de la línea seria, el que juega y se divierte lo mismo que un chico, es el que suelo encontrar cada vez que compartimos un café y hablamos largo de nuestras lecturas iniciáticas comunes (ambos somos del '57, con apenas dos meses de diferencia), de los curiosos encasillamientos de la historieta -que es mucho más ancha y diversa de lo que suele creerse-, de las maravillas que otras generaciones desecharon.

Pero más allá de las coincidencias en la educación sentimental de cada uno, la que importa en esta nota es la de Quique.

La que lo lleva, por ejemplo, a atreverse a presentarle un proyecto a García Ferré en un terreno inexplorado por él para entonces: la historieta infanto-juvenil.

Aquí surge el intríngulis (para usar una expresión ferretiana) de los trazos y los públicos. No necesariamente, como muchos asocian, el trazo serio se traduce en historieta para adultos ni la línea cómica está fatalmente destinada a adolescentes y chicos. El Spirit de Will Eisner, con su impronta caricaturesca –comenta Quique- deviene en muchos momentos siniestro. Y derrumba toda simetría - acoto yo- el Maus de Art Spiegelman.

Cascabel, Estrella Azul, Arlekín, Kassim y el Genio, Tic Toc Jr., Diamante y Zafiro, Luc Helius, las series que desarrolla Alcatena en Anteojito tampoco podríamos asimilarlas totalmente a lo cómico. Se ubican en un estilo que navega a dos aguas.

Su fuente de inspiración provenía de los cuentos infantiles, las historias de ogros, dragones, princesas y hadas leídas en la infancia. Su pasaje a la acción, a la narración puesta en imágenes continuas, a fotogramas seleccionados de una película (que eso es la historieta en definitiva), es el ofrecimiento realizado a Ferré y que Ferré aceptó sin condicionamiento alguno.

En lo objetivo, lo que lleva a Alcatena a solicitar empleo al creador de Anteojito es una circunstancia socio-histórica, la Guerra de Malvinas. Se habían cortado totalmente los lazos de Argentina con Gran Bretaña, y por consiguiente caía una importante fuente de ingresos para su economía.

Respecto a lo subjetivo, en tren analítico, había un Alcatena que aún no alcanzaba a manifestarse como dibujante. Las ilustraciones de Santos Martínez Koch para las ediciones de Editorial Sigmar, que habían pregnado su retina infantil según él mismo narra, pugnaban por encontrar una vertiente que las recreara.

Ferré fue para Quique el vehículo ideal. Un editor siempre amable y respetuoso de su labor, aunque algo distante en el trato, que lo dejó alzar vuelo.

En una única ocasión le observó un detalle: una viñeta en la que un tiranosaurio por demás amenazante miraba fijamente al lector infantil. Con delicadeza, Ferré sugirió que quizá debería usarse otra perspectiva. Quique lo pensó, y admitió que el editor estaba en lo cierto.

Fueron años (seis cuento yo hasta el '88, siendo la data imprecisa) en que afloraron en Alcatena todas las ganas contenidas por seguir las huellas de sus admirados ilustradores, a más de Koch: Arthur Rackhamnn (con su obra cumbre: Alicia en el País de las Maravillas, de Carroll), Edmund Dulac (quien puso a Shakespeare, Poe y Andersen en imágenes) y Kay Nielsen (que transformó la estética disneyniana, sobre todo en Fantasía).

Se puede encontrar en el ciclo de Anteojito el despliegue de otro tipo de virtuosismo que el detenimiento en una viñeta de página entera colmada de detalles maravillosos, como es verificable en el Alcatena de la vertiente seria. Un virtuosismo puesto en la fluidez narrativa de la imagen, en el ritmo de la aventura. Historieta pura.

Son series perfectamente disfrutables hoy en día por chicos, adolescentes y adultos. La oportunidad está: Arlekín y Cascabel han sido rescatados en Colección Alcatena (Tomo Dos, Utopía Editorial, 2021).

Luego de la etapa García Ferré, sabemos, está el salto a la Marvel y otras glorias. No es el objetivo de esta nota, ya lo anuncié.

Pasan dos décadas. La historieta argentina –recluida prácticamente en los guettos de las comiquerías, salvo la honrosa excepción de Fierro- vuelve al kiosco en junio de 2009 con Comic.ar, que se presenta como El periódico de Historietas. Tiene en efecto un formato curioso, desplegable, que alberga tiras en (continuará). Desde su primer número, refulge en ese rubro Dugong y Manatí, de Quique Alcatena.

Los bizarros protagonistas son extraños animales acuáticos dotados de superpoderes (sus demoledoras flatulencias, por ejemplo), que se entremezclan con los humanos para combatir el crimen al grito de guerra de "¡Kukamonga!" que emiten al unísono.

