Cándido López se inició en la técnica del daguerrotipo en 1858, aprendiendo del retratista Carlos Descalzo. Tenía talento, pero las vicisitudes de la política lo llevaron a ponerse el uniforme de combate. En 1865 ingresó al Ejército Argentino con rango de teniente primero y bajo ese rango combatió en la Guerra de la Triple Alianza.

La batalla de Curupaytí, en septiembre de 1866, le cambió la vida para siempre. Una granada lo privó de su brazo derecho, forzando su retirada con el bien ganado apodo de Manco de Curupaytí. Pero sus ganas de salir adelante lo pusieron en la necesidad de aprender a pintar con la mano izquierda, cosa que logró al poco tiempo.

Con su mano izquierda educada se dedicó a retratar escenas de la guerra, pintadas entre 1888 y 1901. "El campamento de Tuyutí" y "La batalla de Curupaytí" son testimonio y detalle de lo que le tocó vivir en carne propia. Frente a la elocuencia de sus cuadros no hubo relato que pudiera superar lo que él plasmó en el lienzo.

Una imagen vale más que mil palabras. López logró que ese dicho sea realidad. Su obra se alejó del relato oficial y mostró con crudeza el horror del combate. Cándido López demostró ser dueño de una fuerza de voluntad inigualable. Su paso por esta vida no fue solamente la pintura, si no también el ejemplo de luchar para superar la adversidad. Sus pinturas se pueden apreciar en los museos Histórico Nacional, Mitre, de Luján, de San Nicolás y de Bellas Artes.