Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
Ayer fue el Día de la Lealtad y el peronismo lo celebró con actos por separado. Por un lado estuvo el gobernador Axel Kicillof en Berisso, kilómetro cero del peronismo, por el otro la expresidenta Cristina Kirchner dialogó con alumnos de la Universidad Nacional de Avellaneda, mientras Guillermo Moreno reunió a su militancia en el monumento a Juan Domingo Perón, en la Ciudad de Buenos Aires. Lo que dejó la jornada es que el peronismo está vivo, pero si no se une no tiene futuro.
En un momento crucial para la Argentina, agredida por un gobierno que trabaja para destruir lo poco que queda del bienestar de otrora, la unidad del peronismo se presenta como una necesidad imperiosa. La historia nos enseña que cuando el movimiento peronista se encuentra unido, es capaz de enfrentar y superar los desafíos más grandes. Hoy, más que nunca, es fundamental que todos los sectores del peronismo dejen de lado sus diferencias y trabajen juntos por el bien común.
El peronismo es un movimiento que ha sabido integrar a diversos sectores de la sociedad. Desde los trabajadores hasta los empresarios, pasando por los movimientos sociales y los intelectuales, todos han encontrado en el peronismo un espacio para expresar sus demandas y aspiraciones. Esta capacidad de síntesis es lo que hizo que el peronismo mantenga su vigencia hasta hoy.
Lamentablemente en los últimos años los argentinos fuimos testigos de las divisiones internas han debilitado al movimiento. Las disputas y los enfrentamientos entre diferentes facciones lograron que ciudadanía elija otras ofertas electorales que a poco de andar, demostraron ser las equivocadas. Por eso es hora de que los líderes peronistas se encierren en una oficina a tomar mate y conversar para salir de ahí con la unidad, porque de lo contrario lo único que se va a conseguir son cuatro años más de gobierno libertario.
La unidad no significa uniformidad. Es posible y necesario que existan diferentes corrientes de pensamiento dentro del peronismo, precisamente porque esa es su principal característica. Lo importante es que todas estas corrientes trabajen juntas hacia un objetivo común, cosa que hoy está muy lejos de pasar, pero es un servicio que la dirigencia está obligada a prestar.
La crisis económica, la inflación y los problemas sociales requieren soluciones integrales y consensuadas. Solo a través de la unidad se podra diseñar e implementar políticas que realmente beneficien a todos los argentinos. La historia del peronismo tiene que servir de inspiración para tomar soluciones que sirvan para salir del atolladero.
La fragmentación del justicialismo solo beneficia a los liberales, que quieren retroceder en términos de justicia social y derechos laborales. Es hora de que se pongan la celeste y blanca para ponerle un freno al gobierno que humilla a los argentinos. El lector sabrá perdonar el lenguaje poco académico, pero la situación lo amerita porque es momento de dejarse de joder y ponerse de acuerdo. El país lo necesita.