La galería de villanos asemeja a la de toda una época de los superhéroes yankees (me referiré enseguida al tema), con la peculiaridad de pertenecer al ambiente marítimo: El Marinerito, Sargazo, Los Patanes Submarinos, 1/2 Mundo, El Faro Loco, Estercita Todos los Estilos.

El dibujo vuelve a navegar (permítaseme la obviedad de la metáfora) a dos aguas, aunque más cercano al realismo en esta etapa. Consultado Quique por la elección del estilo, no lo toma como algo que deba meditar. Se le impone naturalmente por el tono mismo de la temática.

En Dugong y Manatí podríamos encontrar quizá un parentesco lejano con los daily strips de Milton Caniff (Terry y los Piratas). Pero siempre en clave Alcatena, con singularísimo y austero trazo en contraste con el delirio que imprime a la acción. Y en este aspecto funambulesco, el de heroicos especímenes no humanos encargados de imponer orden, es posible que juegue su admiración por las Aventuras de Pi-Pío, que seguía semana a semana en su infancia ("ahí aprendí los tres estilos arquitectónicos griegos", acota Quique), en la revista para la que después trabajó. Un maravilloso sincretismo, un recorrido que se expande cual flujo subterráneo a través de su vida y sus creaciones.

La serie consta de 17 entregas. A partir del número 18 de Comic.ar (en el 10 ya había adoptado el formato tabloide convencional) aparece una nueva creación de Alcatena. Bajo el título genérico de La Edad de Plata profundiza el tono paródico de la temática superheroica. Son apenas dos episodios autoconclusivos: El Monigote vs. La Compañía Hirsuta y El Topo. En el número 19 de agosto de 2012 termina el quijotesco intento revisteril en kioscos. Al año siguiente Comic.ar se reconvierte en sello editorial y sus álbumes -entre los que se cuenta la recopilación de Dugong y Manatí- se comercializan en comiquerías.

Pero la vertiente cómica alcateniana ya no admitía ponerse en pausa. En ese mismo 2012 surge Tótem Cómics, una página web que el propio Alcatena crea junto a Fernando Calvi. Estrena allí su Dr. Paradox que es al mismo tiempo homenaje, cita y parodia a una determinada etapa del ciclo de los superhéroes, aquella que marcó su infancia -y la mía- y que se identifica como Edad de Plata.

Resulta necesario detenerse en puntualizaciones varias para entender cuál es el universo súper heroico que alude y recrea Alcatena, a quien nunca le interesó, por ejemplo, la hipertrofia muscular imperante (su Batman es cabal prueba de ello).

En el marco del dibujo, las referencias de Quique son puntuales. El arte de Ramona Fradon en The Brave and The Bold, donde crea el personaje de Metamorpho o en Aquaman (cabe aquí la asociación con Dugong y Manatí).

Me ha citado además a Jack Cole por el primigenio Plastic-Man (reconvertido luego en El Hombre Elástico). Y rescato de distintas charlas sus miembros favoritos de la Liga de la Justicia: el Detective Marciano (J'onn J'onzz) y El Hombre Halcón.

No dudaría en añadir al Míster Mxyzptlk de Superman, duende llegado de otra dimensión, a la que sólo se podía hacerlo regresar obligándolo a pronunciar su impronunciable nombre al revés.

E incluyo en la lista a José Salazar –Robby Reed en el original-, un muchacho común capaz de mutar en mil superhéroes marcando H de Héroe en un disco telefónico. Todas menciones que - conocidas por nuestra generación a través de las ediciones mejicanas-, a más de una tendencia gráfica marcan un sesgo en el tipo de relato.

Y aunque no encaje en la superheroicidad (sí en la aventura), no puede estar ausente uno de los predilectos del dibujante: Tarzán de los Monos.

El Dr. Paradox está atravesado por ese universo. Quique lo explica de forma muy sencilla: "El tono se va dando naturalmente; intento acompañar a los que leían superhéroes de pibes y quieren seguir leyéndolos de adultos".

Aquellos superhéroes, permítaseme subrayar.

En una nota del 2011 titulada La Edad de Plata fue de Oro, el mismo Alcatena refuta una mirada extendida y naturalizada sobre el género de los encapotados.

Allí pone en valor el cómic que nos llegó en la década del '60. Rescata el refinamiento y modernismo de Carmine Infantino (otra de sus grandes inspiraciones) en Flash. Se admira de los extraños mundos que aparecen en Linterna Verde.

