El columnista invitado
El mismo de siempre

Javier Milei frente a los alumnos del Instituto Cardenal Copello: adoctrinamiento y chistes desubicados

Gustavo Zandonadi, el columnista invitado. (Foto: NOVA)

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

El presidente Javier Milei volvió al colegio Cardenal Copello, donde cursó sus estudios primarios y secundarios. La excusa fue la apertura del ciclo lectivo 2024. El presidente dejó en claro, una vez más, que no es un hombre dispuesto a aceptar la solemnidad que el ejercicio de cargo le impone.

La actuación de Milei en el regreso con gloria a su vieja escuela no fue otra cosa que la repetición de su discurso vulgar y desubicado, con el agravante de que esta vez el auditorio estaba conformado por menores de edad, a quienes le habló de "los zurdos" con la intención de adoctrinarlos. Si lo hacía un presidente peronista, los liberales hubieran puesto el grito en el cielo pero como lo hizo uno de ellos no pasa nada.

En un tramo de su discurso, el presidente recordaba a un profesor "bastante zurdo" que tuvo en una materia económica. Es una lástima que Milei haya tenido un profesor que no era de su agrado, pero tal vez hubiera sido más apropiada una referencia a Domingo Faustino Sarmiento. Mientras el presidente hablaba, una alumna que portaba la bandera de la Ciudad de Buenos Aires se desmayó. Milei se sorprendió, pero no se movió del atril y siguió como si nada.

Después hubo otro desmayo. "¿Otro más?" se preguntó el jefe de Estado, como si hubiera pasado algo sin importancia. "Como verán, mencionar a los comunistas es tan peligroso que genera problemas siempre" dijo el presidente a modo de broma. Qué diferencia -cada vez más evidente- existe entre el individuo que hoy ejerce la primera magistratura y el excelso Raúl Alfonsín, tan despreciado por Milei. El expresidente radical no descalificaba a nadie por su pensamiento y ni se le cruzaba por la cabeza seguir hablando sin antes pedir un médico para asistir a quien lo necesitara.

Pero el espectáculo del presidente perdió el rumbo. En un tramo de su alocución el economista de pelo revuelto dijo: "Hay un chiste que no lo puedo decir, es muy grosero", pero no pudo con su genio y lo dijo: "El burro tiene éxito por insistidor, no por lo otro. Se entendió, ¿no?". Lo de Milei es cada vez más impresentable ¿Cuál es la necesidad de pronunciar una grosería frente a los niños? No hay palabras buenas o malas pero hay palabras que de acuerdo con su contexto, son ubicadas o desubicadas. Un colegio lleno de menores es un lugar inapropiado para una metáfora de contenido sexual.

Una nota de color que tuvo el acto es la que dio una antigua maestra de Milei antes de ingresar al acto. Consultada por la prensa, la mujer dijo: "Fui su maestra hace 40 años. Era un rubio divino. Después fue pasando de grados y lo fui perdiendo de vista. Pero era bravo, le gustaba jugar mucho, peleaba. Se peleaba con los chicos, estaba enfermo e igual salía a jugar. Le decían que no podía ir a jugar e iba igual".

Pero la docente también habló del presente: "Yo soy jubilada y muy bien no estoy. Estoy esperando que nos mejore la jubilación y no nos apriete tanto". También se refirió al precio de los remedios: "Los medicamentos están terribles, yo no tomo ninguno por suerte pero tengo compañeros que la están padeciendo bastante" y agregó: "el salario docente es muy bajo" cerró en un improvisado reclamo, del que el presidente debería tomar nota.

Sin embargo ayer vimos a un Milei auténtico. El mismo que avaló posteos ofensivos contra el gobernador de Chubut y que en la campaña había tratado de "rata" y "zurda de mierda" a Horacio Rodriguez Larreta y Myriam Bregman, respectivamente. El mismo que una tarde de 2018 fue expulsado de un estudio de televisión por decirle a Sol Pérez que le iba a poner un arma en la cabeza para que entienda que "la distribución del ingreso es violenta" y que en la provincia de Salta trató de "burra" y "totalitaria" a una periodista.

El saber popular -que nunca se equivoca- nos enseña que a pesar de que la mona esté de seda, mona queda. No se puede esperar demasiado de un primer mandatario que en nombre de la libertad llama "idiotas útiles" a los que se preocupan por las formas. ¿Qué respeto por los demás se le puede exigir a alguien que desde siempre demostró que esa palabra no está en su diccionario?

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