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A la Casa de Moneda la dejaron sin cambio: el Banco Central corta el chorro y manda a imprimir billetes afuera

El Banco Central deja de imprimir billetes en la Casa de Moneda y planea importar efectivo desde China, generando incertidumbre entre los trabajadores y cuestionamientos sobre la pérdida de soberanía monetaria. (Dibujo: NOVA)

El gobierno de Javier Milei avanza en una polémica decisión: el cierre de la Casa de Moneda, una institución estatal clave, al interrumpir el último contrato de impresión de billetes nacionales. En una controvertida movida que ha generado una fuerte reacción, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) resolvió rescindir los contratos de impresión vigentes para la producción de billetes de 1.000 pesos y 2.000 pesos, interrumpiendo de esta forma la fabricación en el país y trasladando la tarea a proveedores extranjeros.

El argumento que esgrime el BCRA es el "alto costo" de la producción local, pero esta decisión también encubre las crecientes dificultades y falta de inversión en la Casa de Moneda, que lleva años sosteniendo la emisión de billetes en un contexto inflacionario desafiante. La medida se oficializó mediante un comunicado interno al personal, en el que se indica que a partir de las 22 horas cesarían todos los procesos de fabricación de billetes en la entidad. Los empleados que queden sin funciones, según la decisión del organismo, deberán tomarse vacaciones forzadas, dejando en suspenso su estabilidad laboral y generando un clima de incertidumbre.

La producción local de billetes de 1.000 pesos y 2.000 pesos —contratos firmados en 2021, 2022 y 2023—, será abandonada debido a "dificultades en la producción" que, a decir de las fuentes oficiales, justifican recurrir a la importación. Sin embargo, la medida resulta cuestionable, ya que, en vez de fortalecer una entidad estratégica como la Casa de Moneda, se opta por su debilitamiento, afectando el empleo local y la capacidad nacional de producir dinero en momentos de crisis.

Desde el Banco Central justifican esta decisión en dos puntos: el "incumplimiento de cronogramas" de entrega de billetes por parte de la Casa de Moneda y el "alto costo" de la producción local en comparación con el exterior. No obstante, estas justificaciones omiten considerar los efectos de una inflación persistente y la depreciación del peso, que requieren una respuesta interna más fuerte y un respaldo efectivo a la infraestructura de producción estatal.

La dependencia de terceros países, como China, para la impresión de billetes resulta, a todas luces, una opción que va en contra de la independencia monetaria. El Central espera ahora recibir desde China billetes de 20.000 pesos y 10.000 pesos, los cuales se han anunciado como la "nueva solución" para cubrir la demanda de efectivo, sin tener en cuenta los riesgos de esta medida a largo plazo.

Con esta decisión, el gobierno de Milei pone en jaque la Casa de Moneda, una entidad histórica que no solo representa soberanía sino también la posibilidad de enfrentar las necesidades del país sin depender de factores externos. Sin un plan concreto de apoyo a la entidad, la medida parece ser otro capítulo de una gestión que continúa priorizando el ajuste y la dependencia del extranjero, antes que el fortalecimiento de las capacidades nacionales.

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