Respecto a Batman, cito textualmente: "Amenazas interplanetarias, monstruos, villanos cada vez más estrambóticos, transformaciones rayanas en el absurdo (Batman cebra, Batman infante, Batman genio de la lámpara, etc.), Ace el Batiperro, Bat-Mite, el duende interdimensional..."

Cuando le llega el turno a Superman, Quique rescata la labor de Mort Weisinger: "...brindó al superhombre enseña de DC Comics una mitología compleja y fascinante, un fastuoso contexto épico e intimista a la vez, una constelación de personajes secundarios y conceptos imaginativos, que nadie pudo jamás igualar. Reveló una dimensión trágica y paradójicamente humana de Superman hasta entonces muy poco explotada, al hacer hincapié en su esencial orfandad: el recuerdo del destruido e irrecuperable Kryptón, que nuestro héroe añora en vano, y su abnegada dedicación como protector de su planeta adoptivo. El agridulce, muchas veces melancólico, tono de esos relatos era irresistible."

Habla, por supuesto, de Brainiac, Supergirl, la Liga de la Justicia. Y de la Fortaleza de la Soledad. Que con el Mundo Bizarro –acoto yo- deriva en dos ideaciones que cualquiera abortaría de plano por un prejuicio de incompatibilidad. Funcionaron de maravilla en múltiples peripecias.

La nota –un ensayo, más precisamente- es extensa y no tiene desperdicio. Recomiendo su lectura íntegra, que a la par de una lección de historia del cómic yankee, arroja múltiples claves sobre el otro Alcatena (https://quiquealcatena.blogspot.com/2011/04/la-edad-de-plata-fue-de-oro.html).

Y resulta imprescindible –si es que se quiere entender los guiños de Dr. Paradox- para las generaciones que sólo conocen a Superman desde la reducción de sus superpoderes y a Batman a partir de la insignia encerrada en el óvalo.

Quique lamenta –y comparto- estas modificaciones argumentales y gráficas que intentan un Hombre de Acero más moderno y realista, mientras que marcan para el Murciélago el retorno a sus orígenes detectivescos, pero con una inserción paulatina en el mundo de entonces a través de complots internacionales, política, drogas, modas, usos y costumbres.

Nada más alejado de la realidad que el superhéroe de Alcatena. Precedido por el despliegue de una disparatada caterva de villanos, Paradox hace su aparición triunfal en un segundo acto ("ya era hora, ¿no?", se acota). El blanco rostro del personaje sólo exhibe dos rasgos: un signo de interrogación y otro de exclamación. El Dr. no se explica, es pregunta que se responde antes de ser formulada.

Cito textual su presentación ante El Lechuzón, un vigilante nocturno al que inmediatamente se alía: "¡El Dr. Paradox! ¡Metiche Metafísico, desfacedor de entuertos impoluto, Trotamundos incorregible, y lo que el médico recetó para tí!".

Poco después le espeta a un rival "¿No sabes que exulto en la demencia, que chapoteo en la insania, que me tuteo con la locura?". Por momentos abandona la mímesis y se dirige directamente al público para hacer comentarios. Sólo se atiene a la lógica de lo inmediato, es puro acontecer.

Se diría un superhéroe anticipatorio, acorde a los tiempos que estamos transitando... del lado de los buenos, menester es aclarar.

En Tótem Cómics la imaginería de Alcatena trasciende a Paradox ("saltimbanqui del absurdo", se lo define en el sitio), que presenta al Hombre Tótem y otros héroes extraordinarios. Y actualmente se instala allí un nuevo personaje, El Zíngaro. Está al paso de un clik con el mouse.

Quienes como yo prefieran el papel impreso, pueden exigir en cualquier comiquería las ediciones del otro Alcatena, que las hay y varias.

En todo caso, si no les entienden el pedido, remítanlos a esta nota. Así se desasnan esos mercaderes.

La prehistoria de Récord (diciembre de 1969).
La prehistoria de Récord (diciembre de 1969).
Con un pie en cada continente.
Con un pie en cada continente.
El ingreso de Quique al círculo de los "consagrados".
El ingreso de Quique al círculo de los "consagrados".
Las series de Anteojito.
Las series de Anteojito.
La mano de Alcatena sobre Santos Martínez Koch (y otro libro de la infancia).
La mano de Alcatena sobre Santos Martínez Koch (y otro libro de la infancia).
El primer número de "El periódico de Historietas", con el debut de los sirénidos.
El primer número de "El periódico de Historietas", con el debut de los sirénidos.
Los númenes inspiradores.
Los númenes inspiradores.
Pídalos en su comiquería amiga.
Pídalos en su comiquería amiga.
Originales de Alcatena dedicados al autor de la nota.
Originales de Alcatena dedicados al autor de la nota.
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