Por Miguel Dao (*), especial para NOVA
La relación de Dante Quinterno con el cine –con la industria, en realidad- podría calificarse al menos de conflictiva.
Su debut resultó más que auspicioso. "Upa en apuros", primer cortometraje de animación en colores en la Argentina, se estrenó el 20 de noviembre de 1942, acompañando a la que hoy es considerada una de las mejores películas que haya realizado nuestra cinematografía, "La guerra gaucha". Éxito de público asegurado.
El corto de 12 minutos de duración fue producido en Technicolor, procedimiento con el cual Walt Disney ya había filmado "Blancanieves" (1937) y "Fantasía" (1940).
Quinterno venía frecuentando los Estudios Disney desde hacía una década. Recayó allí con el objetivo de interiorizarse en las técnicas del dibujo animado. No cabe duda que su meta empresarial pasaba por utilizar a su personaje estelar, el indio Patoruzú, para catapultarse fuera de la Argentina, emulando así la proyección lograda por su colega del Norte, a quien sin duda admiraba. "Upa en apuros" se promocionó ampulosamente como de distribución mundial.
Un año antes del estreno, en septiembre de 1941, en el marco de una gira por América del Sur, y oficiando como una suerte de embajador cultural del Presidente Roosevelt,Walt Disney visitó por primera vez Argentina.
Hay que prestar atención a las fechas. En 1940 el cortometraje de Quinterno se encontraba en plena etapa de producción, según se anunciaba en el Libro de Oro Patoruzú correspondiente a diciembre de dicho año, anunciándose el estreno "en el curso de la temporada próxima" (debió postergarse una temporada más, como vimos).
Y mientras Walt Disney cumplía en 1941 su rol extraoficial de difundir la cultura de EEUU en el patio trasero ("Política del Buen Vecino", lo llamaba Roosevelt, eufemismo continuista de la Doctrina Monroe que proclamaba "América para los americanos"), en su propia casa las cosas no marchaban bien. Una huelga de animadores desnudaba la fábrica de sueños que se suponía era Industrias Disney. Los trabajadores amotinados la rotulaban de farsa, sacando al sol trapitos varios: magros salarios, ausencia de sus nombres en los créditos de las películas, favoritismos, prohibición de sindicalizarse.
El creador de Mickey, en tanto, no se privaba de nada. Llegado a Buenos Aires junto a su comitiva se alojó en el lujoso Alvear Palace, pleno corazón de Recoleta. Como era de esperar, dibujantes y otras celebridades argentinas, peregrinaron a rendirle pleitesía.
Las malas lenguas cuentan que Quinterno, en un principio, se encabritó. "Que venga él a verme a mí", dicen que dijo. Resulta verosímil, conociendo la personalidad del creador del indio patagón, quien para 1941 ya no era el aprendiz que había recorrido una década antes los estudios norteamericanos, ávido de conocimientos.
Hay versiones encontradas sobre la famosa foto de Disney con brazos en jarras junto a Quinterno. En alguna nota periodística (Página 12) se menciona que fue tomada en EEUU, otras fuentes la ubican en Argentina, aunque le pifian la fecha (diario La Nación, por ejemplo)... En fin, sabemos que la exactitud de datos es un bien escaso entre los cronistas de la historieta.
La simple confrontación del atuendo de Disney en otra fotografía, donde baila una zamba con el grupo folklórico de Andrés Chazarreta en la terraza del Alvear, demuestra indubitablemente que Quinterno terminó capitulando y lo visitó allí. El mismo día podría decirse, porque Disney viste en ambas tomas idéntico pulóver con los cuellos de la camisa asomando.
Además sabemos de una cena en homenaje al ilustre visitante con los más destacados colabores de Quinterno, gracias al testimonio de uno de los presentes, Eduardo Ferro, creador de Langostino, el Navegante Independiente.
