Este miércoles estaba pautado que el PRO, en alianza con los radicales “con peluca” que dirige Rodrigo De Loredo y la bancada libertaria buscaran darle curso a la medida. Sin embargo, pasadas las 12.30 horas, como en la pantalla solo figuraban 127 diputados presentes, el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, anunció que respetando el reglamento quedaba levantada la sesión.

"Había 129 dentro del recinto. Se quedó parada una diputada, las cámaras después lo van a ver", se quejó el jefe de bloque del PRO, Cristian Ritondo, una vez habilitadas las expresiones en minoría.

Más allá del rebote y de lo necesario que resulta que se le ponga un freno al acceso a los cargos públicos a aquellos políticos que viven de la teta del Estado con maniobras fraudulentas, inmorales e ilegales, lo cierto es que el proyecto presentaba algunos puntos oscuros.

El hecho de dejar la posibilidad de proscribir legalmente a ciertos candidatos en manos de una Justicia que cada vez resulta más evidente que está altamente influenciada por la política, no resulta menos inquietante cuando se tiene en cuenta que los magistrados en más de una ocasión han actuado probadamente a favor sus intereses cuando se trata de mantener privilegios propios de sus cargos.

Por otro lado, resulta irónico que la alianza entre el radicalismo “con peluca”, el PRO y La Libertad Avanza hayan sufrido una derrota justamente en una de las pocas ocasiones en las que intentan acometer contra la casta política, tal como se suponía que haría el Gobierno de “Jamoncito”; mientras que cuando se trata de perjudicar al pueblo y a sectores vulnerables, como los jubilados y los estudiantes, resultan ser imparables.