La historia viviente
Exclusivo de NOVA: Capítulo 1

El campeón de Guantes de Oro: Raúl "Cacho" Castro, del ring a la Revolución Peronista

Raúl Castro, cuando ganó los Guantes de Oro en el año 1941.

Por Alejandro Casalongue, de la redacción de NOVA.

En la Argentina de principios del siglo XX, el deporte y la política se entrelazaban de maneras inesperadas. Un claro ejemplo de esto es la historia de Raúl "Cacho" Castro, quien, siendo un joven de unos 20 años a comienzos de la década de 1940, fue campeón del prestigioso torneo de Guantes de Oro en el boxeo argentino.

Aunque nunca llegó a profesionalizarse, su talento en el deporte le permitió representar al Ejército Argentino en diversas competencias, poco a poco formandose como un destacado atleta amateur.

En esa misma época, el país vivía una transformación política y social que tendría un impacto decisivo en las futuras generaciones. En 1943, con el golpe de Estado llevado a cabo por el GOU (Grupo Oficiales Unidos), que derrocó al presidente conservador Ramón Castillo, comenzaron a gestarse cambios profundos en las Fuerzas Armadas, particularmente en la organización de la Marina y la recién nacida Fuerza Aérea. Fue en este contexto que Raúl, aún joven, se alistó y comenzó a formarse en el ámbito militar.

El entonces presidente Ramón Castillo fue el fiel exponente de la década infame. La misma fue un período de gran agitación e intensidad política. Participaban en las elecciones partidos bien definidos, enfrentados entre sí, y sólo en ocasiones colaborando.

Como venía sucediendo desde la dictadura del general Uriburu, frente a las elecciones venideras (1943) el presidente Castillo había comenzado a organizar un fraude en gran escala para imponer la fórmula conservadora integrada por Robustiano Patrón Costas y Manuel de Iriondo.

Las conocidas inclinaciones aristocráticas y autoritarias de Patrón Costas, así como su posición pública favorable a hacer ingresar a la Argentina a la Segunda Guerra Mundial, movilizaron a sectores de los más diversos orígenes.

El hecho concreto que desencadenó el golpe militar del GOU fue la renuncia que el presidente Castillo le exigió el 3 de junio a su ministro de Guerra, el general Pedro Pablo Ramírez, por haberse entrevistado el 26 de mayo con un grupo de dirigentes de la Unión Cívica Radical que le ofrecieron la candidatura a presidente en las elecciones que se avecinaban, encabezando la Unión Democrática, una alianza que el ala moderada del radicalismo (los unionistas) estaba tratando por entonces de concretar junto al Partido Socialista y el Partido Demócrata Progresista con apoyo del comunismo.​

El golpe se decidió el día anterior en una reunión en Campo de Mayo dirigida por los generales Arturo Rawson y Pedro Ramírez. Tiene interés histórico mencionar que no participaron de esa reunión ni el general Edelmiro Farrell ni el coronel Juan Domingo Perón, quienes serían más adelante los conductores máximos de la Revolución del 43; Farrell porque se excusó de participar del grupo golpista por razones personales cuando fue invitado por el general Rawson, y Perón.

Pero volvamos a Raúl Castro: en esos años de la Segunda Guerra Mundial, participó activamente en las Olimpiadas internas de las Fuerzas Armadas, representando al Ejército, y logrando el título de campeón olímpico de boxeo.

Raúl no solo era conocido por su destreza en el ring, sino también por su personalidad carismática y su capacidad para hacer reír a todos los que lo rodeaban. Era un tipo que sabía cómo sacar carcajadas a cualquiera, y su sentido del humor lo hacía querido y admirado por muchos. Pero detrás de esa faceta bromista, también imponía un respeto tremendo. Su presencia era inconfundible, y su autoridad natural hacía que todos lo escucharan y lo respetaran.

En paralelo, Raúl se empezó a hacer conocido en las ciudades de La Plata, Berisso y Ensenada, donde comenzó a relacionarse con los movimientos obreros y sindicales. La llegada al poder de Juan Domingo Perón en 1943, dentro del marco del peronismo, fue fundamental para su incursión en la política. En este periodo, se consolidaron organizaciones que unían a trabajadores, sindicatos y militares en un mismo proyecto político.

Raúl Castro se vio atrapado en esta convulsión social y política, que cambiaría para siempre el rumbo de la Argentina. Antes del la Revolución del 43, los obreros no podían mirar a los patrones a los ojos, se les pagaba con un bono para retirar un plato de comida. Los conservadores al mando de Ramón Castillo cometían fraude en las elecciones, donde figuraban en los padrones fallecidos, y sufragaba gente que se hacía pasar por los difuntos. Todo valía con tal de eternizarse en el poder.

Poco a poco arrancaba la odisea de Raúl "Cacho" Castro como una figura emblemática del justicialismo platense, la cual iremos relatando semana a semana en NOVA.

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