Con la llegada de los colonizadores españoles, esta tradición se transformó, uniendo temporalmente la fecha con el Día de Todos los Santos. Con el tiempo, el Día de los Muertos se consolidó en el 2 de noviembre, manteniendo sus elementos originales y sumando otros nuevos, como la figura de la Catrina, símbolo de la muerte vestida de gala.

Actualmente, el Día de los Muertos se celebra con altares decorados con flores de cempasúchil, velas, fotografías, y alimentos típicos como el pan de muerto. Las flores de cempasúchil, con su color naranja vibrante, son utilizadas para crear caminos que guíen a las almas de los difuntos de vuelta al hogar. El incienso o copal también es fundamental, llenando el ambiente de un aroma que se cree atrae a los espíritus.

Más allá de México, el Día de los Muertos ha encontrado un lugar en otros países como Estados Unidos, Perú, Ecuador y Filipinas, donde las personas rinden homenaje a sus seres queridos siguiendo sus propias tradiciones y adaptaciones de este día especial.

Esta festividad nos recuerda la importancia de mantener vivo el recuerdo de quienes ya no están y de celebrar sus vidas con alegría y respeto.