Sin embargo Disney centraba su interés en Florencio Molina Campos y no en Quinterno. La fama del dibujante y pintor de los Almanaques de Alpargatas había trascendido largamente nuestras fronteras, exposición en París incluida. Disney lo necesitaba para asesorarlo en su proyecto de cortos animados sobre el folclore regional que culminó en "Saludos, amigos" (premiere mundial en Rio de Janeiro: 24 de agosto de 1942 - estreno en EEUU: 6 de febrero de 1943). Allí se veía a un Goofy (Tribilín para nosotros) disfrazado de paisano argentino. Se cuenta que Molina Campos señaló anticipadamente al equipo de Disney lo estrafalario de la caracterización, pero que poco caso le hicieron. Se optó por la imagen que tenía del gaúcho el yankee medio antes que por el rigor documental.
Por otra parte Quinterno en 1941, el año en que Disney llega a la Argentina, logró insertarse en EEUU. No se sabe cómo y no hay indicio alguno que habilite a conectar los dos hechos. Patoruzú comienza a aparecer en forma de tira en el diario neoyorquino PM, curioso tabloide que se publicó por primera vez en 1940. En cuanto al nombre, se suele afirmar que era una abreviatura de “Picture Magazine”. Pero resulta más verosímil pensar que se refería a la hora del día en que salía a la venta, ya que se trataba de un vespertino. Rápidamente ganó notoriedad por no aceptar publicidad con el objeto de mantenerse independiente. De tendencia izquierdista para más desconcierto, si se tiene en cuenta el ideario reaccionario de Quinterno. Y un dato para tener en cuenta: el comic strip -con indicación de pronunciación del nombre del protagonista - iba en la sección guía de películas... ¿casualidad?
La carta de presentación del dibujante-empresario argentino en PM fue "El Gran Duque de la Mancha" (título puesto para la posterior reedición en la revista Andanzas N° 18, de junio de 1958), capolavoro de pluma propia que procedía del diario El Mundo (1938). Pero luego de dejar en Nueva York contundente marca registrada de su estilo (debemos agregar "Jonás y la Ballena", también del '38 en El Mundo), decidió continuar en PM con aventuras del indio dibujadas por su colaborador Tulio Lovato. Este dibujante no sólo había sido director de animación en "Upa en apuros", sino que además fue el encargado de introducir, en el lenguaje de la historieta, una importante variante gráfica en la estatura de Patoruzú, y sobre todo de Upa, quien lucía -al igual que en la película- menos monstruoso y cercano a lo que podría ser un niño. Todo ello acorde a la estética del corto mencionado.
No es pensable que Quinterno, obsesivo como era con el indio, hasta el punto de escribir cuadernos enteros explicitando sus características, haya dejado librado al criterio de Lovato la forma de plantarlo. Se infiere claramente que buscó asociar película con historieta, en función de volcarse decididamente al público infantil (Patoruzú era una tira muy popular entre los adultos) y de esa manera introducirse con ambos lenguajes en el mercado estadounidense. Con el cine no pudo lograrlo.
Algunas teorías conspiranoicas ven la mano de un Disney cuidadoso de su feudo frenando el ímpetu de conquista quinterniano.
No existen, hasta dónde sé, elementos probatorios.
Sí hay indicios de recelos artísticos y mejicaneadas por parte de ambos.
Art Babbitt, principal organizador de la huelga de 1941 en los Estudios Disney y creador de la personalidad definitiva de Goofy, colaboró secretamente en "Upa en apuros". Su diario personal acredita que arribó a Buenos Aires el 6 de febrero de 1942 (exactamente un año antes que "Saludos, amigos" se estrenase en EEUU) y que durante todo ese mes trabajó codo a codo con Quinterno corrigiendo y aún cortando secuencias enteras del corto animado para otorgarle el ritmo apropiado. Y por si esto fuera poco, en una foto tomada tiempo después en los Estudios Disney que lo muestra trabajando aparece de fondo un ícono del merchandising quinterniano, el muñeco en paño lenci de Patoruzú.
Por el otro bando, el dibujante Luis Destuet del equipo de Quinterno (colaboró tanto en la película como en el semanario) pasó casi contemporáneamente a la llegada de Disney a la Argentina a trabajar en la revista Pato Donald, de Editorial Abril, convirtiéndose luego en el primer sudamericano a cargo de recrear los personajes del célebre yankee.
El proyecto de "Upa en apuros" -cuya pregonada distribución mundial nunca se concretó- le insumió a Quinterno en tiempo, inversión y traspiés de distinta índole mucho más de lo que en principio pensaba. Se agregó a todo ello la escasez de película virgen durante la Segunda Guerra, ya que el material provenía de Alemania, Japón y Bélgica y luego... ¿adivinen qué?... sí, de Estados Unidos.
Son datos aislados por ahora, que quizá en el futuro, con nuevos descubrimientos, puedan esclarecer si el abandono de la animación por parte de Quinterno se debió al desgaste que le insumió su debut en el rubro, o si el Tío Walt metió la cola.
En cuanto a las andanzas del Indio, el episodio "Ruge el volcán", publicado en forma seriada en el semanario durante 1944, marcó el fin del estilo dibujo animado a cargo de Lovato. A partir de allí, con otros dibujantes, se retomó el trazo inicial. Cómico, pero lejos de lo infantil. De ese ciclo asociado a la película, quedaron incluso sin reeditar títulos como "Gastón Pirata" o "Upa y la Bruja". Se diría que Quinterno renegó de esa etapa y no quiso dejar demasiados rastros de ella.
"Ruge el volcán", completa y en versión coloreada, apareció en "The Adventures of Patoruzú" (1946), comic yankee de efímera edición, apenas dos números.
Si bien en el tabloide PM el comic strip de Quinterno continuó hasta 1948 podría inferirse que la mencionada revista marcó su postrer intento de introducirse en el mercado estadounidense.
Para cerrar con "Upa en apuros”, párrafo aparte para las versiones que afirman que en realidad fue pensada inicialmente como largometraje. Los perspicaces defensores de esta postura se basan en fotos de la producción donde se vislumbran dibujos que no se corresponden con ninguna escena de la película. Quedó dicho que la intervención de Art Babbitt, en una etapa avanzada, implicó modificaciones sustanciales. Los investigadores de la historieta vernácula dejan tanto que desear como los cronistas periodísticos que confunden lugares y fechas.
La capitulación de Quinterno en el terreno de la animación, si bien duró décadas, no fue definitiva. En 1988 un simpático corto de poco más de un minuto, protagonizado por Patoruzito, Isidorito y Pamperito, marcaba el comienzo de la hora de protección al menor en canal 2 y otras repetidoras del interior del país.
Finalmente por 1995, bajo el sello Patagonia World Wide Limited, pensando en el aniversario número 70 del indio, a celebrarse tres años después, se reflota la ambición de trascender las fronteras y se realizan dos cortos de presentación de lo que se supone se convertirían luego en largometrajes, uno con Patoruzú ("El Templo") y otro con Patoruzito ("Cazador"). En YouTube se pueden ver los respectivos tráileres, siendo el último el más logrado.
No obstante haberse convocado a notorios dibujantes, como Oscar Grillo, y formar elencos de doblaje en castellano e inglés, nopasaron de proyectos.
Subrayo que lo reseñado en esta primera parte se encuentra referido exclusivamente a la animación. En la segunda veremos otro aspecto de la relación de Quinterno con el cine.
Y aunque quizá sea obvio decirlo, abarca lo realizado en vida del creador de Patoruzú. O sea todo aquello que aún a edad avanzada (falleció en 2003 a los 93 años) supervisó personalmente.
Lo que vino después -los dos largometrajes animados de Patoruzito (2004 y 2006) y el de Isidoro (2007)- es mejor dejarlo en el olvido.
(continuará)
(*) Actor, director, dramaturgo y otras yerbas no demasiado clasificables