Justo José de Urquiza, el traidor que pidió ayuda al exterior para derramar sangre argentina

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
En el corazón de Entre Ríos, en el Talar del Arroyo Largo, nació el 18 de octubre de 1801 Justo José de Urquiza, un hombre destinado a cambiar el curso de la historia argentina. Gobernador de su provincia natal y aliado incondicional de Juan Manuel de Rosas durante quince años, Urquiza se destacó por su habilidad política y militar.
Aquellos que suelen recurrir a la traición suelen ser atormentados por la paranoia, quizás por eso buscan protegerse de las consecuencias que ella puede traer.
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Justo José de Urquiza y la traición se codearon en Caseros, Pavón y apeló a ella también durante la infame guerra pic.twitter.com/yj8i581z58
Sus padres fueron Joseph Narciso de Urquiza y Álzaga y María Cándida Ramón-García y Monzón. Sus primeros años los pasó entre la Banda Oriental y Entre Ríos. En 1812 el joven Justo José fue enviado a Buenos Aires para estudiar en el Real Colegio de San Carlos. Terminados sus estudios, el futuro presidente se mudó a Arroyo de la China y se dedicó a la actividad agropecuaria. Mientras tanto su hermano Cipriano trabajaba para el caudillo Francisco Ramírez.
En 1826 fue elegido diputado. En el Congreso presentó su posición contraria a la Constitución unitaria. Dos años después comenzó su carrera militar, apoyando la invasión de Juan Lavalle a Entre Ríos. En 1838 el alzamiento de Fructuoso Rivera contra Manuel Oribe, en Uruguay, tuvo repercusión del lado argentino. En Corrientes comenzaron los primeros levantamientos contra Rosas, aliado de Oribe. El gobernador correntino resaumió para su provincia el manejo de las relaciones exteriores delegadas a Buenos Aires y declaró la guerra a Rosas y al gobernador Pascual Echagüe, de Entre Ríos.
La batalla de Pago Largo enfrentó a correntinos y entrerrianos el 31 de mayo de 1839. El triunfo fue para los federales. Urquiza tuvo una valorada participación. El gobierno de Corrientes fue tomado por Echagüe, que nombró en ese lugar a un hombre de su confianza y luego se fue a Uruguay, a batirse con las tropas de Rivera en la batalla de Cagancha. El triunfo fue para Rivera. A partir de entonces la relación de Urquiza y Echagüe entró en un cono de sombra del que nunca pudo salir.
En diciembre de 1841 Urquiza accedió a la gobernación de Entre Ríos. Mantuvo el control de la provincia personalmente durante 18 años, más 10 que lo tuvo por interpósita persona. Como gobernador impulsó la actividad ganadera y puso mucho énfasis en llevar una contabilidad ordenada. Inauguró escuelas y bibliotecas públicas. También dió lugar a la cultura inaugurando salas de teatro.
Relevancia nacional
En 1851, Urquiza tomó una decisión que marcaría un antes y un después en la política argentina: su famoso Pronunciamiento. Rosas tenía el manejo de las relaciones exteriores de la Confederación, las cuáles eran renovadas todos los años, luego de que el Restaurador amenazara con renunciar.
En una ocasión Urquiza le aceptó la renuncia, lo cuál significó una ruptura con Rosas que posicionó al entrerriano como líder opositor. En paralelo formó una alianza estratégica con Brasil y el gobierno de Montevideo, consolidando el Ejército Grande, una fuerza compuesta por elementos uruguayos y brasileños, con el objetivo de enfrentar a Rosas.
La Batalla de Caseros, librada el 3 de febrero de 1852, fue el escenario donde Urquiza demostró su destreza militar. Su victoria significó el fin de su hegemonía de Rosas y el inicio de una nueva era para la Argentina. Sin embargo, esta alianza con fuerzas extranjeras y el derramamiento de sangre argentina le costaron el desprecio de Buenos Aires, que no lo aceptó y decidió irse de la Confederación Argentina.
Luego la secesión porteña Urquiza fue percibido como un presidente extranjero. Los bonaerenses se organizaron y pusisron en vigencia su Constitución, en la que dejaban en claro que desconocía la autoridad del vencedor de Rosas.
A pesar de esto, asumió la presidencia de la Confederación Argentina en 1854, cargo que ocupó hasta 1860. Durante su mandato, promovió la sanción de la Constitución Nacional en 1853, un hito fundamental para la organización del país, pero sin Buenos Aires, que se unió después de la Batalla de Pavón, el 17 de septiembre de 1861. Ese fue el final del dominio urquizista.
Urquiza se retiró a su provincia. Ni volvió a tomar posturas firmes en la política nacional. El final de Urquiza fue tan dramático como su vida. El 11 de abril de 1870, en su residencia del Palacio San José, fue asesinado por el sargento mayor Simón Luengo. Este trágico desenlace puso fin a la vida de uno de los caudillos más influyentes de la historia argentina.