Si bien Rusia no ha podido identificar al perpetrador, fuentes del Gobierno Ucraniano difundieron a medios internacionales que Kiev estaba detrás de la operación. En la misma línea, el servicio de seguridad ucraniano SBU había emitido un día antes una orden de detención contra Kirílov por presuntos crímenes de guerra contra las fuerzas de Kiev.

Desde Rusia, la comisión de investigación ha declarado que Kirílov fue asesinado tras “activarse un artefacto explosivo colocado en un patinete aparcado cerca de la entrada de un edificio residencial en la mañana del 17 de diciembre en la avenida Ryazansky de Moscú”.

La figura de Kirílov ha estado en el centro de diversas acusaciones relacionadas con el puesto que ocupaba como jefe de la unidad de defensa radiológica, química y biológica. El equipo supervisado por el teniente general estaba a cargo de misiones en ambientes contaminados.

Mientras Gran Bretaña y Estados Unidos lo acusaban de “usar armas bárbaras” contra Ucrania, en Rusia se lo consideraba un valioso funcionario: “Pasó muchos años exponiendo los crímenes de los anglosajones. Trabajó sin miedo, sin esconderse nunca detrás de los demás, afrontando siempre los retos de frente. Por la patria, por la verdad”, afirmó la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zakharova.

Con el asesinato de Kirílov, la estrategia de Ucrania de seleccionar blancos de alto perfil en el ejercito ruso ha generado una gran inquietud en las élites de Moscú: “El asesinato de un teniente general será un shock para muchos en el Ministerio de Defensa”, dijo un exalto funcionario de defensa ruso, hablando bajo condición de anonimato. “Últimamente ha tenido mucho protagonismo en los medios de comunicación, celebrando con frecuencia sesiones informativas sobre las fuerzas armadas ucranianas y el uso de armas químicas”, cerró.