Por María Agustina Leiro (*)
Llega el verano y el aumento de las temperaturas torna el ambiente más caluroso y húmedo, predisponiendo al conducto auditivo externo a sufrir pantologías estrechamente asociadas a los deportes acuáticos como la exostosis auditiva (conocida como “oído del surfista”) y la otitis externa. Ambas dolencias impactan directamente sobre la salud auditiva y, por ende, en la calidad de vida de quienes las padecen. Pero, ¿qué son exactamente estas condiciones?
La exostosis auditiva refiere al crecimiento benigno del tejido óseo en el conducto auditivo externo, causado por la irritación de la cavidad a partir de la la exposición repetida al viento frío y al agua. Aunque el nombre proviene de su alta prevalencia entre los surfistas, se trata de una afección común entre quienes practican deportes acuáticos como la natación, la vela, el kayak y el windsurf. Los especialistas indican que esta patología -que suele ser más prevalente en hombres que en mujeres, sobre todo entre los 30 y los 40 años- puede generar obstrucción y dificultades en la audición e incluso, en casos avanzados, conducir a una pérdida auditiva significativa.
Al estar más expuestos a estas condiciones (agua y viento), los deportistas son especialmente vulnerables a desarrollarla. Sin embargo, el uso de tapones durante la práctica en agua fría puede reducir la aparición y/o progresión de esta patología.
Además de ésta, los deportistas acuáticos también se enfrentan a un mayor riesgo de desarrollar otitis, una inflamación del conducto auditivo externo causada por infecciones recurrentes, especialmente tras un contacto frecuente con agua contaminada o mal tratada. Comúnmente llamada “oído de nadador", esta puede provocar dolor intenso, picor e incluso pérdida temporal de la audición. Pero solo el agua es un factor de riesgo: introducirse los dedos, hisopos u otros objetos en los oídos también puede provocar otitis externa, al dañar la delicada capa de piel que recubre el conducto auditivo.
La prevención y el cuidado de la audición son fundamentales para mantener la salud y disfrutar del deporte en el agua sin preocupaciones. Como recomendación: después de nadar o bañarse, incline la cabeza hacia un lado para facilitar el drenaje del agua del conducto auditivo. Luego, seque suavemente el oído externo con una toalla. De este modo, las bacterias tendrán más dificultades para encontrar condiciones favorables para proliferar.
Para evitar complicaciones, es esencial someterse a revisiones auditivas periódicas que permitan detectar cualquier trastorno a tiempo, ya que el uso de tapones puede ser contraproducente si ya existe una afección. Además, es importante incorporar buenas prácticas de prevención: secar los oídos inmediatamente después de la actividad, utilizando una toalla limpia o un secador de pelo.
Siguiendo estas sencillas pero efectivas medidas, podrá disfrutar de sus actividades acuáticas con total tranquilidad, protegiendo su salud auditiva. ¡No espere más para cuidar su audición y seguir disfrutando del agua al máximo!
(*) (Matrícula 8343). Licenciada en Fonoaudiología del equipo GAES Amplifon.