Semana caliente en la política nacional y en Salta no fue menor. Mientras en Buenos Aires se ponía nuevamente bajo la lupa la denominada Ley Ómnibus o Bases, desde las provincias se jugaba un papel muy importante para el futuro de las mismas de cara a lo que se pudiera llegar a venir en los próximos meses. Primero a favor, después en contra. Lo cierto es que las represalias no tardaron en llegar y quien puso el pecho por los salteños, y hasta también por uno propio, fue el gobernador Gustavo Sáenz que, mediante redes, le envió una advertencia al presidente que mandó a tildarlo de traidor.
Lejos de achicarse y bajar cabeza como caballo de carrero, Sáenz pareciera haber tomado como ejemplo las palabras de sus rivales para hacer frente a la situación y salir victorioso a pesar de las heridas. Fue la semana pasada cuando Emiliano Estrada, aún dolido por haber perdido las elecciones a gobernador, criticó al mandatario salteño y le pidió que se pusiera en la piel del General Martín Miguel de Güemes y pelee por los salteños.
Claro que en aquella ocasión Sáenz ni se detuvo a devolverle gentilezas a Estrada; pero esta semana las acciones hablaron por sí solas. A través de X, la ex Twitter, y desde algún punto del planeta, el mandatario aseguró que sus intenciones son las de acompañar a la gestión nacional de Javier Milei y ayudarlo a conseguir las herramientas necesarias para que lleve a cabo su plan de gobierno. Nada nuevo.
Pero en la seguidilla de publicaciones, afirmó que nunca fue invitado a participar en alguna reunión con representantes del Ejecutivo Nacional previo al tratamiento de la Ley Ómnibus. Asimismo, dejó en claro que no apoyaría medidas o normas que perjudiquen intereses federales y de los salteños, aunque manifestó que apoyaría lo que a su entender sirva.
Finalmente, el mandatario salteño exigió respeto, y eso pareció molestar en Capital Federal porque desde las altas esferas de La Libertad Avanza incluyeron a Sáenz en el listado de traidores junto a los mandatarios de Córdoba y Tucumán. Sumado a eso, los embates como la quita de subsidios al transporte o la reducción de fondos coparticipables solamente son un puñado ínfimo de las represalias que podrían recibir aquellos que se animan a pulsearle al León.