Nadie podía creer que volviera a correr luego del infierno que debió atravesar, Niki había sufrido quemaduras de segundo y tercer grado en cara, brazos y manos; shock hipovolémico por abundante pérdida de sangre y fluidos corporales; y numerosos traumatismos, entre ellos, aplastamiento de un pómulo y fractura de tres costillas.

Sin embargo, los daños más graves los sufrían los pulmones, debido a la gran cantidad de gases tóxicos que había inhalado. Lauda finalizó esa carrera en el cuarto puesto, perdiéndose solo los GP de Austria y Holanda.

Por su parte, su amigo y contrincante de ese año para obtener la corona, el británico James Hunt, al mando de su McLaren M23-Cosworth, se había alzado con victorias en los GP de Alemania (donde se había accidentado Niki), Austria, Canadá y EE. UU., lo que redujo la enorme diferencia que había acumulado Lauda a solo tres puntos.

Así llegaban a la última carrera del torneo, el GP de Japón, en el circuito de Fuji, bajo una lluvia torrencial. Lauda, que había largado tercero, decidió abandonar porque "sentía que no era seguro continuar en estas condiciones" y adujo que sus ojos lloraban excesivamente debido a sus lagrimales dañados por el fuego, lo que le impedía parpadear.

Hunt, que había largado segundo, lideró gran parte de la carrera. Tras una detención en los boxes para cambiar sus neumáticos, recuperó varias posiciones, arribando tercero y ganando el título por un solo punto: 69 a 68. A Ferrari le quedó el consuelo de coronarse entre los constructores, seguido por McLaren: 83 a 74.

Su revancha no se haría esperar, y al año siguiente, 1977, Lauda resurgiría más fuerte que nunca. Ganó en Sudáfrica, Alemania (justo en el mismo trazado donde casi perdió la vida) y Holanda.

Además, logró seis segundos puestos (Estados Unidos Costa Oeste – Long Beach–, Mónaco, Bélgica, Gran Bretaña, Austria e Italia) y, en el GP de los Estados Unidos Costa Este – en Watkins Glen –, se alzó con su segundo título mundial, con 72 puntos. Su escolta sería el sudafricano Jody Scheckter, con el Wolf-Cosworth WR3 y 55 unidades, una diferencia que le permitió a Niki no presentarse a competir en los últimos dos GP, el de Canadá y el de Japón, por prescripción médica.

En 1978, Lauda dejó Ferrari y se fue a Brabham, cuyo dueño en ese entonces era el empresario Bernie Ecclestone, con quien firmó un contrato millonario por dos años. Con el Brabham BT46B, construido por el ingeniero Gordon Murray, logró dos victorias y terminó el campeonato en la cuarta posición con 44 puntos. Sin embargo, en 1979, los resultados fueron decepcionantes y, frustrado por el nivel competitivo del auto, se retiró antes de finalizar la temporada.

Ya retirado del ambiente automovilístico, se dedicó a dirigir la aerolínea que él mismo fundó, "Lauda Air", y también otras dos líneas low cost llamadas "Niki" y "Lauda".

Pero algo inesperado para Niki se estaba gestando. A instancias de Ron Dennis, director deportivo del equipo McLaren, quien había conocido a Lauda años antes en su paso como piloto de BMW en los campeonatos mundiales de resistencia, este le presentó un proyecto ambicioso para cuando McLaren obtuviera los motores turbos de Porsche GTA V6. Lauda aceptó volver a la F1 en 1982, a la espera de las mejoras.

Ese año, Lauda hizo dupla con el irlandés John Watson y obtuvo dos victorias, lo que le valió para ubicarse en el quinto puesto del campeonato de pilotos. El año 1983 fue de transición para McLaren, auspiciado por la famosa tabacalera Marlboro, que estaba a la espera de los motores V6 de 1,5 litros turbo de Porsche. Ese año no hubo victorias, y Lauda terminó en un intrascendente décimo puesto en el campeonato de pilotos.

Pero llegó 1984, y con él, el motor turbo de Porsche tan esperado, que le dio las herramientas necesarias para obtener su tercer título mundial. No le fue fácil, ya que Alain Prost, un joven talento francés, le presentó batalla hasta la última competencia. Niki alcanzó a doblegarlo por apenas medio punto, y así, al comando de su McLaren MP4/2-TAG Porsche, consiguió su tercer título como piloto de la F1.

El año 1985 marcó el retiro definitivo de Niki Lauda de las pistas. Obtuvo su último triunfo el 25 de agosto de ese mismo año, conduciendo por última vez el McLaren MP4/2B y compartiendo el podio con Alain Prost y Ayrton Senna, segundo y tercero, respectivamente. La Fórmula 1 siguió viéndolo en las competencias, pero en una función distinta: como asesor y director de equipos.

Contratado inicialmente por Ferrari en 1993, Niki fue clave para traer a Michael Schumacher al equipo, aunque hubo que esperar un par de años debido a su contrato con Benetton. Una vez libre, el alemán llegó a Ferrari y obtuvo una seguidilla de cinco campeonatos mundiales consecutivos entre 2000 y 2004. Luego, Niki trabajó como director deportivo en Jaguar, aunque sin mayor trascendencia, para después convertirse en mano derecha de Toto Wolff, director deportivo de Mercedes Benz. Juntos asesoraron la contratación de Lewis Hamilton, quien brindó al equipo alemán seis campeonatos mundiales entre 2014 y 2020.

Con los años, los problemas de salud de Lauda se agravaron. En 1997, se le diagnosticó insuficiencia renal, lo que requirió un trasplante de riñón. El donante fue su hermano menor, Florian, y en 2005, recibió un trasplante de riñón adicional. En 2018, Lauda tuvo que someterse a un trasplante de pulmón debido a la severa infección que afectaba los pulmones dañados en su accidente de 1976. Estuvo casi tres meses internado en el Hospital General de Viena. Solo su increíble fortaleza física y mental le permitió recuperarse.

Finalmente, el lunes 20 de mayo de 2019, Niki Lauda falleció mientras dormía en el Hospital Universitario de Zurich, Suiza. Tenía 70 años y sus logros como deportista y empresario son y serán siempre inolvidables. Su dinamismo inagotable, su rectitud y su valentía son un modelo y una referencia para todos nosotros. Su familia lo recordó como una persona de carácter duro y difícil de tratar, que hablaba poco pero trabajaba mucho, y que jamás descansó hasta alcanzar sus objetivos.