Más flojo que el diseño de la bandera de Japón: el nivel de confianza en el Gobierno sigue fluctuando
El último informe de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella sobre el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) revela un incremento del 12,2 por ciento en octubre de 2024. Sin embargo, detrás de este aparente crecimiento se esconden cifras que reflejan una realidad inquietante. El índice alcanzó un puntaje de 2,43, lo que, a simple vista, puede parecer un avance, pero se encuentra 7,9 por ciento por debajo de los niveles registrados en octubre de 2016, durante la gestión de Mauricio Macri.
El contexto es aún más desalentador si se considera que el ICG ha tenido una variación interanual positiva de 98,3 por ciento. Este aumento, que podría celebrarse en otras circunstancias, no es más que un intento de ocultar el creciente descontento y la desconfianza que asolan a la población. Comparado con el inicio de la gestión de Alberto Fernández, el índice es un 21,7 por ciento superior, pero la verdadera cuestión radica en la falta de efectividad de las políticas implementadas por el actual gobierno.
A pesar de que los componentes del ICG mostraron una variación positiva, como la preocupación por el interés general que alcanzó 2,05 puntos con un crecimiento del 13,1 por ciento, es evidente que estos números son insuficientes para contrarrestar el deterioro social y económico que atraviesa el país. La evaluación general del gobierno, por ejemplo, también se sitúa en 2,05 puntos, reflejando un aumento del 11,9 por ciento, pero ¿qué significan realmente estas cifras cuando la gente sigue enfrentando una inflación descontrolada y una creciente inseguridad?
El índice revela que los hombres muestran una mayor confianza que las mujeres, con puntuaciones de 2,69 frente a 2,17, lo que plantea interrogantes sobre la percepción de la gestión actual en diferentes segmentos de la población. Además, los mayores de 50 años expresan una confianza mayor con 2,48 puntos, mientras que los jóvenes de entre 18 y 29 años caen en un decepcionante 2,38, con una caída del 16 por ciento. Esto demuestra que las políticas de Milei no logran conectar con los más jóvenes, quienes son el futuro del país.
En términos de geografía, el interior del país sigue mostrando niveles de confianza más altos, con 2,64 puntos, mientras que los residentes en el Gran Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires presentan cifras alarmantemente bajas, con 2,03 y 2,27 respectivamente. Este fenómeno refleja una desconexión entre el gobierno y los ciudadanos que viven en áreas más vulnerables, donde las políticas implementadas no han logrado generar un impacto positivo.
A pesar de todo, quienes creen que la situación económica mejorará en un año tienen un ICG de 4,03 puntos, lo que contrasta fuertemente con quienes piensan que empeorará, que se encuentran en un desolador 0,52. Este dato pone de manifiesto la desconexión de la realidad que enfrenta el gobierno, ya que muchos siguen manteniendo esperanzas infundadas en un cambio que, hasta el momento, ha sido más retórica que sustancial.
La medición del ICG de octubre, aunque sugiere un ligero repunte, es un reflejo de un gobierno que sigue navegando en aguas turbulentas, con una ciudadanía cada vez más escéptica respecto a su capacidad para resolver los problemas que aquejan a la Argentina. A medida que se acercan elecciones y la situación del país continúa deteriorándose, el aumento del ICG podría no ser más que un espejismo en medio de la crisis, una fachada que oculta la desconfianza generalizada y el descontento que crece día a día entre los argentinos.