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El éxito rotundo de Milei y Caputo no estaría pasando en la vida real

El periodista Gustavo Zandonadi. (Foto: NOVA)

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

Por extraño que parezca, el presidente Javier Milei no pudo contener su alegría por el dato que confirmó el Indec este jueves, dando a conocer que la inflación acumulada en el mes diciembre fue del 25,5 por ciento, duplicando el 12,8 por ciento de noviembre. El total de todo el año fue de 211,4 por ciento.

El primer mandatario atribuyó este resultado al trabajo del ministro de Economía, Luis Caputo, a quien más que llevar en andas, habría que hacerle un monumento, porque mejoró la aspiración presidencial de llegar a un 30 por ciento.

El presidente parece vivir aislado en su propia burbuja. No tiene ni la menor idea de lo que es vivir en la Argentina con una jubilación mínima o un salario que tiene que hacer frente a los precios descontrolados. Un 25,5 por ciento de inflación mensual es un boleto a la pobreza para millones de argentinos, que ya tienen que pensar en tener más de un trabajo para poder vivir decorosamente y poner el plato sobre la mesa, con una inflación en alimentos que estuvo en el 29,7 por ciento.

Parece que Milei no entiende que en este país la comida es mucho más que ingerir alimentos. Reunir a la familia alrededor de una mesa es una tradición que los argentinos tenemos desde hace mucho tiempo y que hace bastante que quedó en el baúl de los recuerdos y que no se puede recuperar, pese a las bondades del Plan Motosierra.

No hay ningún derecho a que el presidente de la Nación, “especialista en crecimiento económico con y sin dinero” y que sabe cómo “terminar con el cáncer de la inflación”, se ría en la cara de los que la pelean día a día, hablando de los éxitos de Caputo, o diciendo que los que dan rienda suelta a su justa indignación contando que no llegan a fin de mes, “no la ven”.

En el último mes los argentinos aprendimos, por lo menos, dos cosas muy importantes de cara a los días aciagos que nos esperan en la era mileista. Aprendimos que somos la casta, porque los “chorros” de la política sólo existían en la imaginación del Milei candidato, allá por 2022 y 2023. Resultó ser que la casta es el tipo que tiene que elegir entre comer o comprar remedios. Otra cosa que aprendimos es que tenemos que esperar 35 años para ser potencia mundial. Con una meta más humilde nos preguntamos: para vivir dignamente en nuestra querida patria, aunque no seamos potencia. ¿Cuánto falta?

Está demostrado que una persona que no es padre de familia nunca va a entender lo que es el sacrificio de alguien que mantener un hogar. Los hijos son personas que a la hora de comer tienen hambre, sin importarle si el padre tiene trabajo o si le alcanza. Un padre jamás podría decirles a sus hijos que no hay plata porque la obligación del padre es conseguirla ejerciendo una actividad lícita, siempre. No puede ser de otra manera, como tampoco puede ser que un presidente diga “no hay plata” sin decir cómo va a solucionar ese problema.

En la Argentina de hoy, el mileismo somete a los trabajadores a la humillación más perversa que puede haber: la de licuar el poder adquisitivo de su salario, haciéndolo sentir que trabaja prácticamente gratis. Con un presidente que dice saber cómo “terminar con el cáncer de la inflación” tenerla en un 25,5 por ciento es una inmoralidad porque es la gran paradoja de ser nominalmente millonario, dueño de millones no pueden pagar lo indispensable. Así están hoy los asalariados que sobreviven con 300 o 400.000 pesos.

Ante este panorama tan sombrío hay una pregunta que es inevitable ¿Dónde está la oposición? Lo que está pasando por estos días en el Congreso es una buena oportunidad para empezar a ponerle límites a este gobierno que quiere arrasar con todo. Ellos mismos dicen que se la juegan a todo o nada, entonces la oposición debería darle una lección, aún a riesgo de ser señalados como “idiotas útiles”, porque después de todo ser idiota no es tan grave como pretender gobernar sin apego a la Constitución, que aún en crisis económica debe seguir en pie, aunque al procurador Rodolfo Barra no le guste.

Pero no todas son malas en la Argentina. El miércoles el Fondo Monetario Internacional anunció que llegó a un acuerdo técnico con el gobierno para la séptima revisión del programa. Además, la administración de Milei podrá recibir un desembolso de unos 4.700 millones de dólares cuando el directorio del Fondo dé el visto bueno. La noticia no sorprende porque el propio Milei en campaña había anticipado que su plan de ajuste era más fuerte que el de la entidad. De la dureza del ajuste mileista no hay dudas. De lo que lo vendrá si el Congreso no aprueba la Ley Ómnibus será más duro -como dijo Luis Caputo- tampoco. Dios nos ayude…

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