La historia viviente
30 de diciembre de 2001

Adolfo Rodríguez Saá, el efímero Presidente que declaró el default y renunció en plena crisis

Adolfo Rodríguez Saá, protagonista de una etapa oscura de la historia argentina. (Foto: NOVA)

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

El 30 de diciembre de 2001, la Argentina asistió a otro capítulo del turbulento final del año 2001, en el contexto de la peor crisis de su historia política. Adolfo Rodríguez Saá, exgobernador de San Luis -que había asumido la Presidencia interina apenas una semana antes elegido por la Asamblea Legislativa- renunció al cargo debido a la falta de apoyo dentro de su propio partido. La salida del puntano, que al asumir declaró la cesación de pagos de la deuda externa, se produjo en medio de la anarquía desencadenada por la renuncia de Fernando de la Rúa, diez días antes.

La ilusión que despertó el gobierno de la Alianza se deshizo con dos renuncias. La primera fue la del vicepresidente Carlos "Chacho" Álvarez el 6 de octubre de 2000 y la segunda fue la del propio De la Rúa, el 20 de diciembre de 2001. Luego de la salida del presidente radical, el senador peronista Ramón Puerta asumió brevemente el cargo, en su carácter de presidente provisional del Senado, que en la práctica ejercía funciones de vicepresidente de la Nación, cargo que estaba vacante.

Conforme a lo establecido por la Ley de Acefalía número 20.972, vigente al momento de los hechos, el dirigente peronista convocó a la Asamblea Legislativa para que elija al funcionario -diputado, senador o gobernador de provincia- al que se le confiaba el timón del país hasta la realización de nuevos comicios para elegir al nuevo gobierno en el marco del mayor respeto al sistema democrático.

El elegido fue Adolfo Rodríguez Saá, el 23 de diciembre. Su gestión debía limitarse a convocar a elecciones para el domingo 3 de marzo de 2002, aunque él prefería completar el mandato del renunciado De la Rúa, que expiraba el 10 de diciembre de 2003. Lejos de las intenciones del puntano, su mandato fue más que efímero. La falta de respaldo de los gobernadores justicialistas a sus intenciones de seguir más allá de marzo de 2002, evidenciada en la fallida cumbre de Chapadmalal, selló su destino.

A pesar de su breve gestión Rodríguez Saá se mostró hiperactivo para contrastar con la parsimonia del presidente que se fue en helicóptero. El ex gobernador de San Luis intentó implementar medidas drásticas para enfrentar la crisis, incluyendo la declaración de cesación de pagos de la deuda externa y la propuesta de una nueva moneda que iba a circular a la par del peso y cuyo nombre iba a ser el argentino. A pesar de las buenas intenciones del presidente, sus esfuerzos no lograron calmar la tormenta política ni económica.

La ausencia de apoyo de figuras clave como Eduardo Duhalde, José Manuel De la Sota, Carlos Reutemann y Carlos Ruckauf, sumada a la presión de las protestas sociales -incluso autoinfligidas, como la que tuvo lugar cuando el polémico exintendente porteño Carlos Grosso desafió a la opinión pública diciendo que el presidente lo había nombrado como asesor por inteligencia y no por su prontuario- lo llevaron a tomar la decisión de renunciar. Otras figuras del peronismo que no tenían puntos de acuerdo entre sí, como Carlos Menem y Néstor Kirchner, coincidían en no darle apoyo a Rodríguez Saá.

El contexto de su ascenso y caída no puede entenderse sin considerar la profunda crisis que azotaba al país. La economía estaba en caída libre, con niveles de pobreza y desempleo en aumento. Las manifestaciones y saqueos se multiplicaban, reflejando el descontento generalizado de la población. En este escenario, la falta de liderazgo y cohesión política agravó aún más la situación.

Antes de irse Rodríguez Saá ensayó una última jugada: reunir en la residencia veraniega de Chapadmalal a 14 gobernadores peronistas para buscar una salida de la crisis con apoyo de todos, pero los planes de "El Adolfo" no salieron bien. La reunión fue un fracaso y el presidente decidió irse a su provincia, donde se sintió seguro para comunicar su renuncia por Cadena Nacional. Los únicos mandatarios que habían aceptado su invitación eran Ángel Maza (La Rioja), Gildo Insfrán (Formosa), Juan Carlos Romero (Salta), Carlos Rovira (Misiones), María Alicia Lemme (San Luis), y el vicegobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo. También estuvo el bonaerense Carlos Ruckauf, no para apoyar si no para mantener informado al duhaldismo sobre los planes del adolfismo.

Otra renuncia que hubo por esos días fue la de Ramón Puerta. Ante la falta de presidente provisional del Senado y por aplicación de la ley de Acefalía, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño asumió brevemente la presidencia y convocó a la Asamblea Legislativa, que se reunió el 1 de enero y eligió a Eduardo Duhalde. El exgobernador de Buenos Aires fue visto como la única figura capaz de estabilizar el país en medio del caos. Su mandato interino se extendió desde el 2 de enero de 2002 hasta las elecciones de 2003, que Néstor Kirchner no ganó, pero de todas formas electo Presidente.

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