Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
Los periodistas, cualquiera sea el medio para el que trabajemos, cumplimos nuestra labor profesional con ética, responsabilidad y compromiso social. Informar sobre los hechos relevantes para el país es contribuir a la defensa de los valores democráticos. Nuestra tarea es y será decir la verdad porque no estamos en nuestros puestos para endulzar el oído del gobierno de turno, si no para cumplir con nuestro deber, aunque a veces el poder no lo entiende así.
El presidente Javier Milei volvió a mostrar su lado más agresivo en las últimas horas, atacando duramente a la periodista Silvia Mercado. El cada vez más impresentable comportamiento presidencial -más parecido al de un nene caprichoso que al de un estadista- es, sin más, inadmisible e incompatible con lo que se espera de un gobernante.
Milei acusó a Mercado de ser "mentirosa serial" por (según él) mentir sobre sus perros y la mudanza de éstos a la Quinta de Olivos. Por su parte la periodista de La Nación Más respondió que había consultado previamente con fuentes oficiales y que confiaba en ellas. La agresión presidencial es indignante para cualquier persona que valore la libertad de expresión porque el presidente no tiene derecho a intimidar a los medios de comunicación.
Es un dato alarmante que el presidente recurra al agravio personal para deslegitimar a cualquier persona, pero nada se puede esperar de quién hizo lo mismo para referirse a los legisladores que no acompañan la Ley Ómnibus en el Congreso. El estilo provocador, demagógico y populista de Milei busca generar reacciones -emocionales, antes que racionales- en sus seguidores y desprestigiar a todo aquél que no sea libertario.
Los ataques de Milei contra los periodistas no sorprenden. Los libertarios ya lo hacían en campaña electoral llamando “ensobrados” a los que no comulgaban con el liberalismo. El resultado que se busca es que la prensa haga silencio frente a la mentira más ruin de este gobierno embustero, que juraba que el ajuste lo iba a pagar la casta pero ni bien pudo le hizo un corte de manga a sus votantes.
El incidente con Silvia Mercado lamentablemente no fue el único. El periodista de C5N, Néstor Dib, fue amenazado por un militante libertario frente a la Casa Rosada. El gobierno no es responsable por el accionar de un ciudadano, pero es imprescindible que ese hombre -detenido por la Policía- pague por lo que hizo. No hay justificación para lo que sufrió el colega de C5N. El crimen es crimen, cualquiera sea el motivo o la pasión que mueva al criminal a no inspirar su comportamiento en el cumplimiento de la norma.
Los periodistas argentinos tenemos derecho de trabajar sin temor de ser perseguidos, ni de ser insultados por el poder de turno, pero lamentablemente se puede esperar poco de un gobierno encabezado por un señor de muy malos modales. A pesar de todo, vivir en un país donde el periodismo trabaje con libertad nos beneficia a todos.