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El antisemitismo es señal de antidemocracia

Pedro Javier Rojas Guevara, experto en doctrina e historia militar, inteligencia y geopolítica. Asesor experto en temas de seguridad y defensa. Oficial en retiro del Ejército Nacional en el grado de Coronel, del arma de inteligencia militar.

Por Pedro Javier Rojas Guevara, especial para NOVA

El 29 de noviembre de 1947, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas reunida en Nueva York, se aprobó la Resolución 181 para decidir el establecimiento del Estado de Israel. Colombia se abstuvo de votar, es decir, el gobierno colombiano de la época, encabezado por el presidente Mariano Ospina Pérez (1946-50), se negó a apoyar la creación de un Estado para el pueblo judío. Su accidentada presidencia en materia de orden público y sus diferencias políticas con su sucesor y copartidario Laureano Gómez lo condujeron a apoyar el golpe militar de 1953, que llevó al poder al teniente general Gustavo Rojas Pinilla (1953-57). ¡Errores y mezquindades políticas; por falta de visión estratégica!

La gesta sionista se inició a finales del siglo XIX, y fue encabezada por el periodista austrohúngaro de origen judío Theodor Herzl, y surgió como consecuencia de un marcado antisemitismo que se presentó en Europa en esos años, que propugnaba por el establecimiento de un territorio, autonomía y reconocimiento político para el pueblo judío en Palestina.

Este movimiento tuvo su mayor auge después del holocausto nazi durante la II Guerra Mundial, donde fueron asesinados en los campos de concentración más de 6 millones de judíos. Fue así como el 14 de mayo de 1948, y bajo el liderazgo de David Ben-Gurión, se proclamó la creación del Estado de Israel, lo que desató de manera inmediata más odio y guerras contra un pueblo que desde los tiempos bíblicos ha sido atacado, expulsado y esclavizado, por sus enemigos.

Basta con repasar los libros de Éxodo y Josué en la Biblia para entender la travesía de Moisés durante 40 años por el desierto guiando a los israelitas, rescatados de las garras de faraón en Egipto, y que buscaban llegar a la tierra prometida, Canaán, el territorio que Jehová le había entregado a su pueblo; antigua región ubicada entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, comprendida por lo que hoy es una parte del Líbano, Siria, Jordania, Israel y Palestina. Josué, fue el sucesor de Moisés, y a quien le correspondió entrar a Canaán con los israelitas, conquistando territorios y ciudades, la primera de ellas Jericó.

Están registradas en las Escrituras las batallas contra gabaonitas, amorreos, cananeos, madianitas y filisteos, entre otros, justamente los antepasados de quienes habitan hoy Palestina, incluidas la franja de Gaza, Cisjordania y otros países musulmanes. Estos hechos bíblicos, dan cuenta de que la nación hebrea históricamente ha estado en guerra y ha sido perseguida.

Durante el cautiverio judío en Babilonia (586 a 537 antes de Cristo), en el año 70 después de Cristo, Jerusalén fue saqueada, su templo destruido y los judíos desterrados. Después fueron expulsados de reinos como Inglaterra (1290), Francia (1394) o España (1492), y desde la creación del Estado de Israel en 1948, varios han sido los intentos para desestabilizarlo: 1948-1949 I Guerra árabe-israelí; 1956 crisis del canal de Suez; 1967 Guerra de los seis días; 1973 Guerra del Yom Kipur; 1982-1983 Guerra del Líbano, y como olvidar el ataque en los juegos olímpicos del 72 en Múnich, en donde terroristas palestinos asesinaron a 11 atletas israelíes.

Colombia desde 1991 es un Estado respetuoso de la libertad de culto, sin embargo, el hemisferio occidental y en especial nuestro país, tienen una profunda raíz judeocristiana. Existe un arraigo y una conexión espiritual muy especial con el pueblo judío y los israelíes en general. Por eso, nos duele que un grupo terrorista, autodenominado Hamás, haya asesinado a sangre fría a más de 1200 ciudadanos de Israel, entre ellos 200 extranjeros y secuestrado a 200 israelíes más, el pasado 7 de octubre de 2023. ¡Un ataque demencial e injustificable!

Los colombianos, sí que sabemos lo que es el terrorismo brutal, durante seis décadas el conflicto armado interno ha dejado más de 9 millones de víctimas, por eso, la gran mayoría de compatriotas nos solidarizamos con el Estado de Israel y con el pueblo judío en todo el mundo y también, desde luego, con la población civil palestina inocente que sufre en medio de esta guerra, que empezó Hamás.

Israel está ejerciendo su derecho a defenderse de un vil ataque por parte de Hamás, un grupo terrorista que asumió la autoridad de facto en la franja de Gaza y que ganó las elecciones parlamentarias de 2006; pero que, atendiendo su naturaleza violenta y criminal, un año después empleó la fuerza brutal para tomar el control absoluto de Gaza, o sea, se encuentra enquistado entre los pobladores palestinos que están a merced del grupo extremista islámico.

Por ello, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), en su misión de ubicar y derrotar a Hamás, y de rescatar a sus connacionales secuestrados, se enfrentan a una amenaza asimétrica que no respeta las mínimas normas de DIH y los DD.HH. Israel, como estado legítimo, ha optado por una ofensiva nunca vista para asegurar su supervivencia. Por ende, ¿qué es lo correcto que debería exigir la comunidad internacional cuando un grupo terrorista ataca la población civil de manera indiscriminada y sistemática, además de una forma intencionalmente planeada? ¿Cómo debería responder un Estado cuando el agresor no respeta los derechos humanos más básicos y se entremezcla con niños y mujeres de manera deliberada, además utilizándolos como escudo? Aquí en Colombia, históricamente los grupos terroristas han hecho lo mismo, incluso utilizando el territorio de países vecinos.

Ahora no es solo Hamás, cuya carta fundacional dice en su preámbulo: "Israel existirá y continuará existiendo hasta que el Islam lo destruya, tal como ha borrado a otros antes". (algunos expertos encuentran similitudes antisemitas entre la filosofía de Hamás consignada en dicha carta y la doctrina nazi pro-exterminio judío de Hitler, escrita en su libro, ‘Mi lucha’). También el grupo terrorista Hezbolá (ambos patrocinados por Irán) atacó a Israel desde El Líbano; y por si faltara poco, el régimen que gobierna Irán lanzó recientemente casi 200 misiles de largo alcance sobre territorio israelí. Un ataque como retaliación por la muerte por parte de las FDI del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, quien llevaba 30 años planeando y ejecutando desde Irán actos terroristas contra Israel y EE. UU.

Como lo dijo Netanyahu, primer ministro israelí: “el enemigo de Israel es el gobierno iraní, no el pueblo iraní”. El gran Ciro, rey de Persia (antigua Irán), honró al pueblo judío en cautiverio, les permitió regresar a Israel y reconstruir su templo, y reconoció que su autoridad venía del Dios hebreo. ¡Qué paradoja! Hoy el régimen iraní quiere desaparecer a Israel.

El pacto bíblico de Génesis 12:2-3 entre Dios e Israel no es temporal, se trata de una promesa eterna, cuyo arraigo se sustenta en la gracia, la misericordia y el amor de Dios por su pueblo escogido. Lo que vemos en la actualidad en Medio Oriente es una guerra brutal, pero también es una batalla espiritual.

Hoy más que nunca en la historia, cristianos y judíos en todo el mundo están juntos, orando y actuando a favor de Israel. ¡Colombia no es la excepción